Artículos de opinión personal

Artículo por: Pedro Rodríguez Navarro

No hay un acuerdo científico sobre las causas de la extinción de los dinosaurios. Pero la mayor parte de expertos ve plausible la hipótesis del impacto del meteorito. A nosotros no nos ha caído un meteorito, pero si una pandemia global.

No voy a contaros nada nuevo sobre el SARS-CoV-2, bastante información y desinformación hay sobre el tema. Mi intención es compartir algunos pensamientos con vosotros.

Antes de la pandemia ya estábamos viviendo cambios sociales a un ritmo muy acelerado. Los que queríamos permanecer actualizados teníamos la necesidad de adaptarnos a todo lo que estaba sucediendo. Globalización, movilidad, tecnología y comunicaciones, startups… Cada cambio venía para quedarse y quedarse anclado en el pasado era un síntoma negativo, se percibía como algo parecido a quedarse rezagado. El conservadurismo más recalcitrante cada vez ha estado peor visto en nuestra sociedad o al menos estaba lleno de connotaciones negativas.

La pandemia está acelerando mucho más estos cambios, lo que se esperaba para los próximos diez años están sucediendo en diez meses. A principios de marzo, con el confinamiento, fui de los muchos que pensamos que esto sería un bache, un accidente, un mal sueño de una noche de primavera, un mes de abril perdido… Las noticias sobre las vacunas o el éxito en doblegar la primera curva invitaban a pensar en esa dirección. Pero a día de hoy,

¿ALGUIEN PIENSA QUE TODO VOLVERÁ A SER COMO ANTES? A MÍ, YA NO ME LO PARECE. Clic para tuitear

Los cambios en los hábitos laborales con el teletrabajo o los cambios en los hábitos de compra con la imposición del online, son bastante llamativos y profundos como para pensar que han venido para quedarse definitivamente. Aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor puede estar más vigente que nunca, sobre todo, cualquier tiempo sin coronavirus. Pero aferrarse a ese tiempo implicaría quedarse anclado en el pasado.

Y mientras sucede todo esto no puedo evitar pensar en nuestras sociedades musicales y nuestra querida cultura de bandas de música, donde también incluyo orquestas y coros. ¿Queremos adaptarnos a los profundos cambios que estamos viviendo? O por el contrario queremos negarlos y, ¿quedarnos aferrados al pasado? Aferrarse al pasado parece una actitud temeraria, una postura que no conduce a nada. Tarde o temprano la mascarilla pasará, pero los nuevos hábitos permanecerán. Con el tiempo que llevamos con estos hábitos algunos ya empiezan a convertirse en costumbres y las costumbres permanecen.

Pienso en voz alta o, mejor dicho, pienso en voz escrita. Nadie quiere formar parte de la manada de dinosaurios cuando impacta el meteorito. Por eso necesitamos que la innovación vaya calando en nuestras actitudes para poder ir adaptándonos a las nuevas necesidades. Reuniones de Juntas directivas online, ¿podemos aprovechar esto para captar más miembros para las juntas directivas? ¿puede servirnos para ampliar nuestra red de colaboradores y con ello incrementar todavía más el mayor recurso que tenemos, el voluntariado? ¿Deberíamos formar nuevas y mayor número de agrupaciones con menos integrantes?, ¿formaciones reducidas ajustadas a las circunstancias actuales? ¿deberían los compositores empezar a componer mayoritariamente para grupos de pequeño formato? ¿qué tipo de composiciones nos aventura este futuro?, ¿qué arreglos? Las nuevas disposiciones con músicos o cantantes a metro y medio de distancia, ¿alguien puede asegurar que desaparecerán? ¿no hay nada aprovechable en las nuevas disposiciones de músicos sobre el escenario? ¿nadie quiere explorar nuevas sonoridades derivadas de ello? No se trata de parchear, se trata de empezar a buscar respuestas estables con la mirada fijada en que la supuesta “nueva normalidad” puede ser la “futura rutina”, termino que creo más ajustado a lo que se nos viene encima y que no he visto utilizar todavía.

En este páramo de desgracias en que se ha convertido 2020 también hay sitio para la esperanza. El ámbito cultural está siendo seguro. Los museos, las bibliotecas, los cines, los teatros o los auditorios no están siendo lugar de contagio. Es muy buena noticia. Hay que perseverar en ello manteniendo todas las medidas implantadas para combatir el virus y sentirnos seguros, mejorándolas si cabe cada día. Esta coyuntura positiva hay que aprovecharla para estabilizar nuestra actividad y relanzarla hacia el mañana, hacia el futuro. A los pesimistas de siempre (por llamar de alguna manera a esos que nada aportan y solo ven la parte vacía de la botella) les diría que piensen que los estadios de futbol se mantienen vacíos mientras nosotros ya podemos disfrutar de espectáculos, aunque sea con aforos reducidos. Tenemos la iniciativa.

Por supuesto que hay que seguir con el principio de cautela. Pero al mismo tiempo tenemos la obligación de ir pensado en fórmulas que consigan que todos esos meteoritos que se alinean en el horizonte no supongan una amenaza para la música y podamos continuar esquivándolos.

Debemos preservar este legado de más de doscientos años de tradición y bagaje etnológico, para poder regalárselo a las generaciones venideras como nuestros mayores nos lo regalaron a nosotros. Sabemos que no fue fácil y que nuestros ancestros tuvieron que lidiar con las penurias y escasez material, con guerras, dictaduras y cambios constitucionales e inestabilidad social y política, la España de los últimos dos siglos sin ir más lejos.

Hoy ya nos hemos dado cuenta que para nosotros tampoco será fácil. Cada generación enfrenta sus propios problemas y el nuestro es el de una emergencia sanitaria sin parangón en la era reciente situada entre dos crisis económicas, la de 2008 a 2014 y la que se aventura para 2021. a ¿2028?

Nuestro reto será acomodar nuestra herencia musical a todos estos cambios que la emergencia está produciendo en nuestra sociedad, al igual que nuestros antepasados se adaptaron a los suyos.

