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“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. El inicio de El amor en los tiempos del cólera (1985) de Gabriel García Márquez es, sin duda, una transparente alegoría de cómo la sencillez de una situación nos puede evocar todo aquello que amamos. Siempre hay una almendra amarga en mitad del deleite, y no sabemos cuando nos puede tocar. Hace sólo un año, no hubiéramos imaginado que llegaríamos a anhelar poder hacer nuestro trabajo con la normalidad que creíamos establecida. Ahora es el simple calor de nuestro hogar quien nos acerca a los anhelos perdidos, a aquellos que tal vez nunca consideramos como necesarios, aquellos por los que nunca luchamos y que, a pesar de ello, ahora se convierten en nuestras más grandes victorias. De repente, un terrible virus ha sido el elemento generador para el reseteo de nuestra vida.

Sin embargo, dentro y fuera del período especial que nos ha tocado vivir, seguimos sin encontrar un reconocimiento y valoración de la cultura como actividad esencial para la vida. La heurística aplicada a disminuir riesgos de contagio ha llevado a situaciones límite a diferentes sectores de la cultura: músicos sin conciertos, actores sin funciones ni proyectos, artistas plásticos sin posibilidad de exponer sus obras, disminución o cancelación de encargos, reducción de aforos en teatros y cines, técnicos de espetáculos sin trabajo … En contraposición viajamos en aviones, trenes y metros repletos de gente, compartiendo espacios más pequeños que un auditorio o un teatro, y sin ninguna distancia de seguridad. Esta controversia que puede entenderse dentro del método empírico del ensayo y error aplicado en situaciones desconocidas, nos hace reflexionar, desde el más puro sentido común, sobre la situación que nos ha tocado vivir. Tal vez, el hecho de que la cultura sea ninguneada en muchos casos, sin aplicársele métodos de salvaguarda coherentes y dignos, sea el resultado de una educación general destinada a formar profesionales especialistas con grandes lagunas en el campo de la ética. Tener grados, másteres o doctorados, debería proporcionar valores más allá de las capacitaciones profesionales adquiridas. El conocimiento que no abre visión y que no contextualiza su uso en el mundo que nos rodea, es sólo materia de erudición sin contacto con la realidad.

Cuando se utilizan campañas publicitarias en las cuales se utilizan frases del tipo: “Papá, mamá, dejo los estudios para centrarme en la música”, se evidencia que una estrategia de marketing puede dejar aflorar la más cruel y desnuda ignorancia. Se supone que quienes hayan diseñado semejante spot tendrán una formación específica en al ámbito publicitario, sin embargo, parece que adolecen de la más mínima sensibilidad para pensar que pueden ofender a los que hemos estudiado música. O, simplemente, ignoran que dedicarse a la música supone un estudio comprometido, entregado, constante y que exige un gran esfuerzo vital. Más allá de lo anecdotario del tema, no deja de ser una prueba más de tan desconocido como es nuestro oficio y de la vigencia de los estereotipos que perduran sobre él.

Se avecinan o, más bien, ya nos invaden tiempos difíciles en los cuales, los trabajadores del ámbito cultural, habremos de reivindicar nuestra utilidad para que no se nos enmarque en el ostracismo de lo prescindible. La precaución y la prevención no pueden ser el alimento del miedo sino de la concienciación de una realidad nueva a la cual todos debemos enfrentarnos con lógica y con compromiso. Es más, aplicándose normativas de seguridad eficaces y específicas, se podría mantener el tejido cultural dentro de nuestro sistema económico, conservando un sector ya de por sí denostado que siempre ha sido destinatario de recortes en momentos de crisis. En estos meses tras la pandemia hemos asistido y/o participado en actividades culturales adaptadas desde todos los ámbitos, artísticos y protocolarios, a la nueva realidad. Y todo por sobrevivir, por seguir ofreciendo calidad cultural a pesar de la situación tan anómala en la que se desarrolla la vida actual.

