En esta nueva entrada de la sección Desde el Aula, seguimos conociendo más de cerca a algunos profesores de la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, así como determinados aspectos relacionados con sus asignaturas y la música en general.
En esta ocasión, hablamos con Conchi Chinchilla Vicente, quien ha impartido desde sus inicios: Música y Movimiento, Piano, Taller lúdico, Lenguaje Musical y Lenguaje Musical de Adultos.
/Esto es lo que nos ha contado:
P.- ¿Cómo fueron tus inicios en esta profesión y qué destacarías de la Escuela en general?
R.- Empecé en el 94-95 aproximadamente, recuerdo que estábamos en el Hospitalico y empecé a trabajar cuando estaba de Director, José Miguel Azorín Marco.
Cuando estudié, nunca pensé que me iba a dedicar a esto. Hice dos carreras, soy Técnico en Empresas Turísticas, e hice la especialidad de Piano, porque a mí me gustaba. Pero cuando me separé, me puse a buscar trabajo. Vine a la Escuela, y José Miguel me dijo que me llamaría, y también me hicieron una prueba en un concesionario, porque buscaba trabajo por todos lados. Al final, dio la casualidad, de que el mismo día que me llamó José Miguel para decirme que sí, y a las tres horas, me llamaron también del otro sitio, así que les dije que lo sentía pero que ya tenía trabajo.
De las dos carreras que tengo, al final comencé con esta, y me doy cuenta de que este trabajo me ha dado muchas satisfacciones. Para mí, esta escuela es única (no sé cómo serán las demás, pero esta es única). Se agradece mucho que te dejen libertad, porque tú te administras la clase como quieres. Yo me organizo, hago los horarios y doy las clases como yo las quiero dar. Sinceramente, trabajar en lo que te gusta es un lujo.
P.- ¿Cómo has visto la evolución de la Asociación en general y el crecimiento musical de los adultos a lo largo de todos estos años?
R.- La evolución en general ha sido inmensa, cuando empecé a trabajar había ciento sesenta alumnos y ahora vamos por los ochocientos y pico.
En el caso de los adultos, también. Recuerdo que José Miguel fue el primero que me propuso dar Solfeo de Adultos. Me dijo: ¿Qué te parece si este año probamos? Porque hay muchos adultos que vienen y cuando les damos los horarios para niños, por las tardes, no pueden. Vamos a probar a ver si funciona y si no, lo quitamos.
¡Y vaya si funcionó! Empezamos con seis o siete alumnos y seguimos; luego se apuntó más gente y más gente. Ha sido una evolución brutal a lo largo de todos estos años.
Además, de la satisfacción que eso conlleva, yo disfruto muchísimo dándole clase a las personas mayores, porque si me gusta dar clase a los niños, ¡a los adultos es que me encanta!
Todos tenemos asignaturas pendientes, y cuando cumplimos esos sueños, es brutal. Algunos dicen al principio que el solfeo es difícil, pero no, es como cualquier cosa o cualquier asignatura más. Con el tiempo, ellos ven que pueden, y te dicen: Abro una partitura y ya la entiendo, y la puedo pasar a mi instrumento.
Y también te voy a contar un ejemplo: Yo le estoy dando clase a una mujer que tiene 78 años. Cuando empezó, iba muy despacio. Esta mujer había tocado alguna cosica, pero el día que se puso con el piano y tocó Campanita de lugar (y a ella le sonó), paró y la reacción fue brutal.
Soy muy afortunada porque trabajo en algo que a mí me gusta.
P.- Si recordamos tu trayectoria en la Escuela, ¿qué especialidades has impartido?
R.- Mira, yo empecé dando Música y Movimiento, ocho horas a la semana, y algunas horas de piano, y poco a poco se fue ampliado.
Dos años antes de marcharse José Miguel, me ofreció dar Solfeo de Adultos y desde entonces ya no he parado, ahora incluso hemos desdoblado porque viene mucha gente.
Cuando llegó Ángel, me dijo que íbamos a cambiar Música y Movimiento por solfeo. Me reorganicé y la verdad es que me encanta, no puedo decir otra cosa, y disfruto mucho.
También seguí con el piano, y cuando pasaron unos años, vinieron del Colegio “Virgen de la Esperanza”, y empecé en el Hospitalico con un pequeño grupo. Cuando nos mudamos al nuevo edificio, seguí, y ya no paré hasta el confinamiento. Ahora con esta situación de momento no podemos hacerlo. No era Musicoterapia, era un Taller Lúdico, en el que mis chicas han aprendido, que de eso se trata, han venido, han gozado, han disfrutado y ¿pa’que más?
Y hace unos años también fui alumna de canto y ahora sigo peleando como alumna de guitarra. Voy haciendo lo que puedo, pero con todo el gusto del mundo.
P.- ¿Y si hablamos de tus gustos musicales?
R.- ¡De todo, de todo, de todo, de todo! Yo no me cierro a nada, bueno, menos a la música que hay ahora, que algunas tienen unas letras… por ahí no paso, yo lo siento. Pero en mi casa se oye desde música clásica, música de compositores españoles, extranjeros, de grupo, de solistas. Mi hijo tiene una hemeroteca, tres veces mejor que la mía. Oye algo en la tele, se va y saca el C D donde aparece, es impresionante.
Me apasionan las Bandas Sonoras. Es más, yo las audiciones de finales de curso siempre las titulo: “Una audición… de película”. Todos mis alumnos tocan alguna banda sonora de película, que preparamos con mucho tiempo para que no tengan nervios y la controlen.
Las baladas de los grupos de rock me encantan. Me gustan mucho las cosas tranquilas, y no me cierro a nada.
Y soy una apasionada de las zarzuelas, de los compositores españoles: Albéniz, Granados, Turina… no sé por qué la gente no le da más valor a lo nuestro. En la música tradicional, hay cosas preciosas, pero parece que los españoles le damos más valor a lo que viene de fuera, que a lo que tenemos dentro.
P.- ¿Te gustaría añadir algo más?
R.- Sí, lo que está pasando en la Escuela de Música actualmente. Hay una riqueza cultural aquí, que no se lo imagina nadie. A mí me encanta, que se le dé cabida a todo el mundo, desde niños pequeños, hasta adultos, personas con necesidades especiales, rockeros… esa variedad, eso es súper rico, la gente no se da cuenta, pero esto es riqueza, y dentro del profesorado también se ve.
Yo lo percibo y lo noto. Que toda esta variedad que hay, tenga como trasfondo la música y nos una la música, es maravilloso.
Y otra cosa que me gustaría destacar, es que quiero que quede constancia de la importancia de Ángel en este proceso de cambio de la Escuela, lo que se lo está currando, porque si estamos aquí es porque él nos ha ido mancando las pautas y todo lo que ha ido decidiendo ha sido para beneficio de la Escuela.
P.- Por último, y como madre de un alumno de la Escuela de Música, ¿qué ha significado y significa la música para él?
R.- Mira, yo te voy a contar una cosa, en relación con mi hijo Juanmi.
Mi hijo tiene una lesión cerebral que le afecta al habla. En la Arrixaca, desde el principio, me dijeron que no hablaría. Mi hijo lleva con integración desde los quince meses y tiene 36 años, él sigue con estimulación (ahora mismo está en clase de ajedrez…él no para). Me dijeron que no hablaría ni escribiría. Logopedas que han trabajado con él cuando era pequeño me dijeron un rotundo “No”, pero él gracias a su constancia y esfuerzo él, ahora está leyendo y escribiendo. Se se ha leído unos noventa libros para su nivel (más libros que mucha gente se leerá en toda su vida).
Yo lo traje con Isabel a la Escuela de Música y ella le da Musicoterapia. Ella me dijo que le comprara una flauta para trabajar con él la respiración, y a partir de ahí ella empezó y vio que él entendía las posiciones y empezó a asociarlas con las notas. Ahora lee partituras y toca la flauta dulce, de hecho, ha salido en dos o tres audiciones con Isabel, acompañándole ella con el piano.
Yo estoy agradecida no, lo siguiente. Porque mi hijo ha hecho algo que ningún especialista pensó que mi hijo haría. Y ha sido a raíz, de que mi hijo viera la relación entre las posiciones y las notas. Ha sido todo un proceso, y así ha ido más rápido en lo de la lectoescritura.
No hay para pagar esto.
Él me dice: A mí no me borres nunca de música.
Y yo le digo: No, no, ¿qué te voy a borrar yo? (risas).
Así que, fíjate, si yo estoy agradecida a la Escuela y en especial a Isabel.
Mi hijo, la música la ha llevado consigo desde que yo estaba embarazada. La música ha ido siempre relacionada con él, va en su ADN. Es fan de la Banda y de todo lo que es música.
Y todo esto, insisto, no te lo cuento como profesora, sino como madre de un alumno que viene a la Escuela.
Aquí, me han dado la oportunidad de poder ayudar a mi hijo.
Conchi, nos alegramos mucho por él y te agradecemos enormemente que lo hayas compartido con nosotros.
Muchas gracias por acompañarnos en esta sección de la Revista Diapasón, y que la música nunca pare.
Cecilia Ortuño