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Empezamos a ver la luz al final de túnel. Durante estas últimas semanas, la principal preocupación de la sociedad ha sido sobrevivir a nivel individual y, como sociedad, garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales entre los que está, naturalmente, la educación musical.

En esta primera fase, la respuesta del “sector musical”, tal como hemos expresado en anteriores artículos, ha sido espectacular. Conservatorios y escuelas de música han mantenido muy dignamente la calidad educativa por canales telemáticos. A pesar de que la interrupción de la actividad artística ha sido total, desde los balcones de toda España los músicos han defendido su actividad y han aportado la dosis de esperanza y vitalidad necesaria para que todos sigamos adelante. Hemos estado a la altura de las circunstancias. Por todo ello: ¡Misión cumplida!

Pero hemos cambiado de fase. Iniciamos ahora la tan ansiada “desescalada”. Y podemos observar en la sociedad cómo las prioridades y preocupaciones están cambiando. Evidentemente, seguimos muy asustados y las autoridades sanitarias nos recuerdan cada día los peligros de los “rebrotes”, pero también empezamos a valorar las consecuencias del “invierno económico” que todos los expertos vaticinan. Conscientes de esto último, los diferentes territorios pelean por salir lo más rápidamente de las fases duras del confinamiento y los distintos sectores productivos reivindican el inicio de la actividad a la mayor brevedad. Objetivo: Volver a la normalidad y mantener la actividad, los puestos de trabajo y los servicios tal como lo veníamos haciendo.

Y aquí viene la gran cuestión. ¿Cómo afectará la crisis de la Covid19 a la actividad musical? ¿Ya nada será igual como anuncian algunos? ¿Qué pasará con nuestras orquestas profesionales, conservatorios, escuelas de música y sociedades musicales?

No hay que olvidar que la Covid19 es un enemigo muy fuerte que puede afectar gravemente a la actividad musical. Una orquesta y una banda son objetivamente agrupaciones de personas que facilitan los contagios. Además, en el caso de la Comunitat Valenciana, el binomio música/fiesta hace más sangrante este impacto, lo hemos comprobado recientemente en la suspensión de todos los actos festivos. Por todo esto, tenemos un problema. Y gordo.

Intentar averiguar el futuro es siempre inútil y casi todos fracasan en ello. Pero debemos empezar seriamente a contemplar los posibles escenarios. Aunque en honor a la verdad, lo vamos a comprobar muy pronto, lo tenemos ya encima.

Creo que podemos imaginar dos escenarios posibles:

  1. La Covid19 deja de ser un problema porque las autoridades sanitarias han encontrado una vacuna o un tratamiento exitoso.

Si esto ocurre y además pronto, la sociedad olvidará con rapidez este episodio, en apenas unos meses la actividad comenzará a recuperarse lentamente y la única preocupación será salir lo antes posible de la grave crisis económica ocasionada por los meses que dure la paralización de la actividad. Y ya es mucho.

Pero, en este escenario, la actividad musical tal como la conocemos recuperará su estatus anterior rápidamente, no serán necesarios grandes cambios organizativos y estructurales en nuestras entidades musicales, no estará en peligro la manera actual de hacer las cosas. Continuaremos donde lo dejamos.

  1. La Covid19 es controlada pero no disponemos de vacunas y tratamientos efectivos para ello. Será necesario modificar los hábitos y las costumbres para garantizar la salud de las personas y los posibles rebrotes.

En este escenario, la cosa se complica. Nos jugamos aquí la más estricta supervivencia. Y se hace necesario buscar alternativas y soluciones para subsistir.

Tenemos el ejemplo del virus del SIDA. Después de más de treinta años entre nosotros y de cobrarse millones de víctimas, no hemos sido capaces de encontrar una vacuna o un tratamiento que lo elimine. Con muchos esfuerzos, hemos logrado convertirlo en una enfermedad crónica. Pero los cambios que ha producido en nuestro comportamiento, sobre todo el sexual, han sido brutales. Nada ha sido igual desde entonces.