En el ámbito musical, muchas bandas y orquestas han estado trabajando desde el primer momento, adecuando su actividad a la normativa de seguridad recomendada para reducir el riesgo de contagio. El esfuerzo de los profesionales de estas formaciones y de sus equipos organizativos y administrativos es una clara evidencia de que sí se puede mantener una actividad cultural segura. No es tiempo de grandes fastos culturales (aquellos que muchas veces hubieran sobrado), sino que es momento de poner de manifiesto la necesidad de la presencia cultural en nuestras vidas con sencillez, pero con total normalidad.

Tras el confinamiento, el pasado mes de junio volví a dirigir. El sonido de los aplausos era diferente, como más cálido, de más duración e intensidad y con una clara y evidente empatía. Desde el escenario vi ojos de felicidad que intuían muecas de complicidad tras las mascarillas. Después de los conciertos, mucha gente se acercaba para darnos las gracias. Y con ello, los momentos de tensión vividos en los ensayos con la preocupación por cumplir la distancia de seguridad o por si estábamos haciendo las cosas bien, parecían disiparse. Sí, hemos tenido y tenemos miedo, pero un miedo que no ha sido capaz de acabar con el entusiasmo por hacer el trabajo que tanto nos gusta. Y es que aquello que amas se convierte en elemento resiliente contra la adversidad. No es momento de heroicidades, pero he de reconocer que la profesionalidad con la que me he encontrado en mi trabajo, tanto por parte de los músicos como de los equipos técnicos y organizativos, es del todo esperanzadora y reconfortante. Así lo ha manifestado el público que ha venido a escucharnos, un público entregado que, con sus aplausos y comentarios, nos ha agradecido el poder ofrecerles nuestro trabajo. Hace unos días, tomando un café con unos compañeros en el descanso de un ensayo, se nos acercó una señora a la mesa y me dijo: “Disculpen…, son de la Banda Municipal, les he reconocido… Muchas gracias por su trabajo. No saben cuanto bien nos hace…”. A veces, momentos como éste, compensan todo esfuerzo y preocupación por reivindicar nuestro trabajo. La sensibilidad de muchas personas como esta señora existe y, en ocasiones, es ignorada por quienes se levantan en adalides de “lo necesario”. Confiamos en que no se ignore la necesidad que la sociedad tiene de un alimento cultural, básico y fundamental para una vida en equilibrio.

Y ahora, a estudiar, precisamente porque soy músico y no puedo dejar de hacerlo. No hay otro camino para aprender y para ser. Y aunque pueda encontrarme con alguna almendra amarga, insistiré en encontrar aquellas que no lo son, pues su sabor eclipsa el resabio de las otras. Y si alguien no lo entiende, que no deje de estudiar …

José R. Pascual-Vilaplana

Bilbao, 31 de octubre de 2020

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/

Artículo original: La Música en los tiempos de la Pandemia

Como novedad, la temporada se desarrollará principalmente en 4 escenarios: Azkuna Zentroa, Teatro Arriaga, Palacio Euskalduna y Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao.

La Banda de música celebra su 125º aniversario con una temporada que comenzará este viernes, 11 de septiembre, se prolongará hasta el 29 de abril de 2021 y estará formada por un total de 14 conciertos.

José R. Pascual-Vilaplana ejercerá por sexto año consecutivo de director titular, aunque cederá su batuta en varias ocasiones a directores invitados de excepción: Fernando Velázquez, Alberto García Espina, J. Vicent Egea, Iker Sánchez, Hilario Extremiana, Norbert Nozy y el ganador de los IV Encuentros de dirección orquestal de Bilbao Musika, Joxe Migel Etxebarria Urzain.

En los IV Encuentros de Dirección Orquestal, a celebrar del 12 al 15 de enero, se contará con la presencia como profesor invitado del reconocido maestro belga Bert Appermont.

Entre el repertorio que incluye la temporada destacan más de setenta títulos diferentes incluyendo varios estrenos estatales y tres estrenos absolutos con partituras escritas por Ruper Leuke, José R. Pascual-Vilaplana y el Departamento de Composición de MUSIKENE.

