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Fuente: Revista Diapasón 21 enero, 2020 Escrito por diapason

Jesús Rodríguez Azorín

Catedrático de Trompeta del Conservatorio Superior

de Música Rafael Orozco de Córdoba.

Encantado de colaborar de nuevo con la Revista Diapasón. En esta ocasión, he decidido comentar algunos aspectos relacionados con los estudios de música, tanto a nivel amateur como profesional, que puedan resultar interesantes para los alumnos de estas enseñanzas y para sus padres.

No es mi intención establecer ningún tipo de juicio sobre la manera en que los padres deben de encauzar los estudios de música de sus hijos. Solamente pretendo hacer alguna reflexión en voz alta sobre estas enseñanzas desde el punto de vista de quien también es padre y a la vez se dedica profesionalmente al mundo de la música.

Empezaremos por la edad más temprana en la que un niño o niña puede aproximarse a la música. Estamos hablado del periodo de tiempo que comprende desde los 3 hasta los 7 años, aproximadamente. Es lo que se conoce en las escuelas o academias de música como “Música y Movimiento” o “Iniciación Musical”.

En primer lugar, me gustaría decir que se puede ser un profesional de la música, o simplemente disfrutar de ésta de forma amateur, sin pasar por esta etapa. De hecho, el que les habla comenzó sus estudios musicales a edad de 9 años y creo haber llegado a tiempo de formarme para hacer de la música mi profesión. Digo esto para que los padres de niños que no han empezado a esa edad tan temprana no tengan la sensación de que su hijo ya llega tarde a estos estudios. ¡El director del conservatorio donde yo trabajo comenzó a estudiar música con 18 años!

Ahora bien. Una vez hecha esta puntualización, no cabe duda de que es en esta etapa cuando el niño absorbe como una esponja todo lo que significa el sentido del ritmo, de la entonación y de la coordinación del cuerpo para hacer música. Por supuesto que cuando un alumno ha realizado esta etapa, la iniciación en el instrumento musical tiene lugar de una manera mucho más fácil y natural. Además, la aproximación a la música se produce desde un punto de vista más lúdico y divertido para el menor al realizarse a través de actividades en grupo.

Por otra parte, no olvidemos todas las ventajas que puede aportar este tipo de actividad colectiva al comportamiento o a la socialización del niño: integración en el grupo, aceptación de las normas de convivencia, superación del sentido del ridículo y la timidez, etc.

La siguiente etapa en los estudios musicales suele producirse alrededor de los 8 años y en ella el niño comienza a practicar con el instrumento de su elección. Para poder elegir un instrumento, sería ideal que el alumno pudiera ver y escuchar antes varios de ellos con el fin de saber más exactamente el sonido que produce o el tipo de música que se puede hacer con él.

También hay que tener en cuenta que hay instrumentos más solitarios pero que pueden hacer melodía y acompañamiento a la vez por sí mismos (es el caso de la guitarra o el piano), mientras que los instrumentos sinfónicos (flauta, violín, trompeta, clarinete, trombón, etc.), necesitan de un grupo para interpretar música. Todo tiene sus pros y sus contras: unos pueden tocar cualquier música ellos solos, lo que les permite disfrutar de una forma completa de la interpretación, mientras que otros disfrutan del hecho de tocar en grupo y de la vida social de las agrupaciones musicales (bandas, orquestas, etc.).

Una cosa más sobre este tema. Tras un año solfeando con mi maestro D. José Ortuño en la Escuela de la AAM de Yecla cuando empecé a estudiar música, yo quería tocar el saxofón, pero en aquel momento solamente estaba libre la trompeta. Tras el disgusto inicial, comencé a estudiarla y con ella he seguido hasta ahora. Por supuesto,no la cambiaría por ningún otro instrumento. Quiero decir que, si te gusta la música, el instrumento a elegir puede no tener una importancia tan trascendental.

