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Todos, o al menos todos a los que nos preocupa un poco la cultura, hemos oído las manifestaciones del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, en las que solemnemente declara que “la cultura es un bien de primera necesidad”.

No podemos más que celebrar estas declaraciones y esperamos con incierta esperanza trufada de cierto escepticismo como se traducirán en medidas concretas que de verdad la conviertan en una realidad futura. Supongo que estaremos de acuerdo en que actualmente tan rotunda afirmación solo constituye, en el mejor de los casos, la expresión de un deseo.  Y aquí está el quid de la cuestión. Cuando el autor es ni más ni menos que el ministro del ramo es razonable que el lector se cree la ilusa expectativa de que quien tiene la capacidad de decidir tenga también la voluntad, si no con carácter inmediato sí en un futuro próximo, de obrar en consecuencia y por tanto de destinar recursos públicos suficientes para que la bendita frase no quede solo en eso. Y claro, si hablamos de gestionar y administrar recursos públicos tenemos que hablar de decidir y de priorizar el destino de esos recursos.

Parece lógico deducir que un bien de primera necesidad ocupará uno de los primeros lugares en el orden de prioridades. Si no es así, y las dudas al respecto son más que razonables, supondría un ejercicio de incoherencia y alguna cosa más.

Desde el inicio de la actual legislatura (después de la larga siesta que se echaron nuestros políticos) la Confederación Española de Sociedades Musicales  (CoESsM) retomó los contactos iniciados en la anterior legislatura con nuestros representantes políticos con sendas reuniones con el presidente de la Comisión de Cultura del Congreso Agustín Zamarrón y con los presidentes de las Comisiones de Cultura Manuel Escarda y de Hacienda del Senado, Cosme Bonet a quienes expuso el enorme colectivo al que representa nuestra entidad y el proyecto de modificación del marco normativo que afecta (en el sentido de menoscabar, perjudicar e influir negativamente) a nuestras bandas y escuelas de música en el ámbito tributario, en el asociativo, en el laboral y el educativo. Ello se traduce en un legislación que trata a nuestras asociaciones como empresas (25% de gravamen a los resultados derivados de realizar la actividad musical que les es propia) la no aplicación del  “IVA cultural” a la compra de instrumentos (gravados al 21%, cuando Francia, Italia y Portugal sí que aplican el tipo reducido o bonifican la diferencia) como si la música no fuera cultura, la nula consideración del voluntariado cultural, el sangrante anacronismo de la actual Ley del Mecenazgo que no tiene en cuenta la vital aportación no monetaria que realizamos los voluntarios y que es la base de la pervivencia de nuestro colectivo, que no debemos olvidar que es el más numeroso de España y que protagoniza el fomento y acceso a  la cultura de base. A todo ello se une el menguante protagonismo de la enseñanza de la música en nuestro sistema educativo; situación que esperamos y que lucharemos para que revierta la próxima ley de educación.

Todas ellas tuvieron una favorable acogida por parte de los representantes políticos que nos aseguraron que mantenían un estrecho contacto con el ministro, a quien, obviamente, la COESsM se las ha hecho llegar, y se abrió un canal de interlocución directo que nos permitía ser moderadamente optimistas. Incluso se trató la posibilidad de presentar iniciativas legislativas consensuadas (como no puede ser de otra manera) con todos los grupos políticos.

Señor ministro de Cultura, le animo a releer nuestras reivindicaciones (todas ellas en la línea de considerar la cultura un bien de primera necesidad) tomarlas en consideración y convocar a la CoESsM Share on X

Pero desgraciadamente llego la pandemia y casi todo se paralizó. Lo que no se paralizó fue la dedicación de la CoESsM para defender a nuestras asociaciones, a nuestros músicos y a nuestros alumnos. Para ello, remitió sendas cartas al ministro de Cultura al que ofreció su interlocución y participación en las mesas de trabajo creadas para la reconstrucción del sector cultural y al de Sanidad al que pidió que redactara un protocolo basado en el estudio por parte de los profesionales competentes para analizar el comportamiento del virus en el desarrollo de nuestras actividades musicales y educativas, facilitó los estudios llevados a cabo por el Instituto Bernhard Richter de Friburgo y por la Filarmónica de Viena  y redactó un documento con 33 medidas encaminadas a garantizar la supervivencia de nuestras entidades. Asimismo, remitió al ministerio de Educación la misma información  que a los ministerios de Cultura y Sanidad para su conocimiento y solicitó al presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) una entrevista para tratar de que desde esta entidad se coordinara la respuesta de todos los ayuntamientos para atemperar en la medida de sus posibilidades el muy negativo impacto que tiene la cancelación o suspensión de todas las actividades, tanto culturales como festivas, en las que nuestras asociaciones musicales participan o son protagonistas. Aprovecho para agradecer a la presidenta de la FSMCV que le recordara a Rodríguez Uribes algunas de estas reivindicaciones.