BILBAOMUSIKA · JUEVES, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2020

(Bilbao, 10 de septiembre de 2020).- El Concejal de Cultura del Ayuntamiento, Gonzalo Olabarria; la Directora Gerente de Bilbao Musika, Ana Madariaga y el Director titular de la Banda municipal de música de Bilbao, José R. Pascual-Vilaplana y el subtitular Iñaki Urkizu han presentado esta misma mañana el programa de conciertos de la nueva temporada 2020-2021 de la Banda Municipal de Música de Bilbao. Se trata de “El sonido de la memoria”, una nueva cita que dará comienzo este viernes, 11 de septiembre y se prolongará hasta el 29 de abril de 2021.
Para celebrar su 125 aniversario, la Banda Municipal de Música de Bilbao y su director titular José R. Pascual-Vilaplana han organizado una temporada repleta de conciertos y grandes sorpresas donde pondrán en valor el papel que las bandas de música han ejercido en el desarrollo cultural de la sociedad actual.
Se trata de la sexta temporada diseñada por el director titular y artístico, José R. Pascual-Vilaplana y como novedad se desarrollará principalmente en cuatro escenarios: Azkuna Zentroa, Teatro Arriaga, Palacio Euskalduna y Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao, aunque tampoco faltarán actos, si la situación lo permite, en la Plaza Nueva (concierto de Carnaval) y procesiones.
ESTRENO DE “EL SONIDO DE LA MEMORIA” EN AZKUNA ZENTROA
Como ya es habitual, la Banda estrenará el nuevo ciclo en el Atrio de las Culturas de Azkuna Zentroa. Los dos primeros conciertos de “El sonido de la memoria” se celebrarán los días 11 y 25 de septiembre, a las 19:00 horas. En el primer concierto, Memoria sonora de raíz, el solista Abraham Cupeiro ofrecerá un viaje que permitirá a los y las espectadoras ver las similitudes y diferencias de distintas culturas y territorios que, en su día, estuvieron unidos en un solo continente bajo el lema “Pangea, el paisaje sonoro de nuestro planeta”. Será el propio director titular José R. Pascual-Vilaplana quien dirigirá a los más de 45 músicos y músicas.
El segundo concierto, Memoria de la danza, por su parte estará dirigido por el Director Invitado Joxe Migel Etxebarria Urzain, ganador de los IV Encuentros de dirección orquestal y sonarán los mejores temas de Hesketh, Mcallister, Guridi, Penders y Sheldon.
REGRESO AL TEATRO ARRIAGA
Como novedad, tras estas dos actuaciones, y con motivo del 125 aniversario de la Banda, esta regresa al primer escenario donde comenzó: el Teatro Arriaga. De esta manera, los actos programados de octubre a diciembre se desarrollarán en dicho enclave.
Las entradas tendrán un precio popular de 5 euros (entradas a la venta en taquilla, página web y cajeros multiservicio KUTXABANK). Se trata de entradas numeradas, pensando en aquellas personas a las que les gusta elegir desde dónde quieren compartir su pasión por la música con la Banda. Tanto las personas mayores de 65 años, jubiladas y pensionistas como las titulares de la Gazte-txartela (de 14 a 29 años) podrán beneficiarse de descuentos al adquirir sus entradas. Cada persona de estos colectivos podrá adquirir dos entradas a 4 euros cada una.
El primero de los conciertos será el miércoles, 7 de octubre a las 19:30 horas. Bajo el lema “Eskerrik asko” el director titular José R. Pascual-Vilaplana, junto al trompeta Rubén Simeó, dirigirá a los más de 45 intérpretes que ofrecerán un concierto compuesto por obras de Arban, Sandoval, Buxtehude, Camphouse y Jager.
El programa en noviembre comenzará con un concierto el día 2, lunes, con temas de Broughton, Mandonico y Alcalde bajo el lema “Memoria del séptimo arte”.
Para continuar, el domingo, 22 de noviembre, con un gran espectáculo a triple batuta. Los directores invitados Fernando Velázquez, Alberto García Espina, J. Vicent Egea sorprenderán, a partir de las 12:00h, a los y las espectadoras con Batutas de Euskal Herria I, un concierto en el que sonarán “Arabesque” de Hazo, “Passacaglia i Finale Frontal de Sinfonia Concisa” de Brotons, “Candide Overture” Bernstein y los propios “Suite Céltica” de Egea y “Burnia” de Velázquez.
