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El oboe es noticia. Los comentarios vertidos sobre este instrumento musical en el programa El Hormiguero, dirigido por el famoso y exitoso periodista Pablo Motos, han suscitado diferentes reacciones. En primer lugar, la indignación del ramo, ya que todos los que tocamos el oboe nos hemos sentido aludidos, en cierta manera, y algunos ofendidos (no es mi caso). En las redes sociales, se han iniciado campañas para mostrar esta indignación, dar a conocer a nuestro insigne instrumento y dejar en evidencia la ignorancia del periodista y de sus colaboradores que, en honor a la verdad, la demostraron.

De los pocos segundos que duró la referencia, hay algunos aspectos que nos gustaría comentar. La vivencia de Pablo Motos fue durante mucho tiempo una manera de proceder en las sociedades musicales valencianas para repartir los instrumentos entre los educandos de las escuelas de música. Imagino que la historia que cuenta Pablo Motos acaecería en Requena, su pueblo natal, donde disfrutan de una agrupación centenaria de indudable valor artístico y social, la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena

Por lo que he podido averiguar, el profesor D. Daniel, que el periodista nombra, es un personaje real, nada más y nada menos que D. Daniel Martínez Marín, director de la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena entre 1977 y 1989, un maestro muy querido y de gran calidad humana y profesional. Y así sería, D. Daniel, al igual que la mayoría de los maestros de nuestras bandas, adjudicaba los instrumentos disponibles (y de manera gratuita) en función de las necesidades de la agrupación y no solo de las preferencias de los educandos. ¡Faltaría más, el interés colectivo por encima del interés individual! Una manera de proceder muy habitual. Otra versión era aquello de “tú a la trompeta, que tienes los labios adecuados para ello…” A mí me parece una anécdota muy entrañable. Si Pablo Motos quería el clarinete, se lo hubiera podido comprar él mismo. Si la sociedad musical le iba a prestar un instrumento gratuitamente, se debería conformar con lo que hubiera disponible y acoplarse a las necesidades del colectivo. Por lo tanto, que sean mis primeras palabras para defender a las sociedades musicales valencianas y poner en valor sus increíbles y más que centenarias aportaciones a la cultura musical en este país.

A mí me pasó lo contrario, yo quería el oboe y el maestro insistía en el clarinete. Me dijeron que, si quería el oboe, debería esperar un tiempo porque estaba comprometido en la banda de Utiel y tardaría unos meses. Y esperé. A lo mejor el oboe que Pablo Motos no quiso es el que me dieron a mí. Al fin y al cabo, Utiel y Requena no están demasiado lejos y los dos somos casi de la misma edad.

Pablo Motos no puede saber de todo, desde luego poco sobre el oboe. Y como él, muchas personas en nuestro país. Aprovechemos para pedirle, y así le damos la oportunidad de resarcirse ante los miles de oboístas españoles, que invite a un famoso/a oboísta. Por ejemplo, algún solista de la Orquesta Nacional de España o agrupación profesional similar y le dé la oportunidad de tocar el oboe en directo. Sería un gesto por su parte de grandeza y serviría para que nos reconciliáramos con él y con el El Hormiguero y “pelillos a la mar”. Comprobaría in situ que el oboe hace algo más que un simple “tiiiiiiiiiiiiiiiii” en una “canción”.

No va de broma. Pidamos todos a Pablo Motos que nos ayude a conocer mejor el instrumento. Ánimo, Pablo, ¡haznos ese favor! Un poco nos lo debes y sería un detalle muy bonito por tu parte.

Contengámonos los oboístas y demostremos nuestro sentido del humor. Tampoco es para tanto. ¡Pobres violistas si tuvieran que hacer caso a los hirientes chistes que sobre ellos vertimos el resto de la profesión! O también los buenos de los saxofonistas que aguantan muchas veces las bromas sobre el empleo de su instrumento en la música ligera y en las carpas de los circos. ¡Si somos nosotros los que más nos burlamos de nosotros mismos! Pero ahora ha sido diferente, lo ha hecho otro, un periodista famoso, en un programa de gran audiencia y nuestro honor ha sido mancillado. Ya lo decía mi abuela: “De los míos yo hablar pero nada escuchar”

La gran ignorancia del periodista ha sido la evidencia, pero insisto, es un programa de humor, donde por cierto se suele verter ironía sobre casi todo. Demostremos los oboístas que sabemos encajar esto con deportividad e intentemos aprovechar la situación y darle la vuelta.

Decía el colaborador del programa: “Yo no conozco a ningún famoso que se haya hecho famoso por tocar el oboe”. Tiene razón, los famosos que van a los reality shows y programas similares no suelen tocar el oboe, que exige largas horas de estudio, disciplina y preparación. Evidentemente, es otra manera de enfocar la vida, otros valores, donde la cultura artística es la protagonista. Y todo mi respeto a aquellos que van a hacerse famosos a la televisión, que cada uno haga lo que le dé la gana con su vida. Lecciones de moralidad, las justas. Desde luego, muchos en este país no tenemos como misión hacernos “famosos” sino al contrario, dar significado a nuestras vidas mediante la cultura y el arte. Y no creo que estemos tan equivocados. O puede que sí, ¡quién sabe!

En definitiva, recordemos aquello de “mejor que hablen de uno aunque sea para mal”. Aprovechemos la oportunidad para dar a conocer nuestro instrumento, demostremos sentido del humor y, al mismo tiempo, reivindiquemos siempre la cultura y el arte musical y, ¡cómo no!, a entidades muy respetables como la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena y a personas ilustres como D. Daniel Martínez Marín. No me cabe duda que hemos perdido a un gran oboísta, Pablo Motos es una profesional creativo e inteligente y hubiese demostrado estas mismas dotes con el oboe. ¡Lástima¡

Y poco más.

Manuel Tomás Ludeña