Protocolo y medidas de apoyo

Como única respuesta hemos recibido sendas comunicaciones tanto del ministerio de Cultura como de Sanidad en la que cada uno nos remite al otro y se sacude el problema como si no fuera con ellos. Así, el ministerio de Sanidad considera que con la normativa general publicada en el BOE es más que suficiente para que cada uno redacte su propio protocolo. Por su parte, el ministerio de Cultura en el decreto de apoyo al sector cultural obvia por completo al sector asociativo y amateur y se centra única y exclusivamente en el sector profesional, olvidando que la cultura popular o de base es eso precisamente: la base de nuestra cultura. ¿O no es así? Lo único que dice el decreto es que será el INAEM el organismo encargado de dictar una resolución por la que se aprueben las medidas de apoyo a nuestro colectivo. Publicada la esperada resolución por el INAEM, esta no resuelve casi ninguno de los problemas generados por la pandemia. Ni tampoco los anteriores.

Y mientras tanto, nuestras bandas están intentando retomar la actividad que les da sentido y que provee a toda la sociedad de ese bien de primera necesidad que es la cultura. Pero lo hacen con tanto miedo e incertidumbre como ilusión. La ilusión nunca nos la quitará nadie. Pero nuestro miedo es consecuencia, entre otras cosas, de la total y absoluta ausencia de estudio alguno que aporte rigor científico y certidumbre sobre los riesgos que para la salud y para la vida de un musico supone participar en un ensayo o en un concierto.

Con nuestra labor de voluntariado cultural quitamos una parte de nuestro tiempo al trabajo, a la familia y los amigos para realizar actividades de interés general que, según reza la Ley del Voluntariado, es aquel que promueve y defiende el derecho de acceso a la cultura y, en particular, la integración cultural de todas las personas, la promoción y protección de la identidad cultural, la defensa y salvaguarda del patrimonio cultural y la participación en la vida cultural de la comunidad. Creo que esto es exactamente lo que hacemos todos los músicos y directivos de nuestras bandas y escuelas de música.

Señor ministro de Cultura, le animo a releer nuestras reivindicaciones (todas ellas en la línea de considerar la cultura un bien de primera necesidad) tomarlas en consideración y convocar a la CoESsM para debatirlas y analizar la posibilidad de su aprobación con el fin de proteger y mejorar las condiciones de vida de nuestras asociaciones y de sus integrantes. Ello con independencia de la urgente necesidad de que el Gobierno de España destine recursos públicos a proteger la salud y la vida de los miles de músicos de todo origen y condición. Los músicos y toda la sociedad que disfruta de la música lo merecemos y lo necesitamos.

Luis Vidal Domínguez es secretario general de la Confederación Española de Sociedades Musicales.

Paradoja: la cultura en tiempos de confinamiento

Fuente: Platea Magazine. Escrito por Dirección  

Lo primero es lo primero, y lo primero ha de ser nuestro bien más preciado por encima de cualquier otro: la vida. Salvarnos a nosotros mismos, salvar a los demás, cuidarnos los unos a los otros, siguiendo las directrices de las autoridades y cumpliendo con nuestros deberes como ciudadanos en estos duros momentos. Demos ejemplo a quienes nos rodean, ya sea cerca o a través de las redes sociales: quedémonos en casa. Es tiempo de priorizar valores y de dar gracias por lo que tenemos. Como siempre debería ser, en realidad, pero hoy más que nunca.

Desde un medio especializado como el nuestro, durante estos días, es inevitable tener la impresión de estar de algún modo frivolizando con nuestra actividad, ante la implacable crudeza de los acontecimientos ahí fuera. Pero lo cierto es que el arte forma parte de los cuidados que nos procuramos a nosotros mismos y a los nuestros. La música, como otras disciplinas artísticas, nos recuerda quiénes somos y cuánto nos importa la comunidad de la que formamos parte. Si bien no nos salva (o tal vez incluso sí), la música sin duda nos acompaña en estas horas duras y cruentas. Por eso seguimos ahí, al pie del cañón, aportando nuestro granito de arena, confiando en que la música inspire un poco más de esperanza y nos ayude a mirar juntos hacia un futuro mejor. Desde el confinamiento de nuestros domicilios la música nos hace sentir libres.