Para terminar este 2020, durante el mes de diciembre los y las espectadoras podrán disfrutar de dos grandes conciertos. El primero de ellos será el martes 1 a las 19:30 horas. Se trata de la segunda parte de Batutas de Euskal Herria. Una vez más la batuta será compartida entre tres grandes directores de Euskadi: el subdirector de la Banda, Iñaki Urkizu y los invitados Iker Sánchez e Hilario Extremiana. Será, sin duda, un concierto muy especial en el que se estrenará, de manera absoluta, el tema “Zaraitzu” del compositor de Bizkaia Ruper Lekue. Asimismo, sonarán grandes sinfonías y oberturas de Barnes, Horowitz, Kay, Tichelli y Persichetti. Finalmente, para despedir el año, como broche final, el escenario estará a rebosar. Y es que la ocasión lo merece. El domingo, 20 de diciembre, tendrá lugar uno de los conciertos más esperados del año. Bajo el lema Memoria del alma los y las espectadoras disfrutarán a partir de las 19:00 horas con los artistas Asier Polo (violonchelo), Barcelona Gospel Messengers, Goizargi Gospel Choir y el director coral Ramon Escalé. José R. Pascual-Vilaplana será el director.
EN 2021 LA BANDA VUELVE AL AUDITORIO DEL PALACIO EUSKALDUNA
Tras su andadura por el Azkuna Zentroa y el Teatro Arriaga, la Banda de música regresa al Palacio Euskalduna. Como viene siendo habitual, los conciertos serán los domingos, y comenzarán a las 12:00 horas.
El primer concierto del 2021, Máscaras se celebrará el 24 de enero y contará con la presencia del fagot solista de la propia Banda, Jordi Ripoll. Sonarán, entre otros, “The Circus Band” de Ives, “A Circus Polka” de Stravinsky, “A Bassoon Circus” de Goulet, “Masquerade” de Persichetti, “Karneval, koncertní ouvertura op.92” de Dvorak y “Masque” de Hesketh.
Tras esta gran actuación, la Banda regresa a escena el 7 de febrero con “Memoria de las Belgian Guides”. Esta vez Pascual Vilaplana cederá su batuta al Director belga Norbert H. J. Nozy quien se encargará de dirigir a la Banda en la interpretación de obras de De Boeck, Legley, Absil, Gilson, Van der Roost y Strens. La Banda de música continuará su ciclo de conciertos el 21 de febrero con Sinfonías. En esta ocasión tendrá el honor de contar con la colaboración de dos solistas de nuestra propia Banda, el flautista Juanje Silguero y el clarinete Rafael Climent. Se escucharán las sinfonías “Norma (Sinfonia dall’opera”) de Bellini, “Sinfonia Concertante” de Danzi y “Symphony nr.2” de Barnes.
El ciclo de conciertos del Palacio Euskalduna continuará el 21 de marzo con Memorias bandísticas”. Con la colaboración del alumnado del Conservatorio Superior del País Vasco – Musikene, se interpretarán “Dionysiaques” de Schmitt, “Rites” de Absil y “Sinfonie der Freiheit” de Doss. Asimismo, el propio departamento de Composición de MUSIKENE sorprenderá a los y las asistentes con un estreno absoluto.
Finalmente, el 18 de abril se celebrará el último concierto de la temporada en el Palacio Euskalduna. Se trata de “Memorias de la vida”. Como no podía ser de otra manera, el broche final será especial, y es que la Banda y el director José R. Pascual-Vilaplana estarán acompañados del trompa Juanma Gómez y de la Sociedad Coral de Bilbao (E. Azurza, director). Además, los y las espectadoras podrán disfrutar del estreno absoluto de una obra compuesta por el propio director titular, el Concierto para trompa “Oihartzunak”. Sonarán también “Maurischer Marsch” de Moszkowski y “Gloria” de John Rutter.
EN ENERO Y ABRIL, OTROS DOS CONCIERTOS EN EL CONSERVATORIO JUAN CRISÓSTOMO DE ARRIAGA
