Ha muerto Georgie Dan, el inventor de “la canción del verano” y autor de innumerables éxitos de ventas y público. Una auténtica celebridad cuyas canciones pegadizas (y también pegajosas) anunciaron durante décadas el inicio estival en nuestro país. Sus sonsonetes nos acompañaron en aquellas verbenas que proliferaban por los pueblos de la España vaciada y las playas masificadas.
Su presencia en los programas de televisión ha sido obligada desde el tardofranquismo hasta hace muy pocos años. Y algo curioso, la muerte le ha sobrevenido a sus 81 años cuando “amenazaba” con una nueva canción. Eso es ser incombustible y lo demás tonterías.
Desde este blog queremos rendirle un sentido homenaje y poner en valor su capacidad de innovación y el rotundo éxito que alcanzó.
Además Georgie Dann era, sin duda, “uno de los nuestros”. Formado en el Conservatorio de Paris durante nueve años, alcanzó el premio final de carrera en la especialidad de Clarinete. Los que somos músicos sabemos que este premio no se lo dan a cualquiera y menos en París. Y no solo eso, también dominaba el saxofón, el acordeón y la estética del jazz. Y para más inri, cursó estudios de Magisterio. De casta le venía al galgo. Por lo que he podido leer en la Wikipedia su padre era solista de trompeta en una orquesta profesional francesa. Todo parecía indicar que seguiría sus pasos.
Sin embargo no fue así. La pirueta profesional que Giorgie realizó es sorprendente y a mi entender digna de elogio.
No discutiremos la calidad de su obra desde una óptica musicológica y tampoco caeremos en una crítica fácil propia de los sectores elitistas y puristas de la música clásica. Evidentemente, la música de Geogie Dann es lo que es y poco más. Pensada para que penetre en tu disco duro y jamás la olvides pues es casi imposible de borrar.
Simple y efectiva. Si se quiere, un bocadillo de mortadela comparado con la cocina creativa de “El Bulli”. Pero que levante la mano a quien no le gusten los bocadillos de mortadela con aceitunas.
Era muy joven cuando bailé “El Bimbó” con mi primer amor de verano (por cierto no correspondido). Han pasado más de 40 años y todavía guardo en mi mente la melodía y la singular coreografía que acompañaba aquella canción. Esa es otra, su propuesta siempre ha sido un concepto escénico global
Pero no le demos más vueltas al debate de la calidad. Todo tipo de música es necesaria. Y esta también.
Vayamos más allá. En este blog se reflexiona continuamente sobre las competencias que deben atesorar los músicos actuales para desarrollar una profesión sostenible y sostenida en el tiempo. Recientes investigaciones (sobre todo anglosajonas) nos dicen que los músicos con más exito profesional son aquellos capaces de desarrollar su labor en diferentes ámbitos y en diferentes tipos de música. En definitiva, ser polifacético. Así era ya en el siglo XVIII. J.S. Bach se ganaba la vida dando clases a aficionados, era organista y clavecinista, copiaba partituras y tuvo tiempo además para componer las obras más importantes de la historia de la música. También para engendrar y criar una caterva de hijos aunque desconocemos su grado de implicación en las tareas domésticas.
Georgie Dann era polifacético . Creo que debemos aprender mucho de su obra, apreciar su versatilidad y su capacidad de transformación más allá de cualquier prejuicio estético. En el día de su triste fallecimiento, es portada de todos los diarios nacionales y medios de comunicación, Hoy muchos lamentan la pérdida de un gran artista. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Para finalizar, queremos expresar nuestro sincero reconocimiento y respeto. Pero sobre todo poner en valor el ejemplo de alguien creativo, valiente y original. Clarinetistas buenos hay muchos/as pero Georgie Dann solo ha habido uno.
Manuel Tomás Ludeña