Por todo ello desde Platea Magazine sentimos la obligación y la responsabilidad de aportar lo que tenemos. De hecho, hace unos días decidimos abrir a todos los lectores nuestra edición física, de forma íntegra y gratuita, a través de Internet. Hemos comenzado con nuestro último número, el de enero 2020, que acumula ya más de 3.000 lecturas. Nuestra web también está registrando, durante este mes de marzo, su máximo histórico de visitas (vamos camino de rebasar ya el medio millón). Gracias de corazón, de parte de toda nuestra redacción, por acompañarnos durante estos tiempos tan duros y por dejarnos estar a vuestro lado. Es un regalo sentiros tan cerca.

Se avecinan tiempos muy duros en lo económico, mientras luchamos por superar la urgencia sanitaria. La situación sin duda afectará a toda la población y por descontado también a artistas y entidades musicales. Y de igual manera a los medios, aunque no seamos el principal foco de atención cuando se habla de esta crisis económica. En estas circunstancias, una vez más, es desesperante constatar hasta qué punto España no se ha hecho cargo aún de la cultura como una parte sustancial de su tejido productivo. Ni la administración ni la sociedad civil asumen que la cultura es un motor fundamental de nuestra identidad como país. Se sigue hablando, con desprecio y desvergüenza, de los “titiriteros”, pero ¡qué vivan los titiriteros! Sin ellos nuestro acervo estaría realmente incompleto. De los artistas y de su labor sólo nos acordamos en los días más grises, cuando más nos hacen falta. Sucede algo parecido con nuestro personal sanitario. ¿De verdad no vamos a aprender la lección? ¿Volveremos a conformarnos con recortes y desprecios el día de mañana? ¿Seguiremos saliendo a aplaudir al balcón, sin haberles acompañado en sus reivindicaciones durante años?

Esta crisis nos va a cambiar, nos debería cambiar. Por eso es importante afirmar, hoy más que nunca, que la cultura no es gratis. El arte no surge por generación espontánea. Más allá del talento y la inspiración, la cultura es fruto del trabajo ingente de miles y miles de profesionales que se desviven por lo que hacen. Y sin embargo esta crisis corre el peligro de paralizarlo todo y lastrar las artes durante años. Estos días estamos asistiendo a una singular paradoja: hemos vuelto a descubrir que la cultura es nuestra última tabla de salvación en tiempos de crisis e incertidumbre. Desde nuestros confinamientos no dejamos de acudir a las numerosas instituciones que han abierto sus archivos a través de Internet. Y qué paradoja: de no ser por su generosidad, abriendo sus contenidos de manera gratuita, a muchos esta cuarentena se les haría aún más incómoda. ¿Sabremos estar ahí el día de mañana, cuando la cultura nos necesite a todos, cuando ya no pueda seguir siendo gratuita?

De momento brillan por su ausencia las acciones del Gobierno de España para paliar el impacto de esta crisis en el sector cultural. El Ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, se ha limitado a pedir propuestas, en una breve ronda de conversaciones con representantes de varias disciplinas, al tiempo que aplaudía la solidaridad de los músicos en estas horas difíciles. Sonroja comparar su inmovilismo con la determinación de las autoridades de países vecinos, como Alemania o Francia. De hecho, el propio Presidente del ejecutivo, Pedro Sánchez, parecía compartir esta postura tan poco resolutiva, cuando en su comparecencia del pasado día 17 dijo aquello de “aplausos al mundo de la cultura y a todas las personas que con su ingenio y su talento nos hacen más llevaderos estos días tan difíciles”. Aplausos, claro que sí, pero algo más también, porque sólo con aplausos no se pagan las facturas. Un país se puede permitir la confusión entre la cultura y el mero entretenimiento, pero un Ministerio de Cultura no puede cometer ese error. El entretenimiento ha de ser una consecuencia de la cultura, no al revés. Y los creadores de la cultura y el arte, al igual que quienes lo hacen posible desde todos los ámbitos que lo rodean, no trabajan gratis.