A partir de la aparición del SIDA, comenzamos a hablar por primera vez del llamado “sexo seguro”. Las alternativas eran la castidad o la práctica sexual irresponsable, y ninguna de las dos era una opción realista ni viable.

Pues un poco de lo mismo puede pasar con la música. Por supuesto que la “castidad” musical no es una opción. Tampoco el mantenimiento de la actividad musical de manera irresponsable. Se impone necesariamente buscar una alternativa profiláctica de “música segura ante la Covid19”. Y aquí se deben centrar los esfuerzos.

Esta última semana ya hemos visto los primeros movimientos en este sentido. La Hochschule für Musik de Friburgo ha publicado la Estimación del Riesgo de Infección por Coronavirus en el ámbito de la Música de los profesionales del Instituto de Medicina para Músicos de Friburgo, de la Clínica Universitaria y de la Escuela Superior de Música de Friburgo (Freiburger Institut für Musikermedizin, Universitätsklinikum und Hochschule für Musik Freiburg). También hemos recibido otro documento firmado por las principales orquestas de Berlín en el mismo sentido.

https://www.esmarmusic.com/estimacion-riesgo-infeccion-coronavirus-ambito-musica/

¡Por fin alguien se mueve en la dirección correcta! El informe, que debe ser actualizado conforme avancen las investigaciones, incluye recomendaciones de gran valor y debe ser el inicio de muchos otros más que nos ayuden y den pautas y herramientas sobre cómo proceder si la Covid19 permanece entre nosotros agazapada, esperando una oportunidad para darnos otro zarpazo. Mientras no se encuentre una solución definitiva, no hay alternativa. Esta es una guerra cuerpo a cuerpo entre nosotros y el virus que debemos ganar sí o sí.

Por todo ello, debemos ser capaces de movilizar todos nuestros recursos en esta dirección, donde converja toda la sociedad; desde las administraciones públicas hasta las propias entidades musicales (conservatorios, escuelas de música, sociedades musicales, orquestas profesionales, etc.). Todos remando en la misma dirección. Esta es, según mi opinión, la primera prioridad, garantizar aquello que somos y asegurar que seguiremos existiendo.

Es evidente que también debemos ocuparnos de la crisis económica que ya está aquí y del impacto que va a tener en los sectores musicales: Desempleo, cierre de empresas, etc. Al igual que todos los sectores productivos, incluidos los sectores culturales, deberemos pedir a los poderes públicos que nos ayuden a paliar esta situación. La Covi19 está dejando a su paso una senda de destrucción económica que nadie, por sí solo, es capaz de revertir. Aquí deberemos estar también unidos en la reivindicación.

En definitiva, necesitamos conocimiento, investigación y gestión. Sobre todo, gestión. Sin duda, es el momento de los gestores que sepan articular y aplicar soluciones organizativas, utilización de las tecnologías y mucha creatividad para garantizar el funcionamiento de nuestras organizaciones musicales de todo tipo.

Disponemos de magníficos conservatorios públicos y privados, universidades, una red de sociedades musicales lideradas por la FSMCV que es una fortaleza enorme, un cuerpo de músicos jóvenes investigadores que han crecido exponencialmente en los últimos años, un Hospital de Manises que tiene una específica Unidad de la Salud del Músico, empresas consolidadas… Y mucho más. Pongamos todo esto en circulación. Trabajemos todos de manera coordinada con las administraciones y busquemos soluciones a estos problemas. La Comunitat Valenciana es música, siempre lo proclamamos, por eso hay que estar a la altura de las circunstancias.

No hay demasiadas alternativas. Si lo hacemos, demostraremos que nuestro sector contribuye a construir una sociedad más justa, solidaria y cohesionada. Pongámonos manos a la obra. El tiempo apremia y “la noche es oscura y alberga horrores”, como dicen en Juego de tronos.

Manuel Tomás Ludeña