Gracias al éxito de los años anteriores, Bilbao Musika ha organizado la quinta edición de los Encuentros de Dirección Orquestal que buscan por una parte, fomentar el estudio de la dirección orquestal en formaciones contemporáneas y por otra, ofrecer recursos técnicos y artísticos para el desarrollo de la conducción de grupos instrumentales. Dirigidos por José R. Pascual-Vilaplana y con el maestro Bert Appermont como profesor invitado, esta edición se celebrará entre el 12 y 15 de enero de 2021. Enmarcado en dichos encuentros, se realizará un concierto final que tendrá lugar el viernes 15 de enero en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga a las 20:00 horas. En su clausura, bajo la dirección de 5 personas seleccionadas de entre el alumnado activo participante en los Encuentros de Dirección, sonarán tres obras del propio director y compositor belga “The Big Bang”, “Crystal Magic” y “In the Shadow of Napoleon”, así como “Symphonic songs for band” de Russell Bennett y “La procesión del Rocío” de Turina (arr. A. Reed).
Finalmente, el jueves 29 de abril a las 18:30 horas, con el título Memorias de la danza las y los espectadores disfrutarán de grandes temas bandísticos. Una vez más el escenario estará a rebosar y es que junto a los y las intérpretes de la Banda y José R. Pascual-Vilaplana actuará una selección del alumnado del Conservatorio J.C. Arriaga de Bilbao. Se podrán escuchar danzas de los afamados Aldridge, Arnold, Nelson, Margolis y Barnes. En esta ocasión la entrada será libre hasta completar el aforo.
UN 125 ANIVERSARIO POR TODO LO ALTO: COLABORACIONES Y ESTRENOS ABSOLUTOS
La Banda de música celebra su 125º aniversario por todo lo alto. Entre las figuras internacionales que visitarán a los y las espectadoras esta temporada, destacan el compositor belga Bert Appermont, quien participará como profesor invitado de los V Encuentros sobre Dirección Orquestal, o el prestigioso director también de Bélgica, Norbert Nozy, quien fuera durante muchos años titular de la prestigiosa banda Belgian Guides de Bruselas con la cual realizó distintas grabaciones de música bandística que son toda una referencia a nivel mundial.
En un año pensado en reconocer el trabajo de estos 125 años de Banda, es oportuno contar en la programación con directores vascos que han trabajado en el mundo bandístico. De tal forma, además del subdirector Iñaki Urkizu y del titular Pascual-Vilaplana, la Banda contará con la presencia como directores invitados de Fernando Velázquez, Iker Sánchez, Hilario Extremiana, J. Vicent Egea (Director Titular de La Pamplonesa) y Alberto García Espina (Director Titular de la Banda municipal de Barakaldo).
Entre los solistas invitados destacan el prestigioso violonchelista vasco Asier Polo, quien actuará por primera vez con la Banda de Bilbao, así como el trompetista Rubén Simeó que estrenará la versión bandística del Concierto para Trompeta del mítico músico cubano, Arturo Sandoval. La temporada concluirá con un trompista de excepción, Juan Manuel Gómez, bilbaíno de nacimiento y actual solista de la OBC (Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya). Además y como viene siendo costumbre, durante la temporada se contará como solistas con diferentes profesores de la Banda municipal. En esta ocasión serán el fagotista Jordi Ripoll, el flautista Juanje Silguero y el clarinetista J. Rafael Climent.
Una vez más la Banda compartirá escenario con la Sociedad Coral de Bilbao en el concierto de clausura de temporada y con dos formaciones corales como son los Barcelona Gospel Messengers y los Goizargi Gospel Choir, quienes acercarán a los y las asistentes a la espiritualidad de la música Gospel en el concierto de Navidad.
Entre el repertorio que incluye la temporada destacan más de setenta títulos diferentes incluyendo varios estrenos estatales y tres estrenos absolutos con partituras escritas por Ruper Leuke, José R. Pascual-Vilaplana y el Departamento de Composición de MUSIKENE. Un año más, los convenios de colaboración con el Conservatorio Profesional J.C. de Arriaga de Bilbao y con MUSIKENE, se verán reflejados con sendos conciertos en los cuales la Banda municipal de Bilbao estará acompaña de alumnos y alumnas de ambos centros educativos.