En mitad de todo esto resulta irónico, por no decir indignante, que el currículo de nuestro plan educativo haya confinado a la música a un lugar residual, en estos días en los que los balcones de media España se nutren de músicos que ofrecen su arte a sus vecinos, gratis et amore. Pensemos en una solidaridad de ida y vuelta, sería lo justo: la música y la cultura que ahora nos salvan y nos entretienen, necesitarán (necesitaremos) después de nuestro (vuestro) apoyo y soporte, o su supervivencia penderá de un hilo. Y sin embargo, no son días para exigir sino jornadas para arrimar el hombro, cada uno a su manera, en esta lucha común y mundial contra la pandemia. Dejemos a un lado la demagogia y el sectarismo, también entre los músicos y los artistas. Ahora no toca. Son días de responsabilidad y bien común.

Seguiremos sumando cuando llegue el día después, siempre con la palabra al servicio de la música. Deseamos ahora más que nunca volver a compartir esas plateas que reposan estos días vacías y silentes. Estamos aquí, estaremos allí. Y os damos las gracias por contar con nosotros para mantener viva la llama de la esperanza en estas horas difíciles. Juntos lo conseguiremos.

Gonzalo Lahoz y Alejandro Martínez

Dirección · Platea Magazine

Foto: © Bayerische Staatsoper

Artículo original: PLATEA MAGAZINE. EDITORIAL. «PARADOJA: LA CULTURA EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO»

La CoESsM insta a crear un gabinete de crisis, con la participación de las administraciones central, autonómica y local, que dé soluciones urgentes que aseguren su supervivencia, continuidad y sostenibilidad

Es preciso abordar ayudas específicas urgentes para preservar el futuro del colectivo, formado por 1.100 sociedades musicales, con 80.000 músicos, 120.000 alumnos de escuelas de música y 1.000.000 de socios

Una acción interinstitucional eficaz es fundamental para afrontar esta pandemia que provoca el cierre de asociaciones y empresas, y deja sin empleo a miles de trabajadores, músicos, artistas, profesionales…

La CoESsM remitió al ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, un documento donde expone 33 reivindicaciones de carácter general de las sociedades musicales

Unas declaraciones del ministro crearon un gran malestar entre un colectivo que entiende que lo primordial es salvar vidas, pero ello no obsta para pensar y dar soluciones al sector musical y cultural

Madrid, 16 de abril de 2020

La Confederación Española de Sociedades Musicales (CoESsM) insta al Gobierno de España a liderar y apoyar de manera firme y transversal a la música y la cultura ante la grave situación que ha generado el Covid-19 mediante la creación de un gabinete de crisis, con la colaboración y participación de las administraciones central, autonómica y local, que dé soluciones urgentes que aseguren la supervivencia, continuidad y sostenibilidad del sector.

La CoESsM considera que hay que abordar ayudas específicas para preservar el futuro del colectivo, formado por 1.100 sociedades musicales, con 80.000 músicos, 120.000 alumnos de escuelas de música y 1.000.000 de socios, agrupadas en las diversas federaciones territoriales existentes en el Estado español; así como de asociaciones de músicos profesionales, directores de orquesta y de bandas de música.

Una acción interinstitucional decidida y eficaz es fundamental para afrontar esta pandemia que puede provocar el cierre de numerosas asociaciones y empresas, y dejar sin empleo a miles de trabajadores, músicos, artistas, profesionales de la gestión cultural y personas vinculadas al sector, tanto en la vertiente profesional como amateur; así como el profesorado de las escuelas de música y de los centros autorizados.

El objetivo sería desarrollar programas con los que facilitar ayudas y financiación que compensen las graves consecuencias del coronavirus, tal y como están haciendo países como Alemania, Italia, Francia o Reino Unido o diversas comunidades autónomas; e impulsar iniciativas para preservar el modelo y la industria cultural en el Parlamento Europeo.

La CoESsM remitió, el pasado 31 de marzo, al ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes un documento donde expone las reivindicaciones de las sociedades musicales. Las 33 medidas, de carácter general, están relacionadas con las actividades educativas de estas asociaciones sin ánimo de lucro, ayuntamientos u otros organismos de carácter local; empresas, autónomos y cooperativas beneficiarias de ayudas y subvenciones o contrataciones públicas; de apoyo financiero, fiscales y tributarias para respaldar al sector cultural, en general, y el musical en particular. Respondía con estas consideraciones al llamamiento del ministro que pidió que se hicieran propuestas para reconstruir cada ámbito cultural.

Incrementar el presupuesto
Algunas de las peticiones de la entidad son incrementar el presupuesto de Cultura al 2%; la creación de líneas de ayuda, inyección económica en las redes y circuitos de programación públicos y privados para que se estimule la reprogramación de actividades canceladas; la consideración de entidades en situación de vulnerabilidad económica para las sociedades musicales y su inclusión en el ámbito de aplicación de la moratoria sobre las deudas hipotecarias inmobiliarias.

