Artículos de opinión personal

Fuente: Por Innovatuba, 27 MAYO, 2020

El profesor Álvaro Cortinas nos habla del rol del alumnado y del profesorado en las aulas de música

Este artículo, pretende invitar a la reflexión a estudiantes y profesores de música acerca del rol del alumnado y del profesorado dentro de las aulas de las escuelas y conservatorios de música.

Para ello, me ha parecido recomendable comenzar haciéndome la siguiente pregunta.

Un profesor, ¿tiene habilidades innatas que le garantizan desde el primer día ser un grandísimo profesional o por lo contrario esas competencias se van aprendiendo ganando experiencia?

Antonio Escohotado, reconocido ensayista y académico español, nos habla en su libro «Sesenta semanas en el trópico: viajes por el planeta exterior«, sobre de qué está compuesta la riqueza de un país.

Al respecto, parte de su mirada es la siguiente:

UN PAÍS NO ES RICO PORQUE TENGA DIAMANTES O PETRÓLEO. UN PAÍS ES RICO PORQUE TIENE EDUCACIÓN.

A diferencia de países del norte de Europa, en España tenemos un sistema educativo muy desprotegido que le da poco énfasis a asignaturas de corte artístico.

Ni que decir de las enseñanzas de régimen especial, donde se ubican las enseñanzas de los conservatorios. Son constantemente marginadas por nuestros políticos y en consecuencia por nuestra sociedad.

Es por ello, que los profesionales de la educación musical estamos obligados a tener inquietud y curiosidad por una formación constante, para garantizar una educación musical de calidad y así darle el valor social que actualmente carece.

Fruto de esa curiosidad, hace unos años decidí ampliar mis estudios de formación pedagógica, estudiando un máster de formación de profesorado en la Universidad Internacional de Valencia.

Era la primera vez que, hacia un máster totalmente online, por lo que todo era una gran novedad.

Recuerdo la primera clase de ese máster con especial cariño, pues el profesor trató de que fuera una clase participativa donde debíamos reflexionar sobre las cualidades que debe tener un buen profesor. Ahí es nada…

De pronto, comencé a recordar todas las buenas cualidades de los profesores que tanto me habían influido y ayudado hasta ese momento, pasando por todas las etapas de mi vida. En todas las intervenciones, salió la palabra vocación a la luz.

Pero… ¿Esa vocación viene de nacimiento?

Es difícil contestar a dicha pregunta.

Yo diría que la vocación va ligada al caráctergenética o experiencia vital de cada uno.

Por normas generales, estos profesores tienen la virtud de conectar con el alumno de una forma más rápida y son queridos por ellos desde el primer momento que entran al aula.

Estos son los profesores, que suelen quedar grabados en el disco duro de cada alumno.

Por otro lado, hay otro tipo de profesores que no tienen estas habilidades emocionales, pero que en base a la experiencia y a la formación continua consiguen ser grandísimos profesionales.

Habilidades de un buen profesor

A continuación, citaré algunas de las habilidades que considero que un buen profesor debe tener en cuenta.

    • Tener humildad desde el primer momento que pisas un aula, es una gran virtud en la vida para saber absorber todos los consejos que tus compañeros te puedan recomendar
    • Saber escuchar a los alumnos y entenderles es esencial para mostrar un clima distendido y positivo en el aula. Creo que es un aspecto muy importante ya que en las clases de instrumento siempre estamos a solas con el alumno.
    • Ser organizado y fijar los objetivos que se quieren conseguir en cada aspecto que se trabaja.
    • Al trabajar con un alumno, me he dado cuenta que consiguen engancharse a la clase de una forma más rápida si el refuerzo positivo llega antes que el refuerzo negativo. Esto es algo que puede parecer fácil, pero es muy fácil caer en la tentación de criticar solo lo malo y lo estrictamente negativo. No olvidemos que trabajamos con niños o adolescentes mayoritariamente y tienen emociones al igual que nosotros. Anne Jelle Visser profesor de tuba de la Universidad de Zürich dice que, aunque una interpretación de un alumno no sea brillante, la primera palabra que debe salir por boca del profesor es “BRAVO”.
    • Establecer una comunicación con las familias debe de ser casi semanal, para convertir el hábito de estudio del instrumento en una prioridad. Yo recomiendo animar a los padres a ver las clases de instrumento cuantas veces puedan. Así me aseguro que ellos van a saber ayudarles en casa.
    • Usar una forma de comunicarnos fluida y clara en nuestra forma de hablar. Esto es una habilidad que debemos estar dispuestos a mejorar si pretendemos ser profesores. Recomiendo leer el libro” Metodo Ted para hablar en público” de Jeremey Donovan.
    • Utilizar la habilidad de la sorpresa como herramienta para llevar al alumno a conseguir el objetivo.
    • Entender que no todos los alumnos tienen las mismas capacidades de aprendizaje y que no todo lo que aportas en tu modelo de enseñanza funciona de la misma forma para todos.
    • Ser un profesor del siglo XXI. Eso significa que nuestro trabajo sobrepasa los muros de las aulas del conservatorio y ponemos en valor la música, la tuba y el bombardino a través de un blog.
    • Un buen profesor debe tener habilidades en el mundo de la composición y de los arreglos musicales.
    • Ser paciente y no entrar en cólera cada vez que el alumno no va por el camino que pretendemos. En base a mi experiencia, actuando así lo que conseguimos es desmotivar al alumno y haremos que asocie el miedo y la inseguridad para tocar el instrumento.
    • Desde el primer contacto que el alumno tiene con su profesor se crea un vínculo de respeto e inspiración constante. Por eso es muy importante tener una vida musical activa ajena al conservatorio, ya que debemos servir de ejemplo e inspiración para nuestros alumnos

Autonomía del alumnado

Por otro lado, me gustaría recalcar que las clases de instrumento en los conservatorios duran tan solo 1 h a la semana, por lo que, uno de los objetivos que perseguimos durante la mayor parte de las clases es desarrollar la competencia de la autonomía en el alumnado durante el proceso enseñanza – aprendizaje para que…

EL ALUMNO DEBE SER CAPAZ DE DISCERNIR ENTRE LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ES MEJORABLE.

 

Podemos decir que el alumno es quien más se conoce y está constantemente dirigiendo (en mayor o menor medida) su forma de estudiar, por lo que conviene afirmar que un alumno nunca deja de ser un profesor en continua formación.