Es responsabilidad nuestra y de cada una de las personas que configuramos este ecosistema no anclarnos al pasado con la sola esperanza de la vacuna. La innovación será la que nos permita mantener la iniciativa en la rutina futura.

Fuente: Por  https://www.radiobanda.com/ – 

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El universo de las sociedades musicales valencianas vivió anoche una de sus jornadas históricas con motivo del cálido homenaje que dedicó al insigne periodista Octavio Hernández Bolín. Era una oportunidad para mostrar el lado más solidario y fraternal  hacia “uno de los nuestros”. Y una vez más, las sociedades musicales han estado a la altura de las circunstancias.

En el marco incomparable del histórico Teatro de la Banda Primitiva de Llíria, los máximos representantes de las sociedades musicales acudieron masivamente a este sencillo homenaje. No faltaba nadie, los que estábamos de manera presencial y los que no han podido asistir pero que han querido sumarse con sus mensajes y testimonios  en estos tiempos difíciles de la COVID19. Como siempre, el presidente de la Banda Primitiva, José Luis Pérez Veses, hizo gala de su conocida hospitalidad y generosidad.

Hay que echar mano de hemeroteca para encontrar un acto al que asisten, fuera de las propias actividades federales, todos los expresidentes de la FSMCV. Allí estaban Vicent Escrig, Santiago Algado, Pepe Almería, Pedro Rodríguez, la actual presidenta Daniela González y el presidente de la Confederación de Sociedades Musicales Españolas Vicent Cerdá. Solo faltaba Ángel Asunción, que si no venido es porque no ha podido porque ganas no le faltaban. Todos unidos y juntos por una misma causa: Octavio Hernández.

Además en Llíria. Emotiva también la presencia del alcalde de la ciudad Manolo Civera que, en el día de su aniversario, ha encontrado un rato para aparcar los compromisos familiares propios de una día así y compartir su tiempo con todos nosotros.

El evento ha tenido de todo: Música de la mejor, una conducción insuperable a cargo de Carles Subiela y una autenticidad fuera de lo común. Casi nada. Uno ha tenido la sensación de asistir a uno de esos actos que jamás se olvidan.

De todos es conocido que Octavio se  merece esto y mucho más, sus aportaciones a la difusión, preservación y dignificación de nuestras bandas de música son insustituibles y de unas proporciones colosales. Ha quedado muy claro, todos lo sabemos y no hace falta insistir en ello.

Octavio, acompañado por su familia, se dirigió a todos los asistentes y no recuerdo a nadie que haya sido capaz de decir en tan pocas palabras lo que son nuestras bandas de música, se nota que se sabe perfectamente la “lección”, porque lo vive y lo siente. Puro magisterio en vena y todo un lujo para los oídos.

La figura de Octavio suscita una adhesión y reconocimiento generalizado. Por dos motivos fundamentales; por su contrastada profesionalidad y por su bondad extrema. Dos cualidades que le convierten en alguien insustituible. Su voz cuenta diariamente nuestras historias, las más grandes y también las más modestas. Posiblemente, el mejor documentado y el conocedor más exhaustivo de nuestro movimiento asociativo musical. Lo sabe casi todo.

Su archivo sonoro, sus artículos y su web son posiblemente nuestra particular Biblioteca de Alejandría. Si quieres saber algo sobre un director, la trayectoria de una banda de la comarca más remota, no hay más que preguntarle y te pone al día en un santiamén.

Como dice Tyrion Lannister, somos las historias que contamos, los relatos son la memoria colectiva de una comunidad, nos permiten saber de dónde venimos y a dónde vamos. Por eso Octavio, es más que nadie,  nuestra memoria, nuestro presente y nuestro futuro.

Al finalizar el acto, solo faltó sacarlo a hombros de la Banda Primitiva de Llíria, ganas no faltaron. Todos los presentes acabaron haciéndose fotos con él como si se tratara de una auténtica estrella de Rock. Por su parte él, estaba feliz y sonriente como siempre. Días así hacen que uno celebre tener amigos como Octavio y pertenecer a la familia de las bandas valencianas.

Enhorabuena Octavio y gracias a todos/as.

Manuel Tomás Ludeña

Todos, o al menos todos a los que nos preocupa un poco la cultura, hemos oído las manifestaciones del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, en las que solemnemente declara que “la cultura es un bien de primera necesidad”.

No podemos más que celebrar estas declaraciones y esperamos con incierta esperanza trufada de cierto escepticismo como se traducirán en medidas concretas que de verdad la conviertan en una realidad futura. Supongo que estaremos de acuerdo en que actualmente tan rotunda afirmación solo constituye, en el mejor de los casos, la expresión de un deseo.  Y aquí está el quid de la cuestión. Cuando el autor es ni más ni menos que el ministro del ramo es razonable que el lector se cree la ilusa expectativa de que quien tiene la capacidad de decidir tenga también la voluntad, si no con carácter inmediato sí en un futuro próximo, de obrar en consecuencia y por tanto de destinar recursos públicos suficientes para que la bendita frase no quede solo en eso. Y claro, si hablamos de gestionar y administrar recursos públicos tenemos que hablar de decidir y de priorizar el destino de esos recursos.

Parece lógico deducir que un bien de primera necesidad ocupará uno de los primeros lugares en el orden de prioridades. Si no es así, y las dudas al respecto son más que razonables, supondría un ejercicio de incoherencia y alguna cosa más.