Cartel Banda Municipal de Bilbao 2020-2021

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-09

La ciudad de Bilbao presentaba a su Banda Municipal un domingo 9 de junio de 1895 en El Arenal, mediante dos conciertos, uno de mañana y otro de tarde. En ambos, la formación bilbaína comenzaba su audición con el Gernikako Arbola, y después deleitó al público con arreglos de música de ópera, música folklórica, bailables e incluso música descriptiva. Formada por cuarenta y nueve músicos (plantilla más numerosa que la actual), la Banda Municipal había tenido un largo proceso administrativo y vino a corroborar la necesidad que tenía la ciudad de poseer una formación musical profesionalizada que sustituyera las fanfarrias y bandas anteriores (como la Sociedad Musical “La Armonía” o la Banda de Santa Cecilia de La Casilla, entre otras) cuyo rol se dividía entre la celebración de conciertos, los bailables o la participación en actos protocolarios y religiosos. Además, una ciudad boyante como Bilbao no podía quedarse rezagada ante la aparición de otras bandas municipales en ciudades importantes como Sevilla (1838), Santiago de Compostela (1848), Almería (1852), Jaén (1854), Málaga (1859), Albacete (1861), Badajoz (1867), Palencia (1879), Las Palmas de Gran Canaria (1880), Santander (1880), Barcelona (1886) y en 1895 las Bandas Municipales de Cuenca, Vitoria y Bilbao.

El siglo XIX fue, sin duda, uno de los períodos más importantes y fructíferos en el desarrollo y nacimiento de las bandas de música, tal y cómo las conocemos en la actualidad. Su herencia se dividía, fundamentalmente, en dos claras influencias. De una parte, el movimiento conocido como Harmoniemusik hizo diversificar los grupos instrumentales de viento del siglo XVIII tanto en las ceremonias de las casas aristocráticas europeas, como en las manifestaciones festivas más populares. Formaciones como el octeto clásico compuesto por dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y dos trompas atrajo la atención de grandes compositores como Haydn, Mozart Kromer o Beethoven quienes crearon bellísimas páginas pensadas para los grupos de viento, desarrollándolos y diversificándolos. Por otra parte, las bandas militares enarbolaban sentidos patrios y conmovían a las masas, con lo cual su uso entre la población se hizo muy popular en eventos multitudinarios. Hasta el propio Napoleón Bonaparte utilizó las bandas militares a su servicio con el fin de publicitar sus conquistas. En los territorios de su influencia, las bandas napoleónicas marcaron el gusto afrancesado y dieron origen al nacimiento de muchas formaciones.

En el estado español, desde finales del XIX empezaron a surgir bandas populares creadas, en muchos casos, por músicos militares que fueron retirados forzosamente en un momento de crisis económica. Estas bandas conocidas como “bandas de milicianos”, iban vestidas con trajes de reminiscencias militares. En ocasiones, eran los organistas enviados por el obispado a los pueblos, quienes montaban grupos instrumentales de viento que de igual manera participaban en algunas liturgias, como amenizaban protocolos, bailes y festejos. Estas formaciones solían ser denominadas con el nombre del músico que las organizaba. De tal modo, encontramos documentación de creación de bandas populares ya desde la Música de viento de Irún (1784), la de Xàtiva (Valencia, 1800), Muro (Alicante, 1801), Manresa (Barcelona, 1815), Banda Primitiva de Llíria (Valencia, 1819), Banda de Éibar (1831), Banda de Bergara (1832), etc. entre muchas otras.

