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Fuente: blogs.laverdad.es, por Amadeo García Pérez

Hablar de la situación actual de las enseñanzas musicales en nuestro país y de su posible (y necesaria) modificación y actualización, aún de forma resumida, sobrepasaría con creces los límites de espacio que se considerarían razonables para un simple artículo de opinión, por lo que intentaré esbozar algunas situaciones, proponer algunas soluciones, pero sobre todo abrir la puerta a una discusión cada vez más demandada dentro de los ámbitos de la enseñanza musical.

Pero antes de entrar de lleno con el tema de las enseñanzas de música, un pequeño inciso para comentar lo que sucedió con los estudios de Bellas Artes, que por su paralelismo, puede servir para comprender algunas de las propuestas que se formularán posteriormente.

Los centros de enseñanza de dibujo y pintura (originariamente también de escultura y en algunos casos de arquitectura), surgen a finales del siglo XVII y principios del XVIII, bajo la inspiración de la ilustración francesa, y auspiciado por afamados pintores de la época. Así, la Academia de Nobles Artes de Sevilla, fue fundada en 1660 por Murillo, Juan de Valdés y Herrera, aunque fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando se adaptó al modelo establecido por la ya existente Academia de San Fernando de Madrid. Esta última, quizás la más famosa, fue creada en 1752 por el rey Fernando VI.

Las Academias de Bellas Artes se fueron convirtiendo con el tiempo en centros obsoletos y ajenos a los nuevos y renovadores movimientos artísticos, dirigidos siempre por personajes dentro de la más estricta ortodoxia artística. (Recuérdese como anécdota, la expulsión de Salvador Dalí de la Academia de San Fernando).

Y así pasó el tiempo hasta que hubo una demanda por parte de los interesados en regular unos planes de estudios, unos contenidos y la obtención de una titulación universitaria.

La adscripción de las Escuelas de Bellas Artes a la Universidad como Facultades se estableció en la Ley General de Educación de 1970. El cambio no fue sencillo, sobre todo por la resistencia de las antiguas Escuelas, hasta tal punto que el Decreto que ejecutaba lo legislado tardó cinco años en ver la luz. Al final se logró la reorganización de las enseñanzas artísticas con la elaboración de nuevos planes de estudio y la creación de las Facultades de Bellas Artes, cambiándose la titulación de Profesores de Dibujo a la de Licenciado en Bellas Artes. Las primeras Facultades de Bellas Artes, en Madrid y Barcelona, iniciaron su andadura en 1978.

La similitud de la trayectoria de las Escuelas de Bellas Artes y la de los Conservatorios es evidente. Desde la creación de estos últimos a mediados del siglo XIX, la gestión fue asumida por en su momento figuras con cierta relevancia dentro del panorama musical, que impusieron sus particulares metodologías de enseñanza, creando “escuela” entre algunos de sus alumnos, que a su vez siguieron perpetuando estas metodologías (recuérdese por ejemplo los métodos utilizados en la enseñanza de la lectura musical o solfeo, o algunos métodos de técnica instrumental, han perdurado durante décadas sin ningún cambio o actualización).

También ha habido históricamente una resistencia numantina desde los Conservatorios a aceptar injerencias de autoridades tanto políticas como educativas, lo que ha llevado en muchos casos para evitar conflictos en no formular ningún tipo de regulación u ordenación en estos centros.

La situación actual a la que se ha llegado plantea numerosas paradojas.

Una de ellas es que los estudios de los Conservatorios Superiores de Música se consideran estudios superiores, pero no estudios universitarios.

Otra es la gran diferencia que existe entre la situación de los estudios de música en nuestro país comparados con la situación actual de los mismos y su evolución en los últimos años en los países de nuestro entorno. La configuración de estos estudios en la mayoría de los países europeos, su estructuración, diversidad, incorporación de nuevas especialidades (por ejemplo, España es de los pocos países donde no hay titulación oficial para los estudios de música moderna) hacen cada vez más difícil su equiparación con la situación que tenemos aquí.

Pero quizás la mayor paradoja es constatar que en los últimos años sí hay un movimiento renovador entre los profesionales de la enseñanza musical en todos sus niveles, pero que su lucha no va ya contra los sectores más inmovilistas, cada vez más reducido, sino contra el propio sistema educativo, que curiosamente no es que no haya evolucionado, sino que incluso en algunas ocasiones ha sido más restrictivo en la temática de las enseñanzas musicales, como se puede constatar en la última Ley General de Educación.

Y seguimos… Un escollo importante va a ser darle una solución a los Conservatorios Profesionales o de Grado Medio. Es una figura que solo se da en España. Es una enseñanza especializada, que abarca de los 12 a los 18 años (coincide por tanto con la Enseñanza Secundaria Obligatoria), y cuya titulación, aunque oficial, prácticamente carece de valor y además no tiene ni equiparación ni homologación con ningún otro país.