Desde el inicio de la actual legislatura (después de la larga siesta que se echaron nuestros políticos) la Confederación Española de Sociedades Musicales  (CoESsM) retomó los contactos iniciados en la anterior legislatura con nuestros representantes políticos con sendas reuniones con el presidente de la Comisión de Cultura del Congreso Agustín Zamarrón y con los presidentes de las Comisiones de Cultura Manuel Escarda y de Hacienda del Senado, Cosme Bonet a quienes expuso el enorme colectivo al que representa nuestra entidad y el proyecto de modificación del marco normativo que afecta (en el sentido de menoscabar, perjudicar e influir negativamente) a nuestras bandas y escuelas de música en el ámbito tributario, en el asociativo, en el laboral y el educativo. Ello se traduce en un legislación que trata a nuestras asociaciones como empresas (25% de gravamen a los resultados derivados de realizar la actividad musical que les es propia) la no aplicación del  “IVA cultural” a la compra de instrumentos (gravados al 21%, cuando Francia, Italia y Portugal sí que aplican el tipo reducido o bonifican la diferencia) como si la música no fuera cultura, la nula consideración del voluntariado cultural, el sangrante anacronismo de la actual Ley del Mecenazgo que no tiene en cuenta la vital aportación no monetaria que realizamos los voluntarios y que es la base de la pervivencia de nuestro colectivo, que no debemos olvidar que es el más numeroso de España y que protagoniza el fomento y acceso a  la cultura de base. A todo ello se une el menguante protagonismo de la enseñanza de la música en nuestro sistema educativo; situación que esperamos y que lucharemos para que revierta la próxima ley de educación.

Todas ellas tuvieron una favorable acogida por parte de los representantes políticos que nos aseguraron que mantenían un estrecho contacto con el ministro, a quien, obviamente, la COESsM se las ha hecho llegar, y se abrió un canal de interlocución directo que nos permitía ser moderadamente optimistas. Incluso se trató la posibilidad de presentar iniciativas legislativas consensuadas (como no puede ser de otra manera) con todos los grupos políticos.

Señor ministro de Cultura, le animo a releer nuestras reivindicaciones (todas ellas en la línea de considerar la cultura un bien de primera necesidad) tomarlas en consideración y convocar a la CoESsM Clic para tuitear

Pero desgraciadamente llego la pandemia y casi todo se paralizó. Lo que no se paralizó fue la dedicación de la CoESsM para defender a nuestras asociaciones, a nuestros músicos y a nuestros alumnos. Para ello, remitió sendas cartas al ministro de Cultura al que ofreció su interlocución y participación en las mesas de trabajo creadas para la reconstrucción del sector cultural y al de Sanidad al que pidió que redactara un protocolo basado en el estudio por parte de los profesionales competentes para analizar el comportamiento del virus en el desarrollo de nuestras actividades musicales y educativas, facilitó los estudios llevados a cabo por el Instituto Bernhard Richter de Friburgo y por la Filarmónica de Viena  y redactó un documento con 33 medidas encaminadas a garantizar la supervivencia de nuestras entidades. Asimismo, remitió al ministerio de Educación la misma información  que a los ministerios de Cultura y Sanidad para su conocimiento y solicitó al presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) una entrevista para tratar de que desde esta entidad se coordinara la respuesta de todos los ayuntamientos para atemperar en la medida de sus posibilidades el muy negativo impacto que tiene la cancelación o suspensión de todas las actividades, tanto culturales como festivas, en las que nuestras asociaciones musicales participan o son protagonistas. Aprovecho para agradecer a la presidenta de la FSMCV que le recordara a Rodríguez Uribes algunas de estas reivindicaciones.

Protocolo y medidas de apoyo

Como única respuesta hemos recibido sendas comunicaciones tanto del ministerio de Cultura como de Sanidad en la que cada uno nos remite al otro y se sacude el problema como si no fuera con ellos. Así, el ministerio de Sanidad considera que con la normativa general publicada en el BOE es más que suficiente para que cada uno redacte su propio protocolo. Por su parte, el ministerio de Cultura en el decreto de apoyo al sector cultural obvia por completo al sector asociativo y amateur y se centra única y exclusivamente en el sector profesional, olvidando que la cultura popular o de base es eso precisamente: la base de nuestra cultura. ¿O no es así? Lo único que dice el decreto es que será el INAEM el organismo encargado de dictar una resolución por la que se aprueben las medidas de apoyo a nuestro colectivo. Publicada la esperada resolución por el INAEM, esta no resuelve casi ninguno de los problemas generados por la pandemia. Ni tampoco los anteriores.

Y mientras tanto, nuestras bandas están intentando retomar la actividad que les da sentido y que provee a toda la sociedad de ese bien de primera necesidad que es la cultura. Pero lo hacen con tanto miedo e incertidumbre como ilusión. La ilusión nunca nos la quitará nadie. Pero nuestro miedo es consecuencia, entre otras cosas, de la total y absoluta ausencia de estudio alguno que aporte rigor científico y certidumbre sobre los riesgos que para la salud y para la vida de un musico supone participar en un ensayo o en un concierto.

Con nuestra labor de voluntariado cultural quitamos una parte de nuestro tiempo al trabajo, a la familia y los amigos para realizar actividades de interés general que, según reza la Ley del Voluntariado, es aquel que promueve y defiende el derecho de acceso a la cultura y, en particular, la integración cultural de todas las personas, la promoción y protección de la identidad cultural, la defensa y salvaguarda del patrimonio cultural y la participación en la vida cultural de la comunidad. Creo que esto es exactamente lo que hacemos todos los músicos y directivos de nuestras bandas y escuelas de música.

Señor ministro de Cultura, le animo a releer nuestras reivindicaciones (todas ellas en la línea de considerar la cultura un bien de primera necesidad) tomarlas en consideración y convocar a la CoESsM para debatirlas y analizar la posibilidad de su aprobación con el fin de proteger y mejorar las condiciones de vida de nuestras asociaciones y de sus integrantes. Ello con independencia de la urgente necesidad de que el Gobierno de España destine recursos públicos a proteger la salud y la vida de los miles de músicos de todo origen y condición. Los músicos y toda la sociedad que disfruta de la música lo merecemos y lo necesitamos.

Luis Vidal Domínguez es secretario general de la Confederación Española de Sociedades Musicales.

IEEEP Artistas Deportistas! ¿Qué pasa?

La autoinstrucción es simplemente hablarte a ti mismo.

Éste dialogo íntimo con uno mismo, nos proporciona la identificación y resolución de problemas, dando potencial a tus aptitudes.

Por cierto…

¿Cómo eliminas tus  pensamientos negativos?

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¡Saludos!