Ya llegando a una conclusión, comentaré una anécdota que siempre recordaré y que fue esencial para cambiar mi forma de pensar a la hora de trabajar en un aula.

Durante mi primer día como profesor de un conservatorio, asistí a las clases con mucho respeto, miedo e intriga por no saber dirigirme a mis alumnos.

¿ME ENTENDERÁN?, ¿SABRÉ AYUDARLES EN ALGO?

Durante esas semanas, David Muñoz (profesor de tuba del Conservatorio Profesional de música y danza de Gijón) persona a quien admiro mucho por todo lo que desarrolla a diario me dijo:

“Álvaro, la acción imperfecta debe estar en tu mente desde ahora que eres profesor de manera oficial. Te equivocarás y tropezarás muchas veces, pero eso significará que tus alumnos te importan y desarrollas mucho contenido de gran importancia para ellos”.

Con el paso de los años, me he dado cuenta de que muchas cosas que hacía en las aulas en 2016 no las hago hoy en día e incluso los alumnos se dan cuenta de ello, pero es señal única de que nuestra profesionalidad, vocación y ganas por aprender nunca han sido enterradas.

Para finalizar, me gustaría cerrar este post animando a todos a intercambiar opiniones acerca de este tema y esta bonita profesión, porque si compartimos, ganamos todos.


Autor:

Álvaro Cortinas Lillo, Profesor de tuba del centro integrado de música «Padre Antonio Soler» de San Lorenzo de el Escorial, Madrid.

 

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-09

La ciudad de Bilbao presentaba a su Banda Municipal un domingo 9 de junio de 1895 en El Arenal, mediante dos conciertos, uno de mañana y otro de tarde. En ambos, la formación bilbaína comenzaba su audición con el Gernikako Arbola, y después deleitó al público con arreglos de música de ópera, música folklórica, bailables e incluso música descriptiva. Formada por cuarenta y nueve músicos (plantilla más numerosa que la actual), la Banda Municipal había tenido un largo proceso administrativo y vino a corroborar la necesidad que tenía la ciudad de poseer una formación musical profesionalizada que sustituyera las fanfarrias y bandas anteriores (como la Sociedad Musical “La Armonía” o la Banda de Santa Cecilia de La Casilla, entre otras) cuyo rol se dividía entre la celebración de conciertos, los bailables o la participación en actos protocolarios y religiosos. Además, una ciudad boyante como Bilbao no podía quedarse rezagada ante la aparición de otras bandas municipales en ciudades importantes como Sevilla (1838), Santiago de Compostela (1848), Almería (1852), Jaén (1854), Málaga (1859), Albacete (1861), Badajoz (1867), Palencia (1879), Las Palmas de Gran Canaria (1880), Santander (1880), Barcelona (1886) y en 1895 las Bandas Municipales de Cuenca, Vitoria y Bilbao.

El siglo XIX fue, sin duda, uno de los períodos más importantes y fructíferos en el desarrollo y nacimiento de las bandas de música, tal y cómo las conocemos en la actualidad. Su herencia se dividía, fundamentalmente, en dos claras influencias. De una parte, el movimiento conocido como Harmoniemusik hizo diversificar los grupos instrumentales de viento del siglo XVIII tanto en las ceremonias de las casas aristocráticas europeas, como en las manifestaciones festivas más populares. Formaciones como el octeto clásico compuesto por dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y dos trompas atrajo la atención de grandes compositores como Haydn, Mozart Kromer o Beethoven quienes crearon bellísimas páginas pensadas para los grupos de viento, desarrollándolos y diversificándolos. Por otra parte, las bandas militares enarbolaban sentidos patrios y conmovían a las masas, con lo cual su uso entre la población se hizo muy popular en eventos multitudinarios. Hasta el propio Napoleón Bonaparte utilizó las bandas militares a su servicio con el fin de publicitar sus conquistas. En los territorios de su influencia, las bandas napoleónicas marcaron el gusto afrancesado y dieron origen al nacimiento de muchas formaciones.

En el estado español, desde finales del XIX empezaron a surgir bandas populares creadas, en muchos casos, por músicos militares que fueron retirados forzosamente en un momento de crisis económica. Estas bandas conocidas como “bandas de milicianos”, iban vestidas con trajes de reminiscencias militares. En ocasiones, eran los organistas enviados por el obispado a los pueblos, quienes montaban grupos instrumentales de viento que de igual manera participaban en algunas liturgias, como amenizaban protocolos, bailes y festejos. Estas formaciones solían ser denominadas con el nombre del músico que las organizaba. De tal modo, encontramos documentación de creación de bandas populares ya desde la Música de viento de Irún (1784), la de Xàtiva (Valencia, 1800), Muro (Alicante, 1801), Manresa (Barcelona, 1815), Banda Primitiva de Llíria (Valencia, 1819), Banda de Éibar (1831), Banda de Bergara (1832), etc. entre muchas otras.

La evolución de los propios instrumentos de viento, la invención de otros nuevos (como los patentados por Adolph Sax en 1845) y el interés despertado por compositores de gran relevancia, hicieron evolucionar las orquestas de viento y percusión. Sus roles iban desde la música religiosa en templos y/o procesiones, hasta los bailables o los conciertos sinfónicos interpretando arreglos de obras sinfónicas, óperas o zarzuelas. La banda se convertía no solo en una especie de plataforma de difusión musical, sino que además era toda una herramienta pedagógica. En palabras de la musicóloga bilbaína Carmen Rodríguez Suso, en su libro “Banda Municipal de Bilbao, al servicio de la villa del Nervión” (Ayuntamiento de Bilbao, 2006): “La prensa de la época, y los documentos históricos, nos hablan de un entusiasmo generalizado por la difusión de estas agrupaciones musicales (…) Este entusiasmo provocó en las bandas una aspiración a alcanzar dimensiones masivas (…) En las bandas, en concreto, personas de orígenes humildes tendrían acceso por primera vez a la interpretación y escucha de música instrumental con aspiraciones que se pueden calificar como artísticas”.

