“Todos hemos tenido un año difícil, muy difícil. Sin embargo, seguimos creyendo en el mensaje de la Música.

Los músicos tienen en su poder flores en lugar de armas, flores que nos traen alegría, esperanza, paz, hermandad, AMOR. Por lo tanto, la Música no solo es importante por ser un entretenimiento, la Música no solo es una profesión, la Música es una MISIÓN.

Por eso hacemos este trabajo: para lograr a través de esa misión una sociedad mejor.

Pensemos que las nuevas generaciones se han visto privadas durante todo este año de la reflexión profunda y crítica por atender, casi exclusivamente, a la salud y por supuesto que la salud es lo primero y más importante, pero también importa la salud mental y la Música ayuda a ello.

Por eso, mi mensaje a los gobernantes, presidentes y primeros ministros de todo el mundo es: consideren siempre la cultura como uno de los elementos primordiales para tener una sociedad mejor en el futuro”.

Riccardo Muti. Transcripción del discurso realizado en el transcurso del Concierto de Año Nuevo en la Sala Dorada de la Filarmónica de Viena, 1 de enero de 2021

Fuente: https://blogs.laverdad.es/febandasrmurcia/ – Martes, 23 febrero 2021

Como casi siempre, la mañana del primer día del año mantengo el mismo ritual: ver y escuchar el famosísimo Concierto de Año Nuevo, unos años con más atención y otros, los que quizás la Nochevieja ha sido más intensa, la escucha ha mermado por culpa de la somnolencia. Este año no era el caso puesto que por desgracia, la Nochevieja de 2020, no pasará a la historia precisamente por la cantidad de horas bailando al son de las canciones del momento o los repetidos “brindis” con cava catalán, por lo tanto, en esta ocasión, mi atención estaba plenamente dirigida hacia lo que, con cierta curiosidad, iba a ser el primer concierto del 2021; digo con cierta curiosidad porque tenía la duda de cómo sería ver a la orquesta más famosa en el auditorio más televisado de la historia -¡sin público asistente!- espectadores, por otra parte, de cierta élite y que en esta ocasión, se quedarían al igual que yo año tras año, sin poder asistir a este magnífico evento; lo cual, tengo que decir, me producía cierto placer puesto que de esa manera y por una vez, todos los oyentes del mundo íbamos a ver este Concierto en las mismas condiciones -al fin éramos todos y todas iguales-. Sin embargo, ese extraño placer se fue al traste cuando vi el primer plano del auditorio vacío; en ese momento me recorrió una enorme tristeza y desolación: no era justo escuchar esa maravillosa orquesta tocando para un montón de asientos vacíos, carentes de japoneses, chinos, rusos, alemanes, austríacos, españoles, franceses….. Aquello tenía un aspecto extraño, fantasmagórico y desolador; solo la maravillosa decoración floral del auditorio lo hacía bello y esperanzador. A la estética floral se unió esplendorosamente la dirección con la que el Maestro comenzó a dar forma a la música. Por mencionar una de las interpretaciones, retengo en mi cabeza los ecos de una en particular – ¡qué Poeta y Aldeano interpretaron dios mío!, ¡Qué solo de violonchelo! – Esta composición fue una obra que no hace muchos años formaba parte del repertorio bandístico. El resto del concierto, sencillamente, estuvo maravilloso. Muti fue “Il Capo” absolutamente.

Además de todo esto, resulta que un murciano era el coreógrafo de los típicos bailes que todos los años intervienen en un momento de la retrasmisión: ¡qué más se podía pedir!

Pues sí, se podía pedir más, todavía quedaba lo mejor de la mañana. Antes de los tradicionales bises se produjo el milagro; el Maestro, Riccardo Muti, con la experiencia y sabiduría de sus 79 años, agarró con fuerza el micrófono y lanzó a los cuatro vientos el deseo para el Nuevo Año. Su alocución hecha en un inglés fácilmente entendible y con una maravillosa claridad, retumbó, no solo en la vacía Sala Dorada si no que hizo vibrar las paredes de los salones de todas las casas del mundo. Conforme el Maestro iba diciendo frase tras frase, mi corazón latía cada vez más fuerte y no era una fuerza cualquiera, era una fuerza enérgica, de ánimo y de alegría. Al mismo tiempo, mis ojos se humedecían y mi piel se erizaba. Ya con su magistral dirección a lo largo del concierto y a través de los sonidos producidos por la Filarmónica Vienesa esa sensación había hecho su aparición, sin embargo, en este instante, el estremecimiento era distinto; tenía otro cariz. Por fin, alguien y no cualquiera; el Maestro Muti y ante millones de espectadores, decía lo que yo – y sospecho que mucha más gente- pensaba, pienso y pensaré. Les puedo prometer que hubo un momento que mi loca imaginación me hizo ver una especie de alucinación: escuchando a uno de los más prestigiosos directores del mundo veía en él miles de bocas y voces a la vez expresando un único pensamiento. Es como si telepáticamente todos los músicos del mundo hablaran a través de la voz del maestro. Es como si la humilde labor que los músicos realizamos día tras día apareciera de repente en un gran luminoso de letras de luz en un color pleno de esperanza, dejando un mensaje que debemos trasmitir todos los días de nuestra vida: ¡La Música construye una sociedad mejor y esa debe ser nuestra misión!

Pocos días después recibía la siguiente noticia: la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, su Escuela y su Banda eran reconocidas por el Ministerio del Interior como Entidad de Utilidad Pública. Casi cincuenta años de trabajo intenso se veían recompensados por el Gobierno de España, dos años después de iniciar el expediente se conseguía esa declaración. Resulta que el Maestro Muti tenía razón, resulta que los músicos tenemos la misión de hacer la sociedad mejor. Resulta que si trabajamos intensamente conseguiremos hacer entender a los demás que la Música es absolutamente necesaria. Resulta que si nos empeñamos, las asociaciones musicales, escuelas y bandas, con su labor sin ánimo de lucro, con su actividad altruista y sacrificada ayudan a mejorar el futuro y el presente de nuestra gente. Nuestros jóvenes y nuestros mayores tendrán una existencia más confortable y en definitiva más saludable. Nuestro cuerpo y alma andarán más felices por el camino de la vida.

Sigamos creyendo pues en nuestra MISIÓN. Continuemos luchando como hasta ahora por la MÚSICA. Ella debe seguir sonando en todos los rincones del mundo a pesar de esta traicionera y maldita pandemia. Esforcémonos al máximo en superar cualquier adversidad.

Ángel Hernández Azorín (2021)
Director de la Banda y Escuela de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.
Director de la Banda “Asociación Jumillana de Amigos de la Música” de Jumilla.

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