La Confederación Internacional de Sociedades Musicales (CISM) celebró en Barcelona, el pasado sábado 6 de septiembre, su Asamblea General bianual, un encuentro de gran relevancia que reunió a representantes de 14 países de Europa, consolidando a la capital catalana como un espacio de referencia internacional para el movimiento bandístico.
La asamblea fue acogida por la Confederación Española de Sociedades Musicales (CESM) en estrecha colaboración con la Federación Catalana de Sociedades Musicales (FCSM), que ejerció de anfitriona, mostrando la fuerza y vitalidad del asociacionismo musical en España.
Durante el encuentro se abordaron cuestiones esenciales para el futuro del movimiento bandístico internacional, con especial atención a la cooperación entre federaciones nacionales, el desarrollo de proyectos de investigación y formación, y la necesidad de seguir trabajando por el reconocimiento de las bandas de música como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
En el marco de la Asamblea, se aprobó por unanimidad el nombramiento de Félix Ruiz González, presidente de la CESM, como nuevo miembro de la Junta Directiva de la CISM, un hecho que refuerza la presencia y el liderazgo de España en el contexto internacional.
En sus palabras de agradecimiento, Félix Ruiz subrayó:
“Este nombramiento es un reconocimiento al trabajo que desde España llevamos años desarrollando en defensa de las sociedades musicales. La cooperación internacional es la clave para que nuestras bandas, en cualquier rincón del mundo, sean valoradas como lo que son: auténticos motores de cultura, educación e identidad colectiva. Juntos somos más fuertes, y juntos podemos garantizar que la música de banda siga siendo un lenguaje universal que une a los pueblos.”

Tras la Asamblea General, tuvo lugar un taller sobre los sonidos de Europa y una mesa redonda sobre el futuro de las bandas de música europeas y la conservación del patrimonio, en la que participaron personalidades de gran relevancia internacional como el compositor y director Franco Cesarini, junto a Félix Ruiz y otros expertos, generando un espacio de reflexión y propuestas de gran valor para el sector.
La Asamblea General de Barcelona se convierte así en un hito de cooperación y entendimiento entre naciones, reforzando la importancia de trabajar unidos para garantizar la sostenibilidad, el crecimiento y la proyección global de las bandas de música. La participación de 14 países refleja el peso internacional de la CISM y abre nuevas oportunidades de colaboración transnacional en los próximos años.
La próxima Asamblea General de la CISM tendrá lugar en Malta en 2027, donde nuevamente se reunirán representantes de todo el mundo para seguir construyendo un futuro común para las bandas de música.
Finalmente, la CISM y la CESM agradecieron de manera especial el trabajo y la hospitalidad de la Federación Catalana de Sociedades Musicales, cuya implicación y dedicación fueron decisivas para el éxito de la Asamblea y de las actividades culturales que la acompañaron. Barcelona se reafirma, así, como una ciudad abierta y acogedora, capaz de proyectar internacionalmente la riqueza de las bandas de música como símbolo de identidad y cooperación cultural.

Conclusión
El Congreso CISM en Barcelona confirmó que la música de las bandas europeas está en un punto de inflexión. Se enfrenta a desafíos demográficos y financieros, pero también tiene numerosas oportunidades: digitalización, cooperación internacional, prácticas de enseñanza innovadoras y nuevos formatos de conciertos.
El futuro dependerá de una combinación de tradición e innovación. Las bandas deben preservar sus raíces (identidades locales, regionales y nacionales) al tiempo que se abren a las corrientes musicales modernas, la tecnología y las audiencias globales. Lo más importante es que esto requiere trabajar juntos en unidad, independientemente de la parte de Europa de la que vengamos.
Las bandas europeas son y seguirán siendo embajadoras de la diversidad cultural, espacios de aprendizaje y creatividad, y laboratorios de conexión social. Su futuro no es solo una cuestión de supervivencia, sino una oportunidad para recuperar su papel como portadores de la memoria cultural compartida de Europa.