Durante el transcurso del siglo, encontramos gran cantidad de compositores relevantes que dedicaron alguna de sus composiciones a la banda. Sirvan de ejemplo: Marcha Militar (1820) de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), Overture für Harmoniemusik (1824) de Felix Mendelssohn (1809-1847), Symphonie funèbre et triomphal (1840) de Héctor Berlioz (1803-1869), Trauersinfonie (1844) de Richard Wagner (1813-1883), Marcia per il Sultano Abdul Medjid (1852) de Gioachino Rossini (1792-1868), Orient et Occident (1869) de Camille Saint-Saëns (1835-1921), Sinfonia per banda (1872) de Amilcare Ponchielli (1834-1886),Fantasia Morisca (1873) de Ruperto Chapí (1851-1909), Concierto para trombón y banda (1877) de Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), Marcha Militar en F de Piotr I. Chaikovsky (1840-1893), o The Circus Band (1899) de Charles Ives (1874-1954) entre muchas otras. Además durante este siglo asistimos al nacimiento de grandes bandas y movimientos bandísticos a nivel internacional: The U.S. Marine Band (1798), Banda de Medellín (Colombia, 1815), Musique Royale des Guides de Bruselas (1832), Garde Républicaine de París (1848), Banda Civica di Milano (1859), Banda Filarmonica dos Artistas Funchalenses (1852) en Madeira (Portugal), la Unidad de Música de la Guardia Real en Madrid (1874), la Sousa Band (1892) o la Banda Nacional de Conciertos de La Habana (Cuba, 1899).

La ciudad de Bilbao cuenta entre sus monumentos culturales más preciados con la Banda Municipal, una institución llena de vida, de historia, pero, sobre todo, de un gran futuro. Es responsabilidad de todos poder mostrar su potencialidad y su adecuación como vehículo de cultura para el siglo XXI, en una ciudad como Bilbao que pasa por ser un referente cultural a nivel mundial. Más allá de la triste pandemia que nos ha tocado vivir, esperemos que este 125 Aniversario sirva de empuje para aprovechar el potencial artístico y humano de una institución fundamental en la cultura de la villa. Ha cambiado mucho el papel a desarrollar por las bandas en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, tanto en el siglo XIX como en la actualidad una banda de música constituye todo un instrumento de difusión social y artística de primer orden con todo un bagaje artístico idiosincrático que se adapta social y estéticamente al tiempo que le rodea. Tan solo hay que abrirse a su personal universo sin estereotipos ni prejuicios, con la libertad que da el estudio y el conocimiento. Son tiempos de banda, tiempos de unir con la música la nueva realidad que nos rodea. Gracias a todos los que lo han hecho posible a través de estos ciento veinticinco años. Que sea por muchos años más.

José R. Pascual-Vilaplana
Director Titular de la Banda Municipal de Bilbao
Bilbao, 9 de junio de 2020

Artículo original

Publicado en Por Manuel Tomás

ESMAR ha abierto el plazo para inscribirse en las pruebas de ingreso a las Enseñanzas Superiores de Música. Muchos estudiantes de música estarán valorando en estos momentos qué conservatorio superior elegir. Una decisión muy importante que va a marcar en gran manera el futuro profesional y personal de muchas personas. Debes acertar. En ESMAR te contamos 8 razones y media para que vengas con  nosotros:

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  4. ¿Te gustaría tener mucho tiempo para tocar tu instrumento? Vas a tener mucho tiempo para el estudio individual y para todo lo demás.
  5. ¿Quieres formar parte de una gran orquesta y trabajar con los mejores directores del momento? La Orquesta Sinfónica ESMAR te permite disfrutar de una experiencia única, con directores de grandísima calidad, que están trabajando en las mejores orquestas profesionales del momento. Todo un lujo para ti.
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  8. No importa donde vivas. Si quieres estudiar en ESMAR, lo puedes hacer. Nuestras modalidades intensivas y las clases ONLINE te lo permiten. No existen fronteras ni limitaciones para nosotros.

¿Y la media razón? Si vienes, harás muy felices a todo nuestro equipo de profesionales y lo notarás, ¡haznos el favor!

Invierte en ESMAR e invertirás en tu futuro. Vale la pena.

EL EQUIPO ESMAR

Manuel Tomás Ludeña

El mundo de la cultura, en general, y el de las sociedades musicales, en particular, asiste actualmente a un nuevo reto: sobrevivir al impacto de la crisis del covid-19. Sobrevivir digo, antes que reactivar, pues ya me dirán como reactivar aquello que no logró sobrevivir.

Fuente: Las Bandas de Música, JOSEP-FRNCESC ALMERIA, 31-5-2020 11:21h

Como profesional de la estrategia, me resulta complicado procesar la inmensa cantidad de información que está surgiendo, en estos momentos, para explicar el entorno de incertidumbre, volatilidad, complejidad y ambigüedad en el que estamos inmersos. Creo que actualmente no hay un escenario claro, ni tan siquiera una variedad de escenarios que se sucedan uno a otro. La realidad está siendo, más bien, la ausencia de escenarios, por cuanto esta realidad está siendo, y va a ser en el futuro, altamente cambiante. El cambio continuo es la nueva normalidad.

Estamos ante un problema complejo que requiere, necesariamente, de soluciones de complejidad. Y, en este contexto, no puedo dejar de pensar en los viejos conceptos de sinergia, cohesión grupal y gestión del conocimiento ––¿viejos conceptos?–– como posibles alternativas de solución al entorno cambiante que están viviendo nuestras sociedades musicales y toda la sociedad, en general. No obstante, creo que para hacer funcionar estos conceptos se necesita algo que actúe como nexo de unión entre ellos, como un elemento facilitador y generador de cohesión: el liderazgo.

Estoy convencido del imprescindible papel de las instituciones para abordar una situación compleja como la actual, así como del valor del conocimiento. No espero liderazgo ni inversión de recursos de la administración pública, y sería una grata sorpresa que esto sucediera, aunque me puede el escepticismo. No obstante, las sociedades musicales necesitan un liderazgo, con altura de miras, para impulsar y gestionar la innovación y la gestión del conocimiento, un conocimiento que no importa dónde se genere, a fin de que pueda ponerse al servicio de todo el colectivo al que pueda afectar. Finalmente, el conocimiento creado habrá que ponerlo en manos de las autoridades sanitarias para que, una vez validado, pueda convertirse en protocolos institucionales garantes de la continuidad de las sociedades musicales en un ámbito sanitario que proporcione confianza y seguridad para la salud colectiva.

Las sociedades que mejor resisten una situación como esta son aquellas que tienen un entramado institucional fuerte, que son capaces de interlocutar con la sociedad civil y con los agentes generadores de conocimiento, que son capaces de invertir recursos en lo importante y aprovechar el conocimiento generado para establecer protocolos que funcionen y proporcionen confianza y tranquilidad a los colectivos a los que se les aplican.