Estimat mestre:

Avui fa quinze anys que ens va dir adéu. Era un dijous 7 de juliol de 2005. Havia matinat buscant la frescor del matí per estudiar, i a les vuit sonava el meu telèfon. Era la nostra amiga i excel·lent pianista Marisa Blanes. “José, Amando ens ha deixat…”. En un principi no ho vaig entendre, o més be, el subconscient cercava trobar una realitat forana davant les paraules que em traslladaven un missatge tan inesperat com gens desitjat. El dilluns anterior, havíem parlat per telèfon per acordar la cita que teníem enmig el Certamen de València, amb els amics de la Banda Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Em digué que volia quedar be amb aquella gent que tant ens cuidaren uns mesos abans en un concert memorable al Teatre Guimerà de la capital de l’illa. Encara recorde com si fos ahir, quan agafà del braç a l’Alcalde de la ciutat i tots dos feren esquadra a un racó de l’escenari, mentre jo dirigia El Somni.

Cada dia que passa hi ha sempre un moment per recordar-lo. Aquest matí, a l’assaig amb la Banda Municipal de Barcelona, no he pogut evitar recordar la seua música mentre hi trobava paral·lelismes amb dues obres del programa que estem preparant. D’una banda, el Chorale and Alleluia (1954) de Howard Hanson, ens apropa a una relectura dels corals clàssics amb les vestimentes estètiques de la dècada dels cinquanta del segle XX. Comentava als companys, com de properes poden estar tant aquesta partitura i la seua Aleluya (1958), de la qual en diem que és la primera marxa cristiana. En totes dues hi ha una clara intenció estètica de barrejar elements arcaics amb els ulls de la contemporaneïtat. La litúrgia i la destresa de totes dues ens fan evolucionar i ens poden servir d’aliment pedagògic per al futur. Amb partitures com aquestes, te n’adones que la bona música la porta i la transporta la pròpia evolució de l’ésser humà. Després, el llenguatge litúrgic del Poème du Feu (1978) de la mestra francesa Ida Gotkovsky, ens evocava records dels acords i textures del seu Concert per a banda que gaudirem el passat gener tot barrejant els músics de Barcelona amb els de la Banda Municipal de Bilbao a dos concerts inoblidables. Les escalístiques de Messiaen, la disciplina de Nadia Boulanger, han marcat el treball de vostè i el de la mestra Gotkovsky, tot fent que, quan ens apropem a les seues partitures, esdevenim infants meravellats davant un immens paisatge d’art que ens envolta d’amor; aquell amb el qual han creat tots dos els seus pentagrames. En dues setmanes, també amb la Banda Municipal de Barcelona, tindrem la sort de rodar entre els miralls de colors del seu preciosista Caleidoscopio (1995), una obra de la qual mai n’havíem parlat i que vaig descobrir, sobtadament, a Suïssa, país que li l’encarregà per al Internationale Festliche Musiktage de la ciutat d’Uster. Quan tingué la partitura entre mans, vaig respirar ambients que ja coneixia amb obres com Abracadabra (1980) i vaig gaudir de la pulcritud, el detall i la puresa de llenguatge que aprofita la gama bandística des d’una perspectiva molt acurada i artesanal. Recorde quan l’estrenàrem amb l’Orquestra de Vents “Filharmonia” allà pel 2014 i un músic em digué: “No sembla Blanquer…”. I és que, mestre, necessitem més d’una vida per entendre la grandiositat del seu art, la immensitat del seu legat artístic i humà. Som dèbils i febles, però la seua música ens ajuda a créixer i evolucionar. És quasi com una teràpia, aquella que sempre m’explicava de l’espiral, que torna enrere per pillar força i seguir sempre cap al davant, tot generant un moll que amorteix el dolor de la vida.

I si, mestre, ens fa buit. Hi ha una mena d’esvoranc a l’ànima sempre que una persona estimada deixa de compartir moments amb nosaltres. I tot i que tenim la seua música, els seus llibres, les fotografies o els vídeos que compartírem, egoistament voldríem tenir-lo ací, per que ens digués alguna cosa, amb paraules, amb música… Tots els anys, la nit de Cap d’Any, quan entra l’1 de gener, a casa ens mirem i diem: “Ara estaria telefonant-nos Amando,…”. I és que tenia molta gràcia per endolcir-nos la vida amb moments senzills plens d’absoluta tendresa. No sap quant ho trobem a faltar.

Ja se que no llegirà aquesta epístola. Sempre em deia que li escrigués en valencià, tot i que vostè ho faria en castellà (igual m’ho deia l’enyorat Carlos Palacio). No se si és el pas del temps o la pròpia natura vital la que et fa tenir la necessitat d’evocar a qui estimes tot i ja no estar-hi present. Potser és un tractament curatiu per al dolor de l’ànima, una mena de medicina casolana que serveix de bàlsam davant l’absència. L’oblit és l’autèntica mort. Ni l’oblidem, ni podem fer-ho.

La terra li ha estat lleu, doncs no hi ha terra que eclipse la seua figura ni la seua música. Gràcies per seguir estant i per continuar donant-nos força.

Per sempre, mestre….

José R. Pascual-Vilaplana

Barcelona, 7 de juliol de 2020

Fuente https://www.pascualvilaplana.com

Artículo original

Artículo en castellano

Responsabilidades en una desescalada

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-21

Siempre he pensado que hay que medir las palabras, no por eclipsar contenidos, sino, más bien, por ser honesto y claro con lo que se dice. Los diferentes idiomas, cuyo conocimiento es siempre una fuente inagotable de sabiduría, nos aportan las herramientas necesarias para poder analizar el mundo que nos rodea, en cada lugar, en cada circunstancia, en cada peculiaridad. Cada lengua, como decía un viejo sabio, representa una manera de analizar el mundo. Sin embargo, asistimos con demasiada frecuencia, a un uso de la palabra con finalidades que nada tienen que ver con ella misma, queriendo coartar con el idioma el más preciado de todos los bienes del ser humano, la libertad. Las diferentes lenguas del mundo no sirven ni para dividir ni para estratificar a la sociedad; su principal utilidad es tener a nuestro alcance las diversas posibilidades de pensamiento que nos harán ser libres en nuestras decisiones vitales.