Y el último nivel (o primero, según se mire) en la educación musical están los estudios elementales, tanto en los Conservatorios Elementales como en las Escuelas de Músicas. Estos estudios, están sujetos a la Orden de 1992 en donde se establecía que su función estará dirigidas a la formación de personas aficionadas, con independencia de que tal enseñanza pueda servir para orientarse a los estudios reglados de música, correspondiendo su regulación a la Administración Educativa competente. Estos estudios en ningún caso tendrían reconocimiento mediante titulación oficial.

Curiosamente, en este último caso, y en especial en las Escuelas de Músicas (tanto municipales, privadas, de titularidad de asociaciones musicales, de gestión mixta, etc.) manteniendo el carácter de centros precarios y de iniciación básicos, son los que más han evolucionado, aplicando planes y sistemas de estudios novedosos y rigurosos, incorporación de asignaturas nuevas (instrumentos de música moderna, técnicas pedagógicas modernas, etc.), convenios con entidades educativas europeas, etc.

Como inciso, relataré la experiencia que desde hace unos años se está llevando a cabo en la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, en donde además de las enseñanzas tradicionales teóricas e instrumentales, también existe como aportaciones nuevas la asignatura de violín según el método Suzuki, la asignatura de musicoterapia, los estudios de música moderna (guitarra eléctrica, bajo eléctrico, piano moderno, armonía moderna…), talleres de composición, de canto, de informática musical, etc. Y además tiene suscritos sendos convenios con instituciones británicas, Royal School en música clásica y Rock School en música moderna, por los que los examinadores de estas academias se desplazan anualmente a Yecla a evaluar a sus alumnos para poder conseguir un certificado que en su máximo nivel puede llegar a ser incluso homologado y convalidado por ejemplo en el Conservatorio de Londres, pero, y otra paradoja, sin ninguna validez oficial en España.

Para finalizar este artículo, algunas sugerencias:

Los estudios superiores de música que se ofrecen en los Conservatorios Superiores, deberían estar adscritos a las distintas universidades y considerarse como estudios universitarios con la titulación equivalente a la licenciatura o grado.

La adscripción de los Conservatorios Superiores de Música a la Universidad, conllevaría, no sólo el reconocimiento de la música como estudios universitarios, sino una serie de innumerables ventajas, como la de actualizar y aumentar la oferta de los estudios de música, e incorporar especialidades como grado en pedagogía musical, grado en dirección, grado en composición, grado en musicología, etc,. Así como, en colaboración con otros departamentos de otras facultades, ofrecer por ejemplo un grado en ingeniería de sonido. Las posibilidades son muchas y variadas, y sería una forma de aumentar la oferta que hasta ahora ha estado reducida a lo que es estrictamente la interpretación.

Otra propuesta necesaria sería el reconocimiento explícito de los estudios de música moderna y la equiparación de estos instrumentos a los tradicionales y su inclusión en los planes de estudios.

En cuanto a los estudios de grado medio, una posible solución sería reconvertir los Conservatorios Profesionales en centros de enseñanza secundaria obligatoria con la especialidad de Bachillerato Musical, a similitud del Bachillerato Artístico. Esta propuesta se ha llevado a cabo de forma experimental en alguna comunidad autónoma.

Igualmente, dentro de la enseñanza secundaria se pueden ofertar módulos formativos de grado medio o superior en aspectos que hasta ahora no se han aprovechado y que pueden suponer una salida real e inmediata al mundo laboral. Como ejemplo, se puede proponer el módulo formativo superior de mantenimiento y reparación de instrumentos musicales. Hasta ahora son trabajos realizados de forma precaria por personas que tienen una cierta habilidad artesanal y que en muchas ocasiones carecen de una base de teoría musical y técnica instrumental que sería fundamental para desarrollar el trabajo de luthier.

En cuanto a las Escuelas de Música, por ser enseñanzas no regladas y no sujetas a prácticamente a ninguna norma, los modelos existentes son prácticamente tantos como escuelas existen. Sería necesario regular algunos aspectos en cuanto al funcionamiento y finalidad de estas escuelas, pero por su complejidad sería necesario un próximo artículo dedicado exclusivamente a este tema.

Por lo demás, no espero con este artículo que se me dé la razón en lo expuesto, sino que se abra un debate sobre el futuro de las enseñanzas musicales en España, porque la necesidad de modificar la situación actual es evidente, y porque por exigencias seguramente de la Comunidad Europea obligarán a un cambio en el que sería bueno tener las cosas claras y no tomar decisiones (por otra parte habitual en nuestro país) precipitadas y de última hora.

Por Amadeo S. García
Directivo de la Federación de Bandas de la Región de Murcia.
Ex-presidente de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.