Ahora, las sociedades musicales necesitan protocolos de actuación que garanticen la seguridad sanitaria en todas sus instalaciones y actividades: sociales, educativas y artísticas. El primer paso es la reivindicación, cierto, pero todavía queda la proactividad, unir fuerzas y recursos con un mismo propósito. Alguien tiene que liderar para crear sinergias, cohesión grupal y gestión del conocimiento, en este sentido, y alguien tiene que poner los recursos necesarios para desarrollar este conocimiento, con generosidad, y sin rivalidades miserables que no aportan nada en el momento actual.   Y hay que ponerse a trabajar ya.

Josep Francesc Almeria.

*Psicólogo del trabajo y de las organizaciones. Universitat de València. Master por Middlesex University London y Universitat de Barcelona. Presidente de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana 2006-2014. Diputado de Cortes Valencianas por Podem 2015-2019

Paradoja: la cultura en tiempos de confinamiento

Fuente: Platea Magazine. Escrito por Dirección  

Lo primero es lo primero, y lo primero ha de ser nuestro bien más preciado por encima de cualquier otro: la vida. Salvarnos a nosotros mismos, salvar a los demás, cuidarnos los unos a los otros, siguiendo las directrices de las autoridades y cumpliendo con nuestros deberes como ciudadanos en estos duros momentos. Demos ejemplo a quienes nos rodean, ya sea cerca o a través de las redes sociales: quedémonos en casa. Es tiempo de priorizar valores y de dar gracias por lo que tenemos. Como siempre debería ser, en realidad, pero hoy más que nunca.

Desde un medio especializado como el nuestro, durante estos días, es inevitable tener la impresión de estar de algún modo frivolizando con nuestra actividad, ante la implacable crudeza de los acontecimientos ahí fuera. Pero lo cierto es que el arte forma parte de los cuidados que nos procuramos a nosotros mismos y a los nuestros. La música, como otras disciplinas artísticas, nos recuerda quiénes somos y cuánto nos importa la comunidad de la que formamos parte. Si bien no nos salva (o tal vez incluso sí), la música sin duda nos acompaña en estas horas duras y cruentas. Por eso seguimos ahí, al pie del cañón, aportando nuestro granito de arena, confiando en que la música inspire un poco más de esperanza y nos ayude a mirar juntos hacia un futuro mejor. Desde el confinamiento de nuestros domicilios la música nos hace sentir libres.

Por todo ello desde Platea Magazine sentimos la obligación y la responsabilidad de aportar lo que tenemos. De hecho, hace unos días decidimos abrir a todos los lectores nuestra edición física, de forma íntegra y gratuita, a través de Internet. Hemos comenzado con nuestro último número, el de enero 2020, que acumula ya más de 3.000 lecturas. Nuestra web también está registrando, durante este mes de marzo, su máximo histórico de visitas (vamos camino de rebasar ya el medio millón). Gracias de corazón, de parte de toda nuestra redacción, por acompañarnos durante estos tiempos tan duros y por dejarnos estar a vuestro lado. Es un regalo sentiros tan cerca.

Se avecinan tiempos muy duros en lo económico, mientras luchamos por superar la urgencia sanitaria. La situación sin duda afectará a toda la población y por descontado también a artistas y entidades musicales. Y de igual manera a los medios, aunque no seamos el principal foco de atención cuando se habla de esta crisis económica. En estas circunstancias, una vez más, es desesperante constatar hasta qué punto España no se ha hecho cargo aún de la cultura como una parte sustancial de su tejido productivo. Ni la administración ni la sociedad civil asumen que la cultura es un motor fundamental de nuestra identidad como país. Se sigue hablando, con desprecio y desvergüenza, de los “titiriteros”, pero ¡qué vivan los titiriteros! Sin ellos nuestro acervo estaría realmente incompleto. De los artistas y de su labor sólo nos acordamos en los días más grises, cuando más nos hacen falta. Sucede algo parecido con nuestro personal sanitario. ¿De verdad no vamos a aprender la lección? ¿Volveremos a conformarnos con recortes y desprecios el día de mañana? ¿Seguiremos saliendo a aplaudir al balcón, sin haberles acompañado en sus reivindicaciones durante años?

Esta crisis nos va a cambiar, nos debería cambiar. Por eso es importante afirmar, hoy más que nunca, que la cultura no es gratis. El arte no surge por generación espontánea. Más allá del talento y la inspiración, la cultura es fruto del trabajo ingente de miles y miles de profesionales que se desviven por lo que hacen. Y sin embargo esta crisis corre el peligro de paralizarlo todo y lastrar las artes durante años. Estos días estamos asistiendo a una singular paradoja: hemos vuelto a descubrir que la cultura es nuestra última tabla de salvación en tiempos de crisis e incertidumbre. Desde nuestros confinamientos no dejamos de acudir a las numerosas instituciones que han abierto sus archivos a través de Internet. Y qué paradoja: de no ser por su generosidad, abriendo sus contenidos de manera gratuita, a muchos esta cuarentena se les haría aún más incómoda. ¿Sabremos estar ahí el día de mañana, cuando la cultura nos necesite a todos, cuando ya no pueda seguir siendo gratuita?

De momento brillan por su ausencia las acciones del Gobierno de España para paliar el impacto de esta crisis en el sector cultural. El Ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, se ha limitado a pedir propuestas, en una breve ronda de conversaciones con representantes de varias disciplinas, al tiempo que aplaudía la solidaridad de los músicos en estas horas difíciles. Sonroja comparar su inmovilismo con la determinación de las autoridades de países vecinos, como Alemania o Francia. De hecho, el propio Presidente del ejecutivo, Pedro Sánchez, parecía compartir esta postura tan poco resolutiva, cuando en su comparecencia del pasado día 17 dijo aquello de “aplausos al mundo de la cultura y a todas las personas que con su ingenio y su talento nos hacen más llevaderos estos días tan difíciles”. Aplausos, claro que sí, pero algo más también, porque sólo con aplausos no se pagan las facturas. Un país se puede permitir la confusión entre la cultura y el mero entretenimiento, pero un Ministerio de Cultura no puede cometer ese error. El entretenimiento ha de ser una consecuencia de la cultura, no al revés. Y los creadores de la cultura y el arte, al igual que quienes lo hacen posible desde todos los ámbitos que lo rodean, no trabajan gratis.