En relación con las actividades educativas de las sociedades musicales pide que se clarifique la forma en que afecta el Real Decreto 463/2020 a las escuelas de música y a los profesionales que trabajan como profesores, directores o intérpretes, en escuelas, bandas, orquestas…; y se considere causa de fuerza mayor la suspensión de la actividad de los centros docentes que no puedan impartir las clases de manera telemática.

Malestar del colectivo
Unas declaraciones de Rodríguez Uribes crearon un gran malestar entre un colectivo que ha apoyado a la sociedad en estas semanas con numerosas iniciativas, y entiende que lo primordial es salvar vidas. Pero ello no obsta, según la Confederación, para pensar y dar soluciones de emergencia al sector musical y cultural, así como otros ministerios deben hacerlo con el agrícola, educativo o empresarial, para evitar su colapso y ruina y el de miles de asociaciones, formaciones, artistas, intérpretes, empresas, medios de comunicación, profesores, trabajadores…

Rodríguez Uribes celebra hoy por videoconferencia una nueva reunión con los consejeros de Cultura de las comunidades autónomas y con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) en la que traslada la propuesta de un gran Pacto de Estado por la Cultura; y mañana lo hará, junto con la ministra de Hacienda, Mª Jesús Montero, a más de 30 representantes de colectivos del mundo de la cultura. La CoESsM, organización que aglutina y representa a todo el movimiento bandístico en España y miembro del pleno del Consejo Estatal del INAEM, no ha sido convocada a este encuentro.

La Confederación, que ha apoyado las 52 medidas extraordinarias para afrontar las consecuencias del Covid-19 del sector de las artes escénicas y la música, y el manifiesto de la Red Española de Escuelas de Música; se solidariza con todas las personas afectadas por la epidemia y agradece a las federaciones, sus sociedades musicales y asociaciones musicales profesionales su colaboración e iniciativas ciudadanas en estos duros momentos.
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Federaciones en España
Actualmente, estas son las federaciones de sociedades musicales en España:

Federación de Bandas de Música de Andalucía

Federación Aragonesa de Sociedades Musicales y Escuelas de Música Amateurs

Federación Balear de Bandas de Música y Asociaciones Musicales

Federación Regional Castellano-Manchega de Sociedades de Música

Federación Castellano-Leonesa de Asociaciones Musicales, Bandas y Escuelas Música

Federación Catalana de Sociedades Musicales

Federación Extremeña de Bandas de Música

Federación Gallega de Bandas de Música Populares

Federación Gran Canaria de Bandas de Música

Federación Provincial de Bandas de Guadalajara

Federación Regional de Sociedades Musicales de la Comunidad de Madrid

Federación de Bandas de Música de la Región de Murcia

Federación Navarra de Bandas de Música

Federación Tinerfeña de Bandas de Música

Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana

Documento con las 33 medidas remitido por la CoESsM

DOCUMENTACIÓN

–  Confederación Española de Sociedades Musicales (CoESsM)
https://coessm.org/

– BOE
https://www.boe.es/

– BOE. Medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto del COVID-19
https://www.boe.es/boe/dias/2020/03/18/pdfs/BOE-A-2020-3824.pdf

– BOE. Estado de alarma
https://www.boe.es/boe/dias/2020/03/14/pdfs/BOE-A-2020-3692.pdf

La Noticia en los Medios:

