El pasado 6 de julio, en el marco del 19 Festival Internacional de Bandas de Música de Lleida Fem Banda que la Banda Municipal de Lleida organiza año tras año desde 2004, se celebraba por primera vez una mesa redonda sobre el tema El oficio de director de banda.

La mesa se celebró en el Espai Sunka, una sala ideal que los responsables de Plusfresc del Grupo Supermercats Pujol, patrocinadores del festival, tuvieron la amabilidad de poner a nuestra disposición.

Asistieron los directores/as de la mayor parte de las bandas participantes al festival: Simona Paola Senesi (JF Band, Italia), Humberto Joao Oliveira Damas (Filharmónica Do Crato, Portugal), José Fernando da Silva Cardoso (Banda Filharmónica 1º de Janeiro, Portugal), José Vicente Algado Climent (Societat Unió Musical de Polop de la Marina, Alicante), Francís Durà Costa (Societat Artístic Musical d’Alcàntera de Xúquer, Valencia) y el anfitrión, al tiempo que director del festival, Amadeu Urrea Pérez (Banda Municipal de Lleida). La Banda de Música de Valga (Pontevedra) dirigida por Manuel Villas Touceda, a pesar de participar en el festival, no pudo participar en la mesa redonda por estar actuando fuera de Lleida en aquellos momentos.

El objetivo de la mesa redonda no era otro que poner en contacto los directores/as de las bandas participantes al festival y conocer los proyectos y realidades de cada uno de ellos en un entorno distendido a la vez que estructurado, siguiendo un guion previamente establecido. El tema de debate fue la reflexión y puesta en común de los distintos puntos de vista sobre algunos aspectos del oficio de los directores/as de bandas.

Exponemos a continuación un resumen de los temas tratados en el debate.

Preguntados inicialmente por su trayectoria personal y formación recibida que les había dado acceso a la dirección de una banda, se constató la inexistencia de una formación unificada, estructurada y homologada que aún hoy no contemplan los distintos planes de estudio de conservatorios y escuelas de música. En la mayoría de los casos, los directores/as tienen una formación exclusiva como instrumentistas (casi siempre de viento), aunque cada vez están más presentes los jóvenes directores/as pertenecientes a generaciones que ya han tenido acceso a estudios superiores de Dirección de Orquesta o Dirección Coral.

En relación con el perfil de los músicos que conforman actualmente las bandas, todos coincidieron en señalar que son jóvenes, chicos y chicas, que sólo con algunas excepciones tienen edades comprendidas entre los 20 y los 25 años, que mayoritariamente proceden de las escuelas de música de las propias bandas y que han superado la fase elemental de los estudios musicales, generalmente los primeros cuatro cursos. Este modelo, mayoritario en tantas bandas valencianas, catalanas y en este caso, también portuguesas, no resultó ser el mismo para la Banda Municipal de Lleida ni para la banda JF Band dirigida por Simona Paola Senesi. En el caso de la banda leridana, a pesar de que predominan los jóvenes, hay también un significativo grupo de músicos con edades que ultrapasan el umbral de los 25-30 años y, aunque en su mayoría son alumnos del Conservatorio de Lleida, también los hay que proceden de otras entidades. Por lo que a la JF Band se refiere, la creación de la banda respondía a un proyecto personal de base social inspirado en el proyecto ideado por José Antonio Abreu en Venezuela y llevado a la práctica por la Fundación Simón Bolívar, una propuesta que ha dado lugar al reconocido Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles que ha recuperado de las calles y entornos conflictivos a tantos niños y niñas con un severo riesgo de exclusión social y siempre expuestos a la violencia y a la delincuencia.

Tal como explica Simona Paola, con estudios de flauta travesera y a la vez licenciada en psicología, creadora de esta propuesta musical, los jóvenes de la ciudad de Velletri, una población integrada en el área metropolitana de la ciudad de Roma, acceden a la banda sin tener formación musical alguna. Asisten por propia voluntad e interés a las clases y participan en las actividades y conciertos propuestos por su directora, practican la coeducación con sus propios compañeros y asumen la responsabilidad de participar en un proyecto común. En este sentido, fue pertinente la aportación de Amadeu Urrea según la cual el gasto en formación musical debería ser considerado una inversión social a largo plazo y no un coste en términos puramente económicos que asumen instituciones, administraciones y entidades.