La evolución de los propios instrumentos de viento, la invención de otros nuevos (como los patentados por Adolph Sax en 1845) y el interés despertado por compositores de gran relevancia, hicieron evolucionar las orquestas de viento y percusión. Sus roles iban desde la música religiosa en templos y/o procesiones, hasta los bailables o los conciertos sinfónicos interpretando arreglos de obras sinfónicas, óperas o zarzuelas. La banda se convertía no solo en una especie de plataforma de difusión musical, sino que además era toda una herramienta pedagógica. En palabras de la musicóloga bilbaína Carmen Rodríguez Suso, en su libro “Banda Municipal de Bilbao, al servicio de la villa del Nervión” (Ayuntamiento de Bilbao, 2006): “La prensa de la época, y los documentos históricos, nos hablan de un entusiasmo generalizado por la difusión de estas agrupaciones musicales (…) Este entusiasmo provocó en las bandas una aspiración a alcanzar dimensiones masivas (…) En las bandas, en concreto, personas de orígenes humildes tendrían acceso por primera vez a la interpretación y escucha de música instrumental con aspiraciones que se pueden calificar como artísticas”.

Durante el transcurso del siglo, encontramos gran cantidad de compositores relevantes que dedicaron alguna de sus composiciones a la banda. Sirvan de ejemplo: Marcha Militar (1820) de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), Overture für Harmoniemusik (1824) de Felix Mendelssohn (1809-1847), Symphonie funèbre et triomphal (1840) de Héctor Berlioz (1803-1869), Trauersinfonie (1844) de Richard Wagner (1813-1883), Marcia per il Sultano Abdul Medjid (1852) de Gioachino Rossini (1792-1868), Orient et Occident (1869) de Camille Saint-Saëns (1835-1921), Sinfonia per banda (1872) de Amilcare Ponchielli (1834-1886),Fantasia Morisca (1873) de Ruperto Chapí (1851-1909), Concierto para trombón y banda (1877) de Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), Marcha Militar en F de Piotr I. Chaikovsky (1840-1893), o The Circus Band (1899) de Charles Ives (1874-1954) entre muchas otras. Además durante este siglo asistimos al nacimiento de grandes bandas y movimientos bandísticos a nivel internacional: The U.S. Marine Band (1798), Banda de Medellín (Colombia, 1815), Musique Royale des Guides de Bruselas (1832), Garde Républicaine de París (1848), Banda Civica di Milano (1859), Banda Filarmonica dos Artistas Funchalenses (1852) en Madeira (Portugal), la Unidad de Música de la Guardia Real en Madrid (1874), la Sousa Band (1892) o la Banda Nacional de Conciertos de La Habana (Cuba, 1899).

La ciudad de Bilbao cuenta entre sus monumentos culturales más preciados con la Banda Municipal, una institución llena de vida, de historia, pero, sobre todo, de un gran futuro. Es responsabilidad de todos poder mostrar su potencialidad y su adecuación como vehículo de cultura para el siglo XXI, en una ciudad como Bilbao que pasa por ser un referente cultural a nivel mundial. Más allá de la triste pandemia que nos ha tocado vivir, esperemos que este 125 Aniversario sirva de empuje para aprovechar el potencial artístico y humano de una institución fundamental en la cultura de la villa. Ha cambiado mucho el papel a desarrollar por las bandas en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, tanto en el siglo XIX como en la actualidad una banda de música constituye todo un instrumento de difusión social y artística de primer orden con todo un bagaje artístico idiosincrático que se adapta social y estéticamente al tiempo que le rodea. Tan solo hay que abrirse a su personal universo sin estereotipos ni prejuicios, con la libertad que da el estudio y el conocimiento. Son tiempos de banda, tiempos de unir con la música la nueva realidad que nos rodea. Gracias a todos los que lo han hecho posible a través de estos ciento veinticinco años. Que sea por muchos años más.

José R. Pascual-Vilaplana
Director Titular de la Banda Municipal de Bilbao
Bilbao, 9 de junio de 2020

Artículo original