El pianista, junto a Glòria Tello, presidenta del Palau de la Música, y Josep Lluís Galiana, director de EdictOràlia y saxofonista, comentan el libro, que abarca un largo periodo de veinte años y está prologado por el reconocido poeta cacereño Álvaro Valverde, en un acto en L’Almodí de Valencia
De Solaun, que junto a Galiana ofreció tres improvisaciones musicales, asegura que “la poesía se parece a la música, sugiere más que dice algo concreto”, y añade que “siempre tiene un sentido, como en la música”
Valverde expone que estamos “ante una poesía intimista, dicha en voz baja. Melancólica. De soledades. Propia, acaso, del silencio que precede, primero, y sucede, después, a la música”
Tello recordó que “Nueva York le marcó definitivamente, como a Lorca, como a Allen” y destacó que “este libro me sugiere esa belleza y esa curación por encima de toda fractura, separación o ruptura”
Galiana, que firma las notas introductorias, estima que “el libro “es una larga peregrinación, un viaje “de soledades, olvidos y ausencias” que encuentra “fiel reflejo en los Años de peregrinaje, del músico Franz Liszt”

De izquierda a derecha, Josu de Solaun, Josep Lluís Galiana y Glòria Tello en una de las improvisaciones musicales que interpretaron. Autor: Live Music Valencia
El pianista Josu de Solaun presentó su poemario Las grietas, ayer por la tarde en L’Almodí de València, junto a Glòria Tello, concejala de Patrimonio y Recursos Culturales del Ayuntamiento de València y presidenta del Palau de la Música; y Josep Lluís Galiana, director de EdictOràlia y saxofonista; en un acto cargado de emoción en el que también la música fue protagonista, de la mano del autor y del editor.

De izquierda a derecha, Josu de Solaun, Glòria Tello y Josep Lluís Galiana en la presentación del poemario Las grietas. Autor: Live Music Valencia
El escritor de Plasencia expone que estamos “ante una poesía intimista, dicha en voz baja. Melancólica. De soledades. Propia, acaso, del silencio que precede, primero, y sucede, después, a la música”, y asegura que “no hace falta recordar la íntima relación que existe entre la música y poesía, que, si hacemos caso a Eliot, fue primero eso, puro ritmo. Nadie como San Juan de la Cruz para definirla: “música callada”. Y cierra su prólogo aconsejando “adéntrese el lector sin miedo y sin prisa en esta sucesión de momentos que gracias al arte poética han quedado fijados en un presente eterno”.