https://elpais.com/cultura/

https://www.todalamusica.es/

http://www.lasbandasdemusica.com/

https://www.castelloninformacion.com/

http://www.cartagenaactualidad.com/

https://www.murcia.com/

https://www.radiobanda.com/

TV

L’Ebre Notícies. Dijous, 16 d’abril

Noticias Relacionadas

https://elpais.com/economia/

https://www.beckmesser.com/

https://www.lavozdelasbandas.com/

Hace unos días, un músico compartía una conversación mantenida con un conocido suyo, médico, cuando éste regresaba de una extenuante jornada de trabajo en un hospital público, saturado por la emergencia sanitaria del COVID-19. El músico le decía: “No sabes cuánto admiro vuestro trabajo: a diferencia de nosotros, vosotros salváis vidas”, a lo que el médico respondió: “Sin embargo, yo sí que admiro y agradezco el vuestro: muchos no podríamos aguantar estos días si no fuese porque, al final de una jornada infernal, es vuestra música la que nos hace reconciliarnos con el mundo, la que nos devuelve la fe en el futuro y la que nos permite dormir y renovar fuerzas y energía para volver a enfrentarnos a esta locura”. Y es que, incluso en el terrible contexto de esta pandemia asesina, no podemos olvidar que la cultura, las artes y la imaginación humana no se reducen a un mero ejercicio ornamental de prescindible entretenimiento: son, y han sido siempre, herramientas esenciales para nuestra supervivencia. Para los confinados, los enfermos, los sanitarios, los transportistas, las fuerzas de seguridad, los trabajadores de todas aquellas industrias consideradas hoy esenciales, y para el conjunto de la ciudadanía, la cultura es el combustible que nos permite resistir anímicamente los embates del miedo, el agotamiento y la incertidumbre y, fundamentalmente, lo que nos permite soñar con un futuro mejor.

Sin embargo, la reflexión que está totalmente ausente del tormentoso debate público de estos días es que si las artes llegan a la ciudadanía, lo hacen únicamente gracias al trabajo de multitud de personas con nombres, apellidos y familias a su cargo; profesionales que también sufren de manera evidente viendo cómo esta crisis sanitaria está desarmando día a día las endebles estructuras del sector que les da de comer. Un sector, el cultural, frágil y desprotegido, cuyos eslabones más débiles –sus pequeñas empresas sin asalariados y sus trabajadores intermitentes, sin salario fijo, sin contrato estable y huérfanos de un marco legal que contemple las especificidades de su actividad en los ámbitos laboral, tributario y de protección social– miran al futuro con una inseguridad aterradora, preguntándose cómo van a subsistir.

Los profesionales del mundo de la cultura somos perfectamente conscientes del estado de emergencia sanitaria y social que esta pandemia está provocando en nuestra sociedad. Nunca hemos querido, ni mucho menos, que se antepongan las necesidades de nuestro sector a las de ningún otro, y no lo queremos ahora que tantos se juegan valientemente la vida por la salud de los demás. Hoy, más que nunca, lo primero es indiscutiblemente lo primero. Sin embargo, lo que sí es pertinente demandar es que la cultura y sus trabajadores no sean relegados a la anécdota política, degradando a la categoría de ornamental una actividad que es socioeconómicamente estructural y -estos días especialmente- humanamente imprescindible. Por ello, es fundamental que gobierno central, comunidades autónomas y ayuntamientos asuman sus responsabilidades, actúen coordinadamente y no se queden esperando a un “día después” (sic.) que nadie puede fechar para preocuparse por quienes hacen posible que, justo ahora, en momentos de tanta fragilidad, no caigamos en la desesperación, la depresión o la locura. Si eluden hoy la urgencia de esta tarea, cuando decidan despertar, para muchas familias, para muchos proyectos culturales y para muchas pequeñas empresas y trabajadores freelance del sector, será demasiado tarde.

Hemos visto estos días a multitud de cargos políticos, cuya responsabilidad institucional es gestionar la sostenibilidad del universo cultural del país, aplaudir la generosidad de los artistas que comparten estos días su creatividad por las redes y en los balcones; hemos visto como, en sus redes sociales, recomiendan y se dejan recomendar libros, películas, exposiciones online, discos y series, e incluso les hemos leído y oído en diversos medios de comunicación alabar públicamente la importancia de la cultura en nuestras vidas. Eso está muy bien, sin duda, pero señoras y señores con responsabilidades políticas en el ámbito de la cultura: esa no es la tarea que le encomendamos los ciudadanos democráticamente. Su misión fundamental, como servidores púbicos, es garantizar que el tejido cultural no se gangrene como consecuencia de esta crisis sanitaria, tomando para ello medidas urgentes, inmediatas y dotadas de concreción presupuestaria. Las cerca de un millón de familias que en este país viven y comen directamente de las industrias culturales, más que sus aplausos, sus artículos de prensa, sus tweets y sus recomendaciones, lo que necesitan es que ustedes se pongan manos a la obra. Y, si bien es cierto que el Ministerio de Cultura ha comenzado a dar, tras semanas de preocupante inacción, las primeras señales de reconocer –¡finalmente!– que las industrias culturales de este país necesitan un tratamiento específico y una consideración en pie de igualdad con otros sectores productivos (representan un 3,2% del PIB, su aportación al VAB es del 3,4% y condicionan entre el 15%-20% de los movimientos turísticos), lo evidente es que muchas comunidades autónomas y ayuntamientos permanecen absolutamente inactivos y que, verdaderamente, aún estamos a años luz de nuestros vecinos europeos. De hecho, la mayoría de los gobiernos de nuestro entorno han tomado ya decisiones de mucho mayor calado para atajar esta crisis, dotadas de partidas presupuestarias concretas. Portugal ha liberado ya un fondo para apoyar a los muchos trabajadores de la cultura que queden –como aún ocurrirá aquí, a pesar de las tímidas medidas recientemente anunciadas– fuera de las líneas de ayuda generales, Italia destinará más de 130 millones de euros a las artes escénicas y al audiovisual, Francia revisará todas las obligaciones tributarias y de seguridad social de los trabajadores intermitentes de la cultura y destinará un fondo inicial de 20 millones a ayudas para intermitentes del mundo del libro, las artes escénicas y la música, el Arts Council de Reino Unido destinará 160 millones de libras para paliar específicamente los efectos de la crisis en el sector y el Ministerio de Cultura de la República Federal de Alemania ha anunciado un paquete de 50.000 millones de euros —sí, lo han oído bien—, para apoyar al mundo de la cultura. La Ministra de Cultura alemana, Monika Grütters, ha dotado así de contenido real a sus declaraciones, en las que afirmaba que “una sociedad democrática necesita un paisaje cultural diverso” y que “los artistas no sólo son indispensables, sino vitales, en momentos como este”, anunciando, además, un presupuesto específico para alquileres de locales culturales y la exención total de los pagos a la seguridad social para artistas y creadores freelance.