Cuando los chicos comienzan a tocar un instrumento es fundamental que el repertorio que vayan a tocar sea motivador. Tenemos que pensar que lo cómodo para ellos es jugar con la tablet o ver vídeos de YouTube y que competir con esto es difícil. La práctica con el instrumento es laboriosa, sobre todo al principio, y esto hace que algunos de ellos abandonen.

Un buen aliciente para esta etapa es la participación en actividades donde pueda tocarse en grupo, como audiciones o música de cámara, etc. Es muy estimulante el tocar junto a otros compañeros y disfrutar de la interpretación de conjunto. Por supuesto, la incorporación a una banda de música también es muy motivadora, aunque sería conveniente que el alumno tenga ya un cierto nivel.

A partir de aquí, se abre un abanico de posibilidades para disfrutar de la música. En el caso de la guitarra o el piano: tocar piezas de diferentes estilos musicales (clásico, moderno, flamenco, rock…) y eventualmente participar en agrupaciones. En el caso de los instrumentos de viento, percusión o cuerda: incorporarse a una banda u orquesta o simplemente disfrutar de la interpretación y del aspecto más lúdico de la música.

Para cualquiera de estas actividades no hay límite de edad y el aprendiz de música adulto, puede disfrutar de la interpretación musical con otras personas y de participar en las actividades musicales y sociales de una agrupación. Que le pregunten si no a cualquier cantante amateur de un coro, por ejemplo, cuanto puede llegar a divertirse haciendo música con otros compañeros.

En definitiva, es importante que la música y el tocar un instrumento se realice de forma divertida y nos proporcione una buena dosis de felicidad. Afortunadamente, con la Escuela de Música de la AAM, tenemos una grandísima oferta musical que incluye enseñanzas para todo tipo de instrumentos, todo tipo de estilos musicales y para todas las edades.

Por último, me gustaría hacer una pequeña reflexión sobre algo de lo que no hemos hablado: la dedicación profesional a la música.

En ocasiones, he hablado con padres que han vivido con cierta desilusión el abandono de los estudios de música por parte de sus hijos o el hecho de que no se hayan dedicado a estudiar música de una manera profesional. Creo que esto es un error. Es absolutamente normal que muchos chicos y chicas abandonen sus estudios de música una vez que aparecen nuevos intereses en relación a otras carreras o trabajos. Forma parte de su evolución natural. Por supuesto, los beneficios que la música ya ha proporcionado a los estudiantes que han abandonado los estudios musicales son innumerables: desarrollo auditivo (por ejemplo, para aprender idiomas), coordinación y sentido del ritmo, disciplina de estudio y trabajo, relaciones sociales, etc. Además, la opción de participar de la interpretación de una forma lúdica y amateur, siempre estará ahí.

Suelo decirles a estos padres que para que alguien se dedique profesionalmente a la música tienen que darse necesariamente dos cosas: en primer lugar, tener una cierta facilidad a la hora de tocar el instrumento. Esto nos va allanar bastante el complicado camino en el que se adentran estos alumnos. En segundo lugar, que los futuros estudiantes de música tengan un gran amor e interés por estos estudios. Es un recorrido largo y la motivación debe de partir de uno mismo para lanzarse con determinación a conseguirlo, al igual que sucede con otras carreras.

Para terminar, un par de consejos para estos alumnos de estudios superiores de música. Toda la información está ahí, en Internet: oportunidades laborales, cursos, opciones para ir de Erasmus, profesores, ejercicios técnicos, clases online, vídeos de intérpretes, etc. Hay que ser activos y abrir la mente. No basta solo con tocar muy bien en casa. Hay que ir a cursos (a ver y a que te vean), hay que presentarse a pruebas (para ir poco a poco subiendo de nivel), hay que buscar cualquier información relevante sobre tu instrumento, tu repertorio o cualquier cosa que pueda ayudarte en tu carrera.

A todo esto, hay que añadirle voluntad y esfuerzo. En esto no hay diferencia con cualquier otra actividad profesional: para avanzar tiene que haber pasión por lo que estás haciendo.