En mitad de todo esto resulta irónico, por no decir indignante, que el currículo de nuestro plan educativo haya confinado a la música a un lugar residual, en estos días en los que los balcones de media España se nutren de músicos que ofrecen su arte a sus vecinos, gratis et amore. Pensemos en una solidaridad de ida y vuelta, sería lo justo: la música y la cultura que ahora nos salvan y nos entretienen, necesitarán (necesitaremos) después de nuestro (vuestro) apoyo y soporte, o su supervivencia penderá de un hilo. Y sin embargo, no son días para exigir sino jornadas para arrimar el hombro, cada uno a su manera, en esta lucha común y mundial contra la pandemia. Dejemos a un lado la demagogia y el sectarismo, también entre los músicos y los artistas. Ahora no toca. Son días de responsabilidad y bien común.

Seguiremos sumando cuando llegue el día después, siempre con la palabra al servicio de la música. Deseamos ahora más que nunca volver a compartir esas plateas que reposan estos días vacías y silentes. Estamos aquí, estaremos allí. Y os damos las gracias por contar con nosotros para mantener viva la llama de la esperanza en estas horas difíciles. Juntos lo conseguiremos.

Gonzalo Lahoz y Alejandro Martínez

Dirección · Platea Magazine

Foto: © Bayerische Staatsoper

Artículo original: PLATEA MAGAZINE. EDITORIAL. «PARADOJA: LA CULTURA EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO»

Publicado en 

Empezamos a ver la luz al final de túnel. Durante estas últimas semanas, la principal preocupación de la sociedad ha sido sobrevivir a nivel individual y, como sociedad, garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales entre los que está, naturalmente, la educación musical.

En esta primera fase, la respuesta del “sector musical”, tal como hemos expresado en anteriores artículos, ha sido espectacular. Conservatorios y escuelas de música han mantenido muy dignamente la calidad educativa por canales telemáticos. A pesar de que la interrupción de la actividad artística ha sido total, desde los balcones de toda España los músicos han defendido su actividad y han aportado la dosis de esperanza y vitalidad necesaria para que todos sigamos adelante. Hemos estado a la altura de las circunstancias. Por todo ello: ¡Misión cumplida!

Pero hemos cambiado de fase. Iniciamos ahora la tan ansiada “desescalada”. Y podemos observar en la sociedad cómo las prioridades y preocupaciones están cambiando. Evidentemente, seguimos muy asustados y las autoridades sanitarias nos recuerdan cada día los peligros de los “rebrotes”, pero también empezamos a valorar las consecuencias del “invierno económico” que todos los expertos vaticinan. Conscientes de esto último, los diferentes territorios pelean por salir lo más rápidamente de las fases duras del confinamiento y los distintos sectores productivos reivindican el inicio de la actividad a la mayor brevedad. Objetivo: Volver a la normalidad y mantener la actividad, los puestos de trabajo y los servicios tal como lo veníamos haciendo.

Y aquí viene la gran cuestión. ¿Cómo afectará la crisis de la Covid19 a la actividad musical? ¿Ya nada será igual como anuncian algunos? ¿Qué pasará con nuestras orquestas profesionales, conservatorios, escuelas de música y sociedades musicales?

No hay que olvidar que la Covid19 es un enemigo muy fuerte que puede afectar gravemente a la actividad musical. Una orquesta y una banda son objetivamente agrupaciones de personas que facilitan los contagios. Además, en el caso de la Comunitat Valenciana, el binomio música/fiesta hace más sangrante este impacto, lo hemos comprobado recientemente en la suspensión de todos los actos festivos. Por todo esto, tenemos un problema. Y gordo.

Intentar averiguar el futuro es siempre inútil y casi todos fracasan en ello. Pero debemos empezar seriamente a contemplar los posibles escenarios. Aunque en honor a la verdad, lo vamos a comprobar muy pronto, lo tenemos ya encima.

Creo que podemos imaginar dos escenarios posibles:

  1. La Covid19 deja de ser un problema porque las autoridades sanitarias han encontrado una vacuna o un tratamiento exitoso.

Si esto ocurre y además pronto, la sociedad olvidará con rapidez este episodio, en apenas unos meses la actividad comenzará a recuperarse lentamente y la única preocupación será salir lo antes posible de la grave crisis económica ocasionada por los meses que dure la paralización de la actividad. Y ya es mucho.

Pero, en este escenario, la actividad musical tal como la conocemos recuperará su estatus anterior rápidamente, no serán necesarios grandes cambios organizativos y estructurales en nuestras entidades musicales, no estará en peligro la manera actual de hacer las cosas. Continuaremos donde lo dejamos.

  1. La Covid19 es controlada pero no disponemos de vacunas y tratamientos efectivos para ello. Será necesario modificar los hábitos y las costumbres para garantizar la salud de las personas y los posibles rebrotes.

En este escenario, la cosa se complica. Nos jugamos aquí la más estricta supervivencia. Y se hace necesario buscar alternativas y soluciones para subsistir.

Tenemos el ejemplo del virus del SIDA. Después de más de treinta años entre nosotros y de cobrarse millones de víctimas, no hemos sido capaces de encontrar una vacuna o un tratamiento que lo elimine. Con muchos esfuerzos, hemos logrado convertirlo en una enfermedad crónica. Pero los cambios que ha producido en nuestro comportamiento, sobre todo el sexual, han sido brutales. Nada ha sido igual desde entonces.

A partir de la aparición del SIDA, comenzamos a hablar por primera vez del llamado “sexo seguro”. Las alternativas eran la castidad o la práctica sexual irresponsable, y ninguna de las dos era una opción realista ni viable.

Pues un poco de lo mismo puede pasar con la música. Por supuesto que la “castidad” musical no es una opción. Tampoco el mantenimiento de la actividad musical de manera irresponsable. Se impone necesariamente buscar una alternativa profiláctica de “música segura ante la Covid19”. Y aquí se deben centrar los esfuerzos.

Esta última semana ya hemos visto los primeros movimientos en este sentido. La Hochschule für Musik de Friburgo ha publicado la Estimación del Riesgo de Infección por Coronavirus en el ámbito de la Música de los profesionales del Instituto de Medicina para Músicos de Friburgo, de la Clínica Universitaria y de la Escuela Superior de Música de Friburgo (Freiburger Institut für Musikermedizin, Universitätsklinikum und Hochschule für Musik Freiburg). También hemos recibido otro documento firmado por las principales orquestas de Berlín en el mismo sentido.

https://www.esmarmusic.com/estimacion-riesgo-infeccion-coronavirus-ambito-musica/

¡Por fin alguien se mueve en la dirección correcta! El informe, que debe ser actualizado conforme avancen las investigaciones, incluye recomendaciones de gran valor y debe ser el inicio de muchos otros más que nos ayuden y den pautas y herramientas sobre cómo proceder si la Covid19 permanece entre nosotros agazapada, esperando una oportunidad para darnos otro zarpazo. Mientras no se encuentre una solución definitiva, no hay alternativa. Esta es una guerra cuerpo a cuerpo entre nosotros y el virus que debemos ganar sí o sí.

Por todo ello, debemos ser capaces de movilizar todos nuestros recursos en esta dirección, donde converja toda la sociedad; desde las administraciones públicas hasta las propias entidades musicales (conservatorios, escuelas de música, sociedades musicales, orquestas profesionales, etc.). Todos remando en la misma dirección. Esta es, según mi opinión, la primera prioridad, garantizar aquello que somos y asegurar que seguiremos existiendo.

Es evidente que también debemos ocuparnos de la crisis económica que ya está aquí y del impacto que va a tener en los sectores musicales: Desempleo, cierre de empresas, etc. Al igual que todos los sectores productivos, incluidos los sectores culturales, deberemos pedir a los poderes públicos que nos ayuden a paliar esta situación. La Covi19 está dejando a su paso una senda de destrucción económica que nadie, por sí solo, es capaz de revertir. Aquí deberemos estar también unidos en la reivindicación.

En definitiva, necesitamos conocimiento, investigación y gestión. Sobre todo, gestión. Sin duda, es el momento de los gestores que sepan articular y aplicar soluciones organizativas, utilización de las tecnologías y mucha creatividad para garantizar el funcionamiento de nuestras organizaciones musicales de todo tipo.

Disponemos de magníficos conservatorios públicos y privados, universidades, una red de sociedades musicales lideradas por la FSMCV que es una fortaleza enorme, un cuerpo de músicos jóvenes investigadores que han crecido exponencialmente en los últimos años, un Hospital de Manises que tiene una específica Unidad de la Salud del Músico, empresas consolidadas… Y mucho más. Pongamos todo esto en circulación. Trabajemos todos de manera coordinada con las administraciones y busquemos soluciones a estos problemas. La Comunitat Valenciana es música, siempre lo proclamamos, por eso hay que estar a la altura de las circunstancias.

No hay demasiadas alternativas. Si lo hacemos, demostraremos que nuestro sector contribuye a construir una sociedad más justa, solidaria y cohesionada. Pongámonos manos a la obra. El tiempo apremia y “la noche es oscura y alberga horrores”, como dicen en Juego de tronos.

Manuel Tomás Ludeña

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El oboe es noticia. Los comentarios vertidos sobre este instrumento musical en el programa El Hormiguero, dirigido por el famoso y exitoso periodista Pablo Motos, han suscitado diferentes reacciones. En primer lugar, la indignación del ramo, ya que todos los que tocamos el oboe nos hemos sentido aludidos, en cierta manera, y algunos ofendidos (no es mi caso). En las redes sociales, se han iniciado campañas para mostrar esta indignación, dar a conocer a nuestro insigne instrumento y dejar en evidencia la ignorancia del periodista y de sus colaboradores que, en honor a la verdad, la demostraron.

De los pocos segundos que duró la referencia, hay algunos aspectos que nos gustaría comentar. La vivencia de Pablo Motos fue durante mucho tiempo una manera de proceder en las sociedades musicales valencianas para repartir los instrumentos entre los educandos de las escuelas de música. Imagino que la historia que cuenta Pablo Motos acaecería en Requena, su pueblo natal, donde disfrutan de una agrupación centenaria de indudable valor artístico y social, la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena

Por lo que he podido averiguar, el profesor D. Daniel, que el periodista nombra, es un personaje real, nada más y nada menos que D. Daniel Martínez Marín, director de la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena entre 1977 y 1989, un maestro muy querido y de gran calidad humana y profesional. Y así sería, D. Daniel, al igual que la mayoría de los maestros de nuestras bandas, adjudicaba los instrumentos disponibles (y de manera gratuita) en función de las necesidades de la agrupación y no solo de las preferencias de los educandos. ¡Faltaría más, el interés colectivo por encima del interés individual! Una manera de proceder muy habitual. Otra versión era aquello de “tú a la trompeta, que tienes los labios adecuados para ello…” A mí me parece una anécdota muy entrañable. Si Pablo Motos quería el clarinete, se lo hubiera podido comprar él mismo. Si la sociedad musical le iba a prestar un instrumento gratuitamente, se debería conformar con lo que hubiera disponible y acoplarse a las necesidades del colectivo. Por lo tanto, que sean mis primeras palabras para defender a las sociedades musicales valencianas y poner en valor sus increíbles y más que centenarias aportaciones a la cultura musical en este país.

A mí me pasó lo contrario, yo quería el oboe y el maestro insistía en el clarinete. Me dijeron que, si quería el oboe, debería esperar un tiempo porque estaba comprometido en la banda de Utiel y tardaría unos meses. Y esperé. A lo mejor el oboe que Pablo Motos no quiso es el que me dieron a mí. Al fin y al cabo, Utiel y Requena no están demasiado lejos y los dos somos casi de la misma edad.

Pablo Motos no puede saber de todo, desde luego poco sobre el oboe. Y como él, muchas personas en nuestro país. Aprovechemos para pedirle, y así le damos la oportunidad de resarcirse ante los miles de oboístas españoles, que invite a un famoso/a oboísta. Por ejemplo, algún solista de la Orquesta Nacional de España o agrupación profesional similar y le dé la oportunidad de tocar el oboe en directo. Sería un gesto por su parte de grandeza y serviría para que nos reconciliáramos con él y con el El Hormiguero y “pelillos a la mar”. Comprobaría in situ que el oboe hace algo más que un simple “tiiiiiiiiiiiiiiiii” en una “canción”.

No va de broma. Pidamos todos a Pablo Motos que nos ayude a conocer mejor el instrumento. Ánimo, Pablo, ¡haznos ese favor! Un poco nos lo debes y sería un detalle muy bonito por tu parte.

Contengámonos los oboístas y demostremos nuestro sentido del humor. Tampoco es para tanto. ¡Pobres violistas si tuvieran que hacer caso a los hirientes chistes que sobre ellos vertimos el resto de la profesión! O también los buenos de los saxofonistas que aguantan muchas veces las bromas sobre el empleo de su instrumento en la música ligera y en las carpas de los circos. ¡Si somos nosotros los que más nos burlamos de nosotros mismos! Pero ahora ha sido diferente, lo ha hecho otro, un periodista famoso, en un programa de gran audiencia y nuestro honor ha sido mancillado. Ya lo decía mi abuela: “De los míos yo hablar pero nada escuchar”

La gran ignorancia del periodista ha sido la evidencia, pero insisto, es un programa de humor, donde por cierto se suele verter ironía sobre casi todo. Demostremos los oboístas que sabemos encajar esto con deportividad e intentemos aprovechar la situación y darle la vuelta.

Decía el colaborador del programa: “Yo no conozco a ningún famoso que se haya hecho famoso por tocar el oboe”. Tiene razón, los famosos que van a los reality shows y programas similares no suelen tocar el oboe, que exige largas horas de estudio, disciplina y preparación. Evidentemente, es otra manera de enfocar la vida, otros valores, donde la cultura artística es la protagonista. Y todo mi respeto a aquellos que van a hacerse famosos a la televisión, que cada uno haga lo que le dé la gana con su vida. Lecciones de moralidad, las justas. Desde luego, muchos en este país no tenemos como misión hacernos “famosos” sino al contrario, dar significado a nuestras vidas mediante la cultura y el arte. Y no creo que estemos tan equivocados. O puede que sí, ¡quién sabe!

En definitiva, recordemos aquello de “mejor que hablen de uno aunque sea para mal”. Aprovechemos la oportunidad para dar a conocer nuestro instrumento, demostremos sentido del humor y, al mismo tiempo, reivindiquemos siempre la cultura y el arte musical y, ¡cómo no!, a entidades muy respetables como la Sociedad Musical Santa Cecilia de Requena y a personas ilustres como D. Daniel Martínez Marín. No me cabe duda que hemos perdido a un gran oboísta, Pablo Motos es una profesional creativo e inteligente y hubiese demostrado estas mismas dotes con el oboe. ¡Lástima¡

Y poco más.

Manuel Tomás Ludeña

José R. Pascual-Vilaplana
Cocentaina, 22 de abril de 2020
www.pascualvilaplana.com

La calle está vacía. El ruido del silencio resulta del todo agobiante. La distancia física (que no social) entre la gente, nos ha proporcionado un ambiente de frialdad para el alma, una especie de soledad emocional de consecuencias imprevisibles y de las cuales aún no somos conscientes. La cotidianeidad ha dejado de ser conocida; lo que creíamos normalizado o habitual se ha convertido en un recuerdo, y en muchos casos, en un anhelo. Más que estar inmersos en un estado de alarma, parece que estamos dentro de un estado de fragilidad en el cual desconocemos todo aquello que pensábamos tener controlado, un tiempo de absoluta incertidumbre en el mañana y en el cual hemos vuelto a evidenciar la debilidad de nuestra existencia.

Siempre está bien volver al ser humano, aunque sea en un momento tan duro y difícil para tanta gente. Al hecho de infectarse y de, en el peor de los casos, morir, se ha añadido la escalofriante soledad que ha envuelto los últimos días de aquellos que nos han dejado. Tal vez en este momento irremediable que a todos nos tocará vivir, se vuelve imprescindible la necesidad de estar con alguien, de sentirte querido y de saber, que, aunque hagas el último viaje solo, tienes siempre una mano cercana que te acaricia hasta el último aliento. Solos se han ido y solos se han quedado aquellos que querían despedirse, con un dolor agrio, con una pena punzante.

El rostro de nuestros mayores ha cambiado. La mayoría de ellos nacieron en mitad de una situación de penuria económica y vital, en donde la supervivencia no era una heroicidad, sino más bien una necesidad. Y ahora que concluían su experiencia vital, vuelven a vivir una situación que les descoloca y les trastorna. Los que nos ayudaban a cuidar a los nietos, ahora no pueden verlos. Y si tienen opción de mirarlos a través de una pantalla, intentan esconder las lágrimas para no afectar a los pequeños de la casa. La responsabilidad que la vida les ha enseñado ahora les hace tragarse la emoción en beneficio de los demás. Eso es lo que llaman generosidad. Cuando miras los ojos a nuestros mayores en medio de esta pandemia, puedes observar el rostro del miedo. Pero si ellos se dan cuenta de tu percepción, tienen la gentileza de actuar y transformar la situación para protegerte. Saben cual es su papel y no dejan de representarlo por muy difícil que sea la escena. La naturaleza de los progenitores es así de limpia.

Estas semanas pasadas solía encontrarme, en las salidas esporádicas, a un conocido que trabaja con ambulancias. Hace días que no le veo. Una amistad común me ha dicho que está confinado en casa, pues ha dado positivo. Cómo cambia el significado de la palabra “positivo” cuando se trata de una enfermedad. En este caso, el virus llega a un chico joven, con una hija pequeña, y que estaba trabajando por la salud de los demás. Los héroes de esta situación son gentes como él, que un día decidieron trabajar por la sanidad y ahora se han convertido en nuestros resortes para la esperanza con una entrega total y devota, con una responsabilidad de la cual podemos aprender todos los demás. La misma responsabilidad que tienen todos aquellos que abren sus tiendas para abastecer de alimentos a las casas confinadas o la que demuestran las fuerzas de seguridad que intentan controlar esta desconocida y terrible situación. En cambio, esta responsabilidad ha desaparecido de todos aquellos que aprovechan la situación para ganar votos o fama inocua e inoperante con el “yo ya lo decía”. Si tuviesen razón, al menos deberían mostrar decencia y no enarbolar el trofeo de la victoria hasta que haya desaparecido el recuento diario de víctimas.

Las actividades del confinamiento van desde las rutinas caseras más cotidianas, hasta las experiencias culinarias más diversas, las organizaciones de antiguos desórdenes, los ejercicios gimnásticos más inverosímiles o los cortes de pelo hechos con más voluntad que con maña. A las ocho salimos a aplaudir con los vecinos para agradecer el trabajo de todos aquellos que están sacrificando su vida para hacer que la de los demás continúe con una mínima dignidad. Se escucha música de compañeros que amenizan el momento, a veces somos nosotros quienes compartimos música desde casa. Después hacemos una tertulia entre los balcones y comentamos películas, libros, conciertos y todo aquello que estamos disfrutando en el confinamiento. La cultura se convierte en bálsamo de la tristeza y en trampa de soledades. Hoy me he levantado como siempre muy temprano, y al ver el calendario me he acordado que, hace cuarenta años, fui a tocar por primera vez a las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoi con la Banda de Muro, mi pueblo. Aquel veintidós de abril, a las seis de la mañana, estábamos en la Plaza de la Bandeja mi padre y yo vestidos de músicos para ver arrancar la primera diana. La corbata nueva, el uniforme grueso de estilo militar, el bombardino colgando y unos zapatos nuevos y relucientes eran el bagaje de un niño de nueve años que cuando acabó la diana estaba reventado de cansancio, pero feliz de haber vivido una experiencia única. Ni el frío viento que nos acariciaba al cruzar los puentes de la ciudad de Alcoi, ni el rigor de llevar el paso en la banda, ni la repetición insistente de aquellos melodiosos pasodobles habían eclipsado la magia del momento. Veía el rostro de los festeros y de aquellos que aplaudían desde las aceras, y con ello empecé a entender eso que llaman la catarsis.

Los músicos, como el resto de artistas, somos el recurso idóneo para combatir la monotonía y para enriquecer la vida con momentos irrepetibles. Todo el mundo habla de la utilidad del arte en tiempo de confinamiento. Esperemos que, al acabar este periodo especial, no se nos olvide. Cuando dentro de unos meses las bandas de música que han dejado de tocar en las fiestas (Fallas, Moros y Cristianos, Semana Santa, romerías varias…) y en sus temporadas de conciertos, así como los coros, grupos de música tradicional, etc. vivan momentos de dificultad económica, esperemos ver balcones llenos de gente que los apoyen, planes estructurales de ayudas específicas para el sector por parte de nuestras instituciones o de las entidades bancarias que entre todos ayudamos a reflotar en su momento. Seguro que los canales mediáticos que utilizan miles de actuaciones musicales grabadas gratuitamente a infinidad de variados grupos musicales, tendrán la generosidad de compartir con éstos los ingresos de publicidad que generan las emisiones repetidas de tales eventos. Quiero confiar en el sentido común de aquellos que hacen la cultura grande empezando por respetar la cultura pequeña, la que es más cercana a la gente, la que se produce con entrega y dedicación de miles de personas en nuestros pueblos y la que hace sentirnos orgullosos del lugar donde un día abrimos los ojos. Decía García Márquez: “…me niego a admitir el fin del hombre…”. Debemos confiar en la humanidad, conviene pensar que nada pasa sin dejar huella y que hay que aprender de lo que vivimos y vivir con lo que aprendemos.

Y ahora a seguir estudiando. No podemos dejar de hacerlo, pues en cuanto podamos compartir de nuevo nuestro trabajo, los artistas deberemos estar listos para continuar con la función: “The Show must go on”. Somos afortunados de disfrutar de lo que hacemos y de sentirnos felices cuando lo mostramos a los demás. Ahora estamos confinados y privados de libertad para movernos, pero nunca nada ni nadie podrá interrumpir la libertad de imaginar y de crear, pues vivimos y creemos en la utopía sostenible de nuestra tarea artística, la que nos compromete y nos alimenta las ganas de vivir. No confinemos a la razón y dejemos que nos muestre la vía más adecuada para seguir caminando en mitad de esta triste realidad que nos envuelve. La solidaridad auténtica nace de la sencillez y del sentido común: no se trata de repartir sólo lo que nos sobra, sino de compartir lo que tenemos.

Muchos ánimos a todos y a seguir bien.

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23 APARATOS/ACCESORIOS o de TODO + 1

IEEEP Artistas Deportistas ¿Qué pasa?

¿Conocéis la mayoría verdad?

Hoy os adjunto 23 APARATOS que os vendrán genial para vuestras vidas artísticas.

¡Algunos son muy evidentes!

POR CIERTO

El ATRIL está mejor situado en OBLIGATORIOS (un desliz).

Hay artistas que se lo apoyan en botellas y otras cosas de estar por casa… 😅

De APARATOS hay muchos por descubrir, pero os dejo a vosotros indagar más 😘

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Os paso unos enlaces a mi blog donde podréis encontrar varios artículos relacionados con las Sociedades Musicales.

Una posible lectura durante estos días de confinamiento.

Mucha salud a todos/as y confianza en el futuro

Aquí analizo como las sociedades musicales pueden ayudar a fijar la población rural y contribuir a mitigar este gran problema social
La serie de artículos “EN NOMBRE PROPIO” analiza diferentes perfiles muy importantes en las sociedades musicales: directores, presidentes, músicos, etc.. En esta entrada describo la época del director Pablo Sánchez Torrella en la Unió Musical de Llíria allá por los años 80 del siglo pasado. Una etapa que tuve la oportunidad de vivir en primera persona.
Este artículo me permitió reflexionar e idear el máster que estamos desarrollando. Se trata de una gran oportunidad actual de empelabilidad en el sector de la música valenciana
Aquí tenemos a un gran presidente, de los de “toda la vida”. abnegado, sacrificado y eficiente. Un privilegio para el pueblo de Chelva
Un clásico. El autor lo ha experimentado también en primera persona y sabe de lo que habla. Como en todo, luces y sombras. Y división de opiniones¡
Sin duda, una gran sociedad musical. Además la gran rival de la mía (soy músico de la Unió Musical de Llíria). Por cierto a los “míos” no les gustó ni sentó nada bien este artículo. ¡Hay que ver cómo somos¡
Un deseo más que merecido. Esperemos que nos animemos a presentar un proyecto de esta naturaleza, es lo justo.
En este artículo reflexiono sobre el futuro de las sociedades musicales y cómo afrontar los nuevos retos. Posmodernismo y sociedad del conocimiento, es el momento de seguir transformándose.
Tema polémico donde los haya. Mojándome como siempre y recibiendo también algún revolcón. Sin duda, me lo merezco
Uno de mis preferidos. Siento verdadera devoción hacia los músicos aficionados
Bajo el amparo de  nuestra Santa hacemos muchos milagros. A ver si nos protege contra el Coronavirus, falta nos hará.
En el blog podréis encontrar más entradas sobre temas relacionados con la educación musical en conservatorios y escuelas de música
Manuel Tomás Ludeña