La cultura no es un lujo, pero tampoco es gratis. Como responsables de su gestión pública, ustedes no deben confundirse: trabajar para hacerla accesible y aplaudir la genuina generosidad de sus profesionales en el contexto actual no implica dar por supuesto que éstos viven del aire que desciende del Parnaso. Y algunas de las declaraciones públicas que ustedes han hecho recientemente contribuyen a crear un peligroso clima de opinión en el que se puede llegar a pensar que los artistas se autoabastecen de la belleza y del bienestar que contribuyen a crear. Nada más lejos de la realidad: las musas, si es que existen, no dan de comer y, sin embargo, las herramientas institucionales, legislativas, presupuestarias y tributarias que ustedes tienen a su disposición como gestores públicos sí pueden evitar la debacle de un sector en plena zozobra. España –representada democráticamente por sus instituciones– no puede quedarse impávida viendo cómo naufraga el futuro de aquellos que nos permiten emocionarnos y reecontrarnos con la verdadera esencia de nuestra humanidad, alimentando nuestra imaginación y nuestra capacidad de soñar. Como responsables institucionales del tejido cultural, escuchen y sigan las recomendaciones de los profesionales, reúnanse con sus homólogos europeos y estudien la aplicación de sus propuestas, habiliten espacios de colaboración institucional entre los diferentes niveles de la administración y profundicen en su acción, tomando medidas más valientes, de auténtico calado estructural. Transformen las palabras en hechos. Las crisis hacen emerger a los verdaderos líderes y retratan a quienes decidieron esconderse ante la adversidad. Ejerzan pues su liderazgo en el ámbito cultural, que es, en democracia, el liderazgo que los ciudadanos les hemos encomendado, y no defrauden nuestra confianza e hipotequen el futuro de toda la ciudadanía. Porque una sociedad que no cuida su cultura, abandonando a su suerte a quienes la producen, es una sociedad abocada al oscuro abismo de la barbarie. Y la democracia no resistirá semejante cataclismo.