En un segundo turno de intervenciones, en la mesa redonda se debatió sobre las principales dificultades que deben afrontarse en el día a día de una banda. Los directores/as coincidieron en la poca motivación de los músicos por asistir a los ensayos y también en la falta de estrategias de que disponen como gestores de recursos humanos que son en realidad.

Una buena estrategia aplicable para luchar contra el absentismo en los ensayos es sin duda hacer pedagogía entre los músicos en el convencimiento de que su asistencia es un acto de respeto hacia los compañeros, y a la vez el convencimiento de estar contribuyendo a un objetivo común en el que todos, sin excepciones, son necesarios. Relativo a los conflictos que inevitablemente surgen en todo colectivo humano -no olvidemos que una banda puede estar formada fácilmente por unas 40-50 personas- se coincidió de manera unánime en la falta de preparación por parte de los directores/as. A pesar de la buena voluntad, los directores/as de banda -a diferencia de otros ámbitos como la empresa o la educación- no tienen una formación específica en este sentido, una formación que sería deseable en los estudios superiores de dirección de coros o dirección de orquesta. En los planes de estudios de todas aquellas especialidades que implican la gestión de grupos humanos, más allá de los conocimientos técnicos y específicos se debería incluir una formación en psicología básica que aporte recursos prácticos y estrategias en la resolución de conflictos, una formación que sin duda ayudaría a los futuros directores/as a gestionar más eficazmente sus grupos. En este sentido, resulta oportuno recordar el consejo que el conocido pianista leridano establecido en París Ricardo Viñes daba a sus discípulos cuando los animaba a “tocar menos y leer más”, un consejo con el que pretendía estimular a los futuros pianistas a ambicionar una profunda formación global y humana más allá de la estrictamente musical. Una formación que ciertamente acabaría influyendo de manera decisiva en una previsible futura carrera musical. No olvidemos tampoco que el director/a de una banda, des del momento en que lidera una formación, se convierte en un modelo para todos sus miembros tanto en el aspecto musical como también en el aspecto humano. Sus opiniones, actitud, modos y comportamiento son una poderosa herramienta educadora para el colectivo.

Preguntados sobre el dilema Concierto versus Espectáculo, el debate entre los directores /as se centró ahora en el modelo de actuaciones que habitualmente las bandas ofrecen a sus públicos. Mientras el concierto en el sentido estricto era percibido como un modelo más elitista -pero no por ello menos necesario- que implica la existencia de un público con una cultura musical consolidada sólo factible en grandes ciudades, el espectáculo -entendido como la combinación de distintas disciplinas artísticas o la inclusión de elementos extramusicales- resulta asequible a públicos más amplios y diversos. Justamente, las bandas, por su propia esencia, ya se dirigen a un público amplio y popular.

Si tenemos en cuenta, además, que cada vez resulta más difícil llenar auditorios, salas o espacios de conciertos, tener en consideración los gustos y preferencias del público resulta un factor clave que los directores/as deberían tener siempre presente en la selección de repertorios y en la implementación de estrategias encaminadas a implicar y atraer el público. Sin embargo, Concierto y Espectáculo no deben ser vistos como modelos que se excluyen sino complementarios que necesariamente deben convivir.

A modo de conclusión, todos los directores/as coincidieron en que -a pesar de todas las dificultades existentes- las bandas de música tienen todavía un largo recorrido, su futuro hoy por hoy no está cuestionado, aunque cada vez más será necesario adaptarse a las nuevas realidades y a los cambios sociales y estéticos que inevitablemente se producirán en el futuro. Un futuro que depende en gran parte de la capacidad creativa, de previsión y de adaptación a los cambios que muestren los mismos directores/as en el desarrollo de su labor.

Dr. Lluís Marc Herrera

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