“La vida sin música sería muy aburrida” esta es una frase muy repetida entre el alumnado de Música y Movimiento, y no pueden llevar más razón.

La asignatura de Música y movimiento se realiza en las instalaciones de la escuela de la Asociación Amigos de la Música de Yecla para niños y niñas de entre los 3 a 7 años de edad. Podríamos enumerar la larga lista de objetivos que cada año el profesorado se propone a principio de curso.

Sin embargo, nuestro principal objetivo es acercar la música a los más pequeños a través de la gamificación, término que se está haciendo muy popular dentro de la escena educativa. La gamificación es una técnica de aprendizaje que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo-profesional, con el fin de conseguir mejores resultados a la hora de adquirir nuevos conocimientos, potenciar determinadas habilidades o bien recompensar acciones concretas, entre otros muchos objetivos.

En otras palabras, nuestro propósito es despertar entre los alumnos y alumnas la curiosidad, el interés y el amor por la música.

17 junio, 2021 Escrito en diapason

Dadas las circunstancias actuales, nos sentimos muy orgullosos y agradecidos de haber tenido la oportunidad de continuar un año más nuestro compromiso con esta asignatura, y aún más importante, con nuestro alumnado. En esta era digital, las clases presenciales servían de vía de escape para muchos principiantes musicales, que conocían de mano de sus profesores la belleza de la música. Por ello, la pandemia fue un revés tanto para alumnos, como para profesores. Echar la vista atrás no es tarea fácil, pero creemos que es necesario para poder apreciar el esfuerzo que como sociedad hemos realizado.

Todo empezó un 12 de marzo de 2020, cuando a pesar de tener nuestras puertas abiertas, muchos consideraron que debido a la expansión de la pandemia era mejor quedarse en casa. Ese fue el primero de muchos gestos de responsabilidad que padres y madres realizarían, que hoy apreciamos pero que por aquel entonces nos dejó con una sensación de incertidumbre y tristeza. Solo dos días más tarde entraríamos en el estado de alarma que ha durado más de un año. Durante los primeros 15 días de confinamiento la Escuela de Música, como todos los lugares no considerados como actividad esencial, permaneció cerrada. Todos manteníamos la esperanza de que a partir de esas dos primeras semanas se restableciera la normalidad, pero lamentablemente no fue así.

Ante esta situación, el profesorado y la directiva se pusieron manos a la obra para encontrar la manera de hacer llegar la música a los hogares de nuestros estudiantes. Así fue como se establecieron tareas semanales a través de aparatos electrónicos que la mayoría de las familias tienen en casa, y con los que, siendo realistas, los más pequeños se defienden a la perfección. Todas las semanas, el cuerpo educativo se reunía telemáticamente para pensar en actividades que fueran sencillas de llevar a cabo a la par que entretenidas y didácticas. La verdad que no fue una tarea nada fácil ya que, si no recordamos mal, fueron de 2 a 3 actividades durante unas 16 semanas, para cada nivel de alumnado; es decir, un total de 10 a 15 actividades semanales.

Algo que teníamos muy claro era la intención de mantener la esencia de la asignatura de Música y Movimiento. Las actividades no eran obligatorias y los alumnos podían elegir cual hacer. También se hizo así a la hora de las correcciones: los vídeos se enviaban a través del aula virtual y los profesores no podían más que apreciar el esfuerzo de todos y cada uno de sus alumnos. Los mensajes de ánimo y agradecimiento parecían quedarse cortos ante la alta participación, algo que nos dio fuerzas para seguir creyendo en el poder de la música a pesar de la pandemia.

Después de dos meses de encierro y desconcierto, llegó mayo y la esperanza de volver a las clases presenciales se materializó gracias al trabajo y esfuerzo del director de la Escuela, Ángel Hernández. La vuelta al aula se propuso bajo unas condiciones mínimas de seguridad e higiene para todos los integrantes de la escuela. Se decidió así que 6 sería el número máximo de alumnos por aula, entre los cuales habría una distancia de 2 metros. