Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-09

La ciudad de Bilbao presentaba a su Banda Municipal un domingo 9 de junio de 1895 en El Arenal, mediante dos conciertos, uno de mañana y otro de tarde. En ambos, la formación bilbaína comenzaba su audición con el Gernikako Arbola, y después deleitó al público con arreglos de música de ópera, música folklórica, bailables e incluso música descriptiva. Formada por cuarenta y nueve músicos (plantilla más numerosa que la actual), la Banda Municipal había tenido un largo proceso administrativo y vino a corroborar la necesidad que tenía la ciudad de poseer una formación musical profesionalizada que sustituyera las fanfarrias y bandas anteriores (como la Sociedad Musical “La Armonía” o la Banda de Santa Cecilia de La Casilla, entre otras) cuyo rol se dividía entre la celebración de conciertos, los bailables o la participación en actos protocolarios y religiosos. Además, una ciudad boyante como Bilbao no podía quedarse rezagada ante la aparición de otras bandas municipales en ciudades importantes como Sevilla (1838), Santiago de Compostela (1848), Almería (1852), Jaén (1854), Málaga (1859), Albacete (1861), Badajoz (1867), Palencia (1879), Las Palmas de Gran Canaria (1880), Santander (1880), Barcelona (1886) y en 1895 las Bandas Municipales de Cuenca, Vitoria y Bilbao.

El siglo XIX fue, sin duda, uno de los períodos más importantes y fructíferos en el desarrollo y nacimiento de las bandas de música, tal y cómo las conocemos en la actualidad. Su herencia se dividía, fundamentalmente, en dos claras influencias. De una parte, el movimiento conocido como Harmoniemusik hizo diversificar los grupos instrumentales de viento del siglo XVIII tanto en las ceremonias de las casas aristocráticas europeas, como en las manifestaciones festivas más populares. Formaciones como el octeto clásico compuesto por dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y dos trompas atrajo la atención de grandes compositores como Haydn, Mozart Kromer o Beethoven quienes crearon bellísimas páginas pensadas para los grupos de viento, desarrollándolos y diversificándolos. Por otra parte, las bandas militares enarbolaban sentidos patrios y conmovían a las masas, con lo cual su uso entre la población se hizo muy popular en eventos multitudinarios. Hasta el propio Napoleón Bonaparte utilizó las bandas militares a su servicio con el fin de publicitar sus conquistas. En los territorios de su influencia, las bandas napoleónicas marcaron el gusto afrancesado y dieron origen al nacimiento de muchas formaciones.

En el estado español, desde finales del XIX empezaron a surgir bandas populares creadas, en muchos casos, por músicos militares que fueron retirados forzosamente en un momento de crisis económica. Estas bandas conocidas como “bandas de milicianos”, iban vestidas con trajes de reminiscencias militares. En ocasiones, eran los organistas enviados por el obispado a los pueblos, quienes montaban grupos instrumentales de viento que de igual manera participaban en algunas liturgias, como amenizaban protocolos, bailes y festejos. Estas formaciones solían ser denominadas con el nombre del músico que las organizaba. De tal modo, encontramos documentación de creación de bandas populares ya desde la Música de viento de Irún (1784), la de Xàtiva (Valencia, 1800), Muro (Alicante, 1801), Manresa (Barcelona, 1815), Banda Primitiva de Llíria (Valencia, 1819), Banda de Éibar (1831), Banda de Bergara (1832), etc. entre muchas otras.

La evolución de los propios instrumentos de viento, la invención de otros nuevos (como los patentados por Adolph Sax en 1845) y el interés despertado por compositores de gran relevancia, hicieron evolucionar las orquestas de viento y percusión. Sus roles iban desde la música religiosa en templos y/o procesiones, hasta los bailables o los conciertos sinfónicos interpretando arreglos de obras sinfónicas, óperas o zarzuelas. La banda se convertía no solo en una especie de plataforma de difusión musical, sino que además era toda una herramienta pedagógica. En palabras de la musicóloga bilbaína Carmen Rodríguez Suso, en su libro “Banda Municipal de Bilbao, al servicio de la villa del Nervión” (Ayuntamiento de Bilbao, 2006): “La prensa de la época, y los documentos históricos, nos hablan de un entusiasmo generalizado por la difusión de estas agrupaciones musicales (…) Este entusiasmo provocó en las bandas una aspiración a alcanzar dimensiones masivas (…) En las bandas, en concreto, personas de orígenes humildes tendrían acceso por primera vez a la interpretación y escucha de música instrumental con aspiraciones que se pueden calificar como artísticas”.

Durante el transcurso del siglo, encontramos gran cantidad de compositores relevantes que dedicaron alguna de sus composiciones a la banda. Sirvan de ejemplo: Marcha Militar (1820) de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), Overture für Harmoniemusik (1824) de Felix Mendelssohn (1809-1847), Symphonie funèbre et triomphal (1840) de Héctor Berlioz (1803-1869), Trauersinfonie (1844) de Richard Wagner (1813-1883), Marcia per il Sultano Abdul Medjid (1852) de Gioachino Rossini (1792-1868), Orient et Occident (1869) de Camille Saint-Saëns (1835-1921), Sinfonia per banda (1872) de Amilcare Ponchielli (1834-1886),Fantasia Morisca (1873) de Ruperto Chapí (1851-1909), Concierto para trombón y banda (1877) de Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), Marcha Militar en F de Piotr I. Chaikovsky (1840-1893), o The Circus Band (1899) de Charles Ives (1874-1954) entre muchas otras. Además durante este siglo asistimos al nacimiento de grandes bandas y movimientos bandísticos a nivel internacional: The U.S. Marine Band (1798), Banda de Medellín (Colombia, 1815), Musique Royale des Guides de Bruselas (1832), Garde Républicaine de París (1848), Banda Civica di Milano (1859), Banda Filarmonica dos Artistas Funchalenses (1852) en Madeira (Portugal), la Unidad de Música de la Guardia Real en Madrid (1874), la Sousa Band (1892) o la Banda Nacional de Conciertos de La Habana (Cuba, 1899).

La ciudad de Bilbao cuenta entre sus monumentos culturales más preciados con la Banda Municipal, una institución llena de vida, de historia, pero, sobre todo, de un gran futuro. Es responsabilidad de todos poder mostrar su potencialidad y su adecuación como vehículo de cultura para el siglo XXI, en una ciudad como Bilbao que pasa por ser un referente cultural a nivel mundial. Más allá de la triste pandemia que nos ha tocado vivir, esperemos que este 125 Aniversario sirva de empuje para aprovechar el potencial artístico y humano de una institución fundamental en la cultura de la villa. Ha cambiado mucho el papel a desarrollar por las bandas en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, tanto en el siglo XIX como en la actualidad una banda de música constituye todo un instrumento de difusión social y artística de primer orden con todo un bagaje artístico idiosincrático que se adapta social y estéticamente al tiempo que le rodea. Tan solo hay que abrirse a su personal universo sin estereotipos ni prejuicios, con la libertad que da el estudio y el conocimiento. Son tiempos de banda, tiempos de unir con la música la nueva realidad que nos rodea. Gracias a todos los que lo han hecho posible a través de estos ciento veinticinco años. Que sea por muchos años más.

José R. Pascual-Vilaplana
Director Titular de la Banda Municipal de Bilbao
Bilbao, 9 de junio de 2020

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