Relación de firmantes por áreas de los Premios Nacionales de Cultura

PREMIOS NACIONALES FIRMANTES

Daniel Abreu (Danza, 2014)
Joaquín Achúcarro (Música-Interpretación, 1992)
José Luis Alcaine (Cinematografía, 1989)
Carlos Álvarez (Música-Interpretación, 2003)
Alfredo Aracil (Música-Composición, 2015)
Santiago Auserón (Músicas Actuales, 2011)
Ramón Barea (Teatro, 2013)
María Bayo (Música-Interpretación, 2009)
Justo Beramendi (Ensayo, 2008)
Cecilia Bercovich, Trío Arbós (Música-Interpretación, 2013)
Jonathan Brown, Cuarteto Casals (Música-Interpretación, 2006)
Jordi Buxó, Teatro Kamikaze (Teatro, 2017)
Antonio Canales (Danza, 1995)
Benet Casablancas (Música-Composición, 2013)
Antón Castro (Periodismo Cultural, 2013)
Teresa Catalán (Música-Composición, 2017)
Josep Colom (Música-Interpretación, 1998)
Alberto Corazón (Diseño, 1989)
Javier Darias (Música-Composición, 2018)
María De Alvear (Música-Composición, 2014)
Manuel De Blas (Teatro, 1992)
Suso De Toro (Narrativa, 2003)
Miguel Del Arco, Teatro Kamikaze (Teatro, 2017)
David Del Puerto (Música-Composición, 2005)
Israel Elejalde, Teatro Kamikaze (Teatro, 2017)
Jose Ramón Fernández (Literatura dramática, 2011)
Jorge Fernández Guerra (Música-Composición, 2007)
Diego Fernández Magdaleno (Música-Interpretación, 2010)
Josep María Flotats (Teatro, 1989)
Esther García (Cinematografía, 2018)
Juan Carlos Garvayo, Trío Arbós (Música-Interpretación, 2013)
Almudena Grandes (Narrativa, 2018)
Jose Luis Gómez (Teatro, 1988)
Jose Miguel Gómez, Trío Arbós (Música-Interpretación, 2013)
Manuel Gutiérrez Aragón (Cinematografía, 2005)
Aitor Hevia, Cuarteto Quiroga (Música-Interpretación, 2018)
Félix Ibarrondo (Música-Composición, 2019)
Andrés Lima (Teatro, 2019)
Elvira Lindo (Literatura infantil y juvenil, 1998)
Eduardo López Banzo, Al Ayre Español (Música-Interpretación, 2004)
Jose Manuel López-López (Música-Composición, 2000)
Diego A. Manrique (Periodismo Cultural, 2014)
Tomás Marco (Música-Composición, 1969 y 2002)
Jose Carlos Martínez (Danza, 1999)
Federico Martínez, Sax Ensemble (Música-Interpretación, 1997)
Vera Martínez-Mehner, Cuarteto Casals (Música-Interpretación, 2006)
Martirio (Músicas Actuales, 2016)
Juanjo Mena (Música-Interpretación, 2016)
Elena Mendoza (Música-Composición, 2010)
Josefina Molina (Cinematografía, 2019)
MªJosé Montiel (Música-Interpretación, 2015)
Antonio Muñoz-Molina (Narrativa 1988, 1992)
Xose Manoel Núñez-Seixas (Ensayo, 2019)
Alex Ollé, La Fura dels Baus (Teatro, 1993)
Víctor Pablo Pérez (Música-Interpretación, 1995)
Jorge Pardo (Músicas Actuales, 2015)
Marisa Paredes (Cinematografía, 1996)
Antoni Parera (Música-Composición, 2017)
Lluís Pasqual (Teatro, 1984 y 1991)
Vicky Peña (Teatro, 2009)
Javier Perianes (Música-Interpretación, 2012)
Helena Poggio, Cuarteto Quiroga (Música-Interpretación, 2018)
Asier Polo (Música-Interpretación, 2019)
Josep Pons (Música-Interpretación, 1999)
Alberto Posadas (Música-Composición, 2011)
Josep Maria Pou (Teatro, 2006)
Josep Puchades, Cuarteto Quiroga (Música-Interpretación, 2018)
Ventura Rico, Orquesta Barroca de Sevilla (Música-Interpretación, 2011)
Manuel Rivas (Narrativa, 1996)
Xesús Ron, Grupo Chévere (Teatro, 2014)
Antoni Ros Marbá (Música-Interpretación, 1989)
Cristina Rosenvinge (Músicas Actuales, 2018)
Jesús Rueda (Música-Composición, 2004)
Javier Ruibal (Músicas Actuales, 2017)
Jose Antonio Ruiz De la Cruz (Danza, 1997)
Alberto Sanjuán, Animalario (Teatro, 2005)
José María Sánchez-Verdú (Música-Composición, 2003)
Jordi Savall (Música-Interpretación*, 2014)
Julieta Serrano (Teatro, 2018)
Cibrán Sierra, Cuarteto Quiroga (Música-Interpretación, 2018)
Mauricio Sotelo (Música-Composición, 2001)
Arturo Tamayo (Música-Interpretación, 2002)
Aitor Tejada, Teatro Kamikaze (Teatro, 2017)
Abel Tomàs, Cuarteto Casals (Música-Interpretación, 2006)
Arnau Tomàs, Cuarteto Casals (Música-Interpretación, 2006)
Jesús Torres (Música-Composición, 2012)
Rosa Torres Pardo (Música-Interpretación, 2017)
Jose Luis Turina (Música-Composición, 1996)
Kiko Veneno (Músicas Actuales, 2012)
Gerardo Vera (Teatro, 1988)