En este período especial que estamos viviendo a causa de la crisis sanitaria global, hemos tenido tiempo de reflexionar sobre la realidad que nos rodea y sobre lo que nos parecía enmarcado en una normalidad sólida. El confinamiento en el cual hemos estado inmersos, nos ha separado físicamente de familiares, amigos y compañeros de trabajo. Sin embargo, no he visto el distanciamiento social que tantas veces hemos oído y leído en los medios de comunicación. Ha existido un distanciamiento físico que, gracias a los recursos tecnológicos, se ha suavizado y se ha llevado con mayor resignación. Pero la sociedad ha estado más unida que nunca hablando de balcón a balcón, de rellano a rellano, por teléfono, por video llamada, por mensajes escritos…. Nos hemos relacionado con gente que aun no conocíamos, hemos llamado a amigos lejanos con los que hacía tiempo no contactábamos, nos hemos preocupado por la salud de los demás… Las fórmulas de saludo han asimilado perífrasis como: “¿estáis todos bien?” que ha completado la sequedad del simple “hola”. Otra señal de esta unión social, está en la solidaridad mostrada por nuestros mayores y en el ejemplo de nuestros niños. La gente de más edad y, por tanto, de más experiencia, ha sabido guardar la distancia física aun llorando en soledad la ausencia de besos y abrazos que, en su etapa vital, son su mayor fuente de energía. Por otro lado, los más pequeños, han sabido reinventar sus juegos, han vivido con entusiasmo la presencia de sus padres en casa, realizando con ellos actividades normales, pero que antes del confinamiento, no lo eran.

Mientras escribo estas palabras, estamos en mitad de una desescalada con peldaños dispares, en una escalera que no siempre tiene barras de protección y que algunos la bajan sin ninguna prudencia. Dicen que nos adentramos en una nueva normalidad. Y, una vez más, no entiendo bien las palabras, pues esta tremenda tristeza a la que nos hemos visto abocados nos ha enseñado las fauces de la fragilidad humana. ¿Acaso era normal la vida que llevábamos? Veníamos viviendo en un mundo poco solidario, con grandes diferencias sociales, donde el lugar de nacimiento sigue marcando la evolución vital, donde la pobreza sigue evidenciando una injusta división entre la raza humana. La naturaleza también nos ha hablado, mostrándonos cual puede ser la belleza de su estado sin la contaminación que nosotros generamos. El Covid19 no ha hecho distinciones entre sus víctimas ni por su lengua, su religión, su pensamiento o su cuenta bancaria. En esta nueva normalidad que se anuncia, ¿asistiremos al renacimiento de una sociedad más justa y más solidaria?. ¿Encontraremos líderes capaces de solucionar los problemas que nos dividen? Cada uno de nosotros, ¿seremos capaces de actuar en consecuencia a lo aprendido de la experiencia?

El tiempo que nos ha regalado el confinamiento a aquellos que afortunadamente no hemos sufrido el contagio del virus, se ha convertido en aliado para la reflexión, aquella que en la “normalidad anterior” carecía de espacio. Cuando parece que vemos esa luz al final del túnel (alguien diría:”¡no vayas!”) nos visita el temor de cómo será el deslumbre. Y la cultura, una vez más, se convierte en un resorte de vida. La literatura, la música, el cine, la gastronomía o el ejercicio físico han resultado imprescindibles para la supervivencia en tiempos de aislamiento. Sin embargo, el futuro de la cultura sigue siendo una incógnita en este período de desescalada. A pesar de haber demostrado con creces su valor innato como acompañante vital, seguimos sin tener estrategias claras para su preservación. En los planes de reincorporación que hemos leído, siempre se habla de aforos de salas y teatros, pero no se tiene en cuenta a los artistas que en directo elaboran el espectáculo, bien sea de danza, teatro, música… Es lógico pensar que, ante la peculiar y desconocida situación, se puedan generar olvidos y se obvien detalles. Pero no es menos cierto que, casi siempre, los perjudicados son los mismos. Esperemos que la nueva normalidad corrija los errores del pasado. En los tiempos nuevos que se avecinan tenemos esperanza en encontrar un diálogo con las instituciones que hayan aprendido la consideración de la cultura como un bien de primera necesidad. Después de toda la situación vivida, seguro que el aprendizaje nos lleva a una realidad en donde no se recortan recursos para la investigación médica, para la educación ni para la cultura. Esperamos que, además de las opiniones de jugadores de fútbol y toreros, las autoridades se interesen por las de los enfermeros, celadores, empleados de supermercados, panaderos, farmacéuticos, actores, músicos, pintores, bailarines, escritores, agricultores, … Tal vez la nueva normalidad nos aporte la lucidez necesaria para entender por qué no se puede llenar el aforo de un teatro y sin embargo los trenes, aviones o el metro van llenos de gente sin ningún distanciamiento físico.

Decía una bella canción que: “l’esperança és mentida, si no hi ha cada dia un esforç pel nou demà” (la esperanza es mentira, si no hay cada día un esfuerzo para el mañana). No creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor, y si realmente lo fue, no podemos regocijarnos en el recuerdo mientras desaprovechamos la oportunidad de intentar mejorar el futuro. La nueva normalidad podría ser actuar con responsabilidad, sentido común y siendo solidarios con los demás, vengan de donde vengan, hablen la lengua que hablen o le recen a quien quieran. Hagamos que la nueva realidad sea lo que nosotros trabajemos por ella, con responsabilidad y empatía. Tal vez la historia nos juzgará, pero será tarde para cambiar nada. Carpe diem.

José R. Pascual-Vilaplana

Barcelona, 19 de junio de 2020

Artículo original

Fuente: Por Innovatuba, 27 MAYO, 2020

El profesor Álvaro Cortinas nos habla del rol del alumnado y del profesorado en las aulas de música

Este artículo, pretende invitar a la reflexión a estudiantes y profesores de música acerca del rol del alumnado y del profesorado dentro de las aulas de las escuelas y conservatorios de música.

Para ello, me ha parecido recomendable comenzar haciéndome la siguiente pregunta.

Un profesor, ¿tiene habilidades innatas que le garantizan desde el primer día ser un grandísimo profesional o por lo contrario esas competencias se van aprendiendo ganando experiencia?

Antonio Escohotado, reconocido ensayista y académico español, nos habla en su libro «Sesenta semanas en el trópico: viajes por el planeta exterior«, sobre de qué está compuesta la riqueza de un país.

Al respecto, parte de su mirada es la siguiente:

UN PAÍS NO ES RICO PORQUE TENGA DIAMANTES O PETRÓLEO. UN PAÍS ES RICO PORQUE TIENE EDUCACIÓN.

A diferencia de países del norte de Europa, en España tenemos un sistema educativo muy desprotegido que le da poco énfasis a asignaturas de corte artístico.

Ni que decir de las enseñanzas de régimen especial, donde se ubican las enseñanzas de los conservatorios. Son constantemente marginadas por nuestros políticos y en consecuencia por nuestra sociedad.

Es por ello, que los profesionales de la educación musical estamos obligados a tener inquietud y curiosidad por una formación constante, para garantizar una educación musical de calidad y así darle el valor social que actualmente carece.

Fruto de esa curiosidad, hace unos años decidí ampliar mis estudios de formación pedagógica, estudiando un máster de formación de profesorado en la Universidad Internacional de Valencia.

Era la primera vez que, hacia un máster totalmente online, por lo que todo era una gran novedad.

Recuerdo la primera clase de ese máster con especial cariño, pues el profesor trató de que fuera una clase participativa donde debíamos reflexionar sobre las cualidades que debe tener un buen profesor. Ahí es nada…

De pronto, comencé a recordar todas las buenas cualidades de los profesores que tanto me habían influido y ayudado hasta ese momento, pasando por todas las etapas de mi vida. En todas las intervenciones, salió la palabra vocación a la luz.

Pero… ¿Esa vocación viene de nacimiento?

Es difícil contestar a dicha pregunta.

Yo diría que la vocación va ligada al caráctergenética o experiencia vital de cada uno.

Por normas generales, estos profesores tienen la virtud de conectar con el alumno de una forma más rápida y son queridos por ellos desde el primer momento que entran al aula.

Estos son los profesores, que suelen quedar grabados en el disco duro de cada alumno.

Por otro lado, hay otro tipo de profesores que no tienen estas habilidades emocionales, pero que en base a la experiencia y a la formación continua consiguen ser grandísimos profesionales.

Habilidades de un buen profesor

A continuación, citaré algunas de las habilidades que considero que un buen profesor debe tener en cuenta.

    • Tener humildad desde el primer momento que pisas un aula, es una gran virtud en la vida para saber absorber todos los consejos que tus compañeros te puedan recomendar
    • Saber escuchar a los alumnos y entenderles es esencial para mostrar un clima distendido y positivo en el aula. Creo que es un aspecto muy importante ya que en las clases de instrumento siempre estamos a solas con el alumno.
    • Ser organizado y fijar los objetivos que se quieren conseguir en cada aspecto que se trabaja.
    • Al trabajar con un alumno, me he dado cuenta que consiguen engancharse a la clase de una forma más rápida si el refuerzo positivo llega antes que el refuerzo negativo. Esto es algo que puede parecer fácil, pero es muy fácil caer en la tentación de criticar solo lo malo y lo estrictamente negativo. No olvidemos que trabajamos con niños o adolescentes mayoritariamente y tienen emociones al igual que nosotros. Anne Jelle Visser profesor de tuba de la Universidad de Zürich dice que, aunque una interpretación de un alumno no sea brillante, la primera palabra que debe salir por boca del profesor es “BRAVO”.
    • Establecer una comunicación con las familias debe de ser casi semanal, para convertir el hábito de estudio del instrumento en una prioridad. Yo recomiendo animar a los padres a ver las clases de instrumento cuantas veces puedan. Así me aseguro que ellos van a saber ayudarles en casa.
    • Usar una forma de comunicarnos fluida y clara en nuestra forma de hablar. Esto es una habilidad que debemos estar dispuestos a mejorar si pretendemos ser profesores. Recomiendo leer el libro” Metodo Ted para hablar en público” de Jeremey Donovan.
    • Utilizar la habilidad de la sorpresa como herramienta para llevar al alumno a conseguir el objetivo.
    • Entender que no todos los alumnos tienen las mismas capacidades de aprendizaje y que no todo lo que aportas en tu modelo de enseñanza funciona de la misma forma para todos.
    • Ser un profesor del siglo XXI. Eso significa que nuestro trabajo sobrepasa los muros de las aulas del conservatorio y ponemos en valor la música, la tuba y el bombardino a través de un blog.
    • Un buen profesor debe tener habilidades en el mundo de la composición y de los arreglos musicales.
    • Ser paciente y no entrar en cólera cada vez que el alumno no va por el camino que pretendemos. En base a mi experiencia, actuando así lo que conseguimos es desmotivar al alumno y haremos que asocie el miedo y la inseguridad para tocar el instrumento.
    • Desde el primer contacto que el alumno tiene con su profesor se crea un vínculo de respeto e inspiración constante. Por eso es muy importante tener una vida musical activa ajena al conservatorio, ya que debemos servir de ejemplo e inspiración para nuestros alumnos

Autonomía del alumnado

Por otro lado, me gustaría recalcar que las clases de instrumento en los conservatorios duran tan solo 1 h a la semana, por lo que, uno de los objetivos que perseguimos durante la mayor parte de las clases es desarrollar la competencia de la autonomía en el alumnado durante el proceso enseñanza – aprendizaje para que…

EL ALUMNO DEBE SER CAPAZ DE DISCERNIR ENTRE LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ES MEJORABLE.

 

Podemos decir que el alumno es quien más se conoce y está constantemente dirigiendo (en mayor o menor medida) su forma de estudiar, por lo que conviene afirmar que un alumno nunca deja de ser un profesor en continua formación.

Ya llegando a una conclusión, comentaré una anécdota que siempre recordaré y que fue esencial para cambiar mi forma de pensar a la hora de trabajar en un aula.

Durante mi primer día como profesor de un conservatorio, asistí a las clases con mucho respeto, miedo e intriga por no saber dirigirme a mis alumnos.

¿ME ENTENDERÁN?, ¿SABRÉ AYUDARLES EN ALGO?

Durante esas semanas, David Muñoz (profesor de tuba del Conservatorio Profesional de música y danza de Gijón) persona a quien admiro mucho por todo lo que desarrolla a diario me dijo:

“Álvaro, la acción imperfecta debe estar en tu mente desde ahora que eres profesor de manera oficial. Te equivocarás y tropezarás muchas veces, pero eso significará que tus alumnos te importan y desarrollas mucho contenido de gran importancia para ellos”.

Con el paso de los años, me he dado cuenta de que muchas cosas que hacía en las aulas en 2016 no las hago hoy en día e incluso los alumnos se dan cuenta de ello, pero es señal única de que nuestra profesionalidad, vocación y ganas por aprender nunca han sido enterradas.

Para finalizar, me gustaría cerrar este post animando a todos a intercambiar opiniones acerca de este tema y esta bonita profesión, porque si compartimos, ganamos todos.


Autor:

Álvaro Cortinas Lillo, Profesor de tuba del centro integrado de música «Padre Antonio Soler» de San Lorenzo de el Escorial, Madrid.

 

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-09

La ciudad de Bilbao presentaba a su Banda Municipal un domingo 9 de junio de 1895 en El Arenal, mediante dos conciertos, uno de mañana y otro de tarde. En ambos, la formación bilbaína comenzaba su audición con el Gernikako Arbola, y después deleitó al público con arreglos de música de ópera, música folklórica, bailables e incluso música descriptiva. Formada por cuarenta y nueve músicos (plantilla más numerosa que la actual), la Banda Municipal había tenido un largo proceso administrativo y vino a corroborar la necesidad que tenía la ciudad de poseer una formación musical profesionalizada que sustituyera las fanfarrias y bandas anteriores (como la Sociedad Musical “La Armonía” o la Banda de Santa Cecilia de La Casilla, entre otras) cuyo rol se dividía entre la celebración de conciertos, los bailables o la participación en actos protocolarios y religiosos. Además, una ciudad boyante como Bilbao no podía quedarse rezagada ante la aparición de otras bandas municipales en ciudades importantes como Sevilla (1838), Santiago de Compostela (1848), Almería (1852), Jaén (1854), Málaga (1859), Albacete (1861), Badajoz (1867), Palencia (1879), Las Palmas de Gran Canaria (1880), Santander (1880), Barcelona (1886) y en 1895 las Bandas Municipales de Cuenca, Vitoria y Bilbao.

El siglo XIX fue, sin duda, uno de los períodos más importantes y fructíferos en el desarrollo y nacimiento de las bandas de música, tal y cómo las conocemos en la actualidad. Su herencia se dividía, fundamentalmente, en dos claras influencias. De una parte, el movimiento conocido como Harmoniemusik hizo diversificar los grupos instrumentales de viento del siglo XVIII tanto en las ceremonias de las casas aristocráticas europeas, como en las manifestaciones festivas más populares. Formaciones como el octeto clásico compuesto por dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y dos trompas atrajo la atención de grandes compositores como Haydn, Mozart Kromer o Beethoven quienes crearon bellísimas páginas pensadas para los grupos de viento, desarrollándolos y diversificándolos. Por otra parte, las bandas militares enarbolaban sentidos patrios y conmovían a las masas, con lo cual su uso entre la población se hizo muy popular en eventos multitudinarios. Hasta el propio Napoleón Bonaparte utilizó las bandas militares a su servicio con el fin de publicitar sus conquistas. En los territorios de su influencia, las bandas napoleónicas marcaron el gusto afrancesado y dieron origen al nacimiento de muchas formaciones.

En el estado español, desde finales del XIX empezaron a surgir bandas populares creadas, en muchos casos, por músicos militares que fueron retirados forzosamente en un momento de crisis económica. Estas bandas conocidas como “bandas de milicianos”, iban vestidas con trajes de reminiscencias militares. En ocasiones, eran los organistas enviados por el obispado a los pueblos, quienes montaban grupos instrumentales de viento que de igual manera participaban en algunas liturgias, como amenizaban protocolos, bailes y festejos. Estas formaciones solían ser denominadas con el nombre del músico que las organizaba. De tal modo, encontramos documentación de creación de bandas populares ya desde la Música de viento de Irún (1784), la de Xàtiva (Valencia, 1800), Muro (Alicante, 1801), Manresa (Barcelona, 1815), Banda Primitiva de Llíria (Valencia, 1819), Banda de Éibar (1831), Banda de Bergara (1832), etc. entre muchas otras.

La evolución de los propios instrumentos de viento, la invención de otros nuevos (como los patentados por Adolph Sax en 1845) y el interés despertado por compositores de gran relevancia, hicieron evolucionar las orquestas de viento y percusión. Sus roles iban desde la música religiosa en templos y/o procesiones, hasta los bailables o los conciertos sinfónicos interpretando arreglos de obras sinfónicas, óperas o zarzuelas. La banda se convertía no solo en una especie de plataforma de difusión musical, sino que además era toda una herramienta pedagógica. En palabras de la musicóloga bilbaína Carmen Rodríguez Suso, en su libro “Banda Municipal de Bilbao, al servicio de la villa del Nervión” (Ayuntamiento de Bilbao, 2006): “La prensa de la época, y los documentos históricos, nos hablan de un entusiasmo generalizado por la difusión de estas agrupaciones musicales (…) Este entusiasmo provocó en las bandas una aspiración a alcanzar dimensiones masivas (…) En las bandas, en concreto, personas de orígenes humildes tendrían acceso por primera vez a la interpretación y escucha de música instrumental con aspiraciones que se pueden calificar como artísticas”.

Durante el transcurso del siglo, encontramos gran cantidad de compositores relevantes que dedicaron alguna de sus composiciones a la banda. Sirvan de ejemplo: Marcha Militar (1820) de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), Overture für Harmoniemusik (1824) de Felix Mendelssohn (1809-1847), Symphonie funèbre et triomphal (1840) de Héctor Berlioz (1803-1869), Trauersinfonie (1844) de Richard Wagner (1813-1883), Marcia per il Sultano Abdul Medjid (1852) de Gioachino Rossini (1792-1868), Orient et Occident (1869) de Camille Saint-Saëns (1835-1921), Sinfonia per banda (1872) de Amilcare Ponchielli (1834-1886),Fantasia Morisca (1873) de Ruperto Chapí (1851-1909), Concierto para trombón y banda (1877) de Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), Marcha Militar en F de Piotr I. Chaikovsky (1840-1893), o The Circus Band (1899) de Charles Ives (1874-1954) entre muchas otras. Además durante este siglo asistimos al nacimiento de grandes bandas y movimientos bandísticos a nivel internacional: The U.S. Marine Band (1798), Banda de Medellín (Colombia, 1815), Musique Royale des Guides de Bruselas (1832), Garde Républicaine de París (1848), Banda Civica di Milano (1859), Banda Filarmonica dos Artistas Funchalenses (1852) en Madeira (Portugal), la Unidad de Música de la Guardia Real en Madrid (1874), la Sousa Band (1892) o la Banda Nacional de Conciertos de La Habana (Cuba, 1899).

La ciudad de Bilbao cuenta entre sus monumentos culturales más preciados con la Banda Municipal, una institución llena de vida, de historia, pero, sobre todo, de un gran futuro. Es responsabilidad de todos poder mostrar su potencialidad y su adecuación como vehículo de cultura para el siglo XXI, en una ciudad como Bilbao que pasa por ser un referente cultural a nivel mundial. Más allá de la triste pandemia que nos ha tocado vivir, esperemos que este 125 Aniversario sirva de empuje para aprovechar el potencial artístico y humano de una institución fundamental en la cultura de la villa. Ha cambiado mucho el papel a desarrollar por las bandas en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, tanto en el siglo XIX como en la actualidad una banda de música constituye todo un instrumento de difusión social y artística de primer orden con todo un bagaje artístico idiosincrático que se adapta social y estéticamente al tiempo que le rodea. Tan solo hay que abrirse a su personal universo sin estereotipos ni prejuicios, con la libertad que da el estudio y el conocimiento. Son tiempos de banda, tiempos de unir con la música la nueva realidad que nos rodea. Gracias a todos los que lo han hecho posible a través de estos ciento veinticinco años. Que sea por muchos años más.

José R. Pascual-Vilaplana
Director Titular de la Banda Municipal de Bilbao
Bilbao, 9 de junio de 2020

Artículo original

Publicado en Por Manuel Tomás

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Manuel Tomás Ludeña

El mundo de la cultura, en general, y el de las sociedades musicales, en particular, asiste actualmente a un nuevo reto: sobrevivir al impacto de la crisis del covid-19. Sobrevivir digo, antes que reactivar, pues ya me dirán como reactivar aquello que no logró sobrevivir.

Fuente: Las Bandas de Música, JOSEP-FRNCESC ALMERIA, 31-5-2020 11:21h

Como profesional de la estrategia, me resulta complicado procesar la inmensa cantidad de información que está surgiendo, en estos momentos, para explicar el entorno de incertidumbre, volatilidad, complejidad y ambigüedad en el que estamos inmersos. Creo que actualmente no hay un escenario claro, ni tan siquiera una variedad de escenarios que se sucedan uno a otro. La realidad está siendo, más bien, la ausencia de escenarios, por cuanto esta realidad está siendo, y va a ser en el futuro, altamente cambiante. El cambio continuo es la nueva normalidad.

Estamos ante un problema complejo que requiere, necesariamente, de soluciones de complejidad. Y, en este contexto, no puedo dejar de pensar en los viejos conceptos de sinergia, cohesión grupal y gestión del conocimiento ––¿viejos conceptos?–– como posibles alternativas de solución al entorno cambiante que están viviendo nuestras sociedades musicales y toda la sociedad, en general. No obstante, creo que para hacer funcionar estos conceptos se necesita algo que actúe como nexo de unión entre ellos, como un elemento facilitador y generador de cohesión: el liderazgo.

Estoy convencido del imprescindible papel de las instituciones para abordar una situación compleja como la actual, así como del valor del conocimiento. No espero liderazgo ni inversión de recursos de la administración pública, y sería una grata sorpresa que esto sucediera, aunque me puede el escepticismo. No obstante, las sociedades musicales necesitan un liderazgo, con altura de miras, para impulsar y gestionar la innovación y la gestión del conocimiento, un conocimiento que no importa dónde se genere, a fin de que pueda ponerse al servicio de todo el colectivo al que pueda afectar. Finalmente, el conocimiento creado habrá que ponerlo en manos de las autoridades sanitarias para que, una vez validado, pueda convertirse en protocolos institucionales garantes de la continuidad de las sociedades musicales en un ámbito sanitario que proporcione confianza y seguridad para la salud colectiva.

Las sociedades que mejor resisten una situación como esta son aquellas que tienen un entramado institucional fuerte, que son capaces de interlocutar con la sociedad civil y con los agentes generadores de conocimiento, que son capaces de invertir recursos en lo importante y aprovechar el conocimiento generado para establecer protocolos que funcionen y proporcionen confianza y tranquilidad a los colectivos a los que se les aplican.

Ahora, las sociedades musicales necesitan protocolos de actuación que garanticen la seguridad sanitaria en todas sus instalaciones y actividades: sociales, educativas y artísticas. El primer paso es la reivindicación, cierto, pero todavía queda la proactividad, unir fuerzas y recursos con un mismo propósito. Alguien tiene que liderar para crear sinergias, cohesión grupal y gestión del conocimiento, en este sentido, y alguien tiene que poner los recursos necesarios para desarrollar este conocimiento, con generosidad, y sin rivalidades miserables que no aportan nada en el momento actual.   Y hay que ponerse a trabajar ya.

Josep Francesc Almeria.

*Psicólogo del trabajo y de las organizaciones. Universitat de València. Master por Middlesex University London y Universitat de Barcelona. Presidente de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana 2006-2014. Diputado de Cortes Valencianas por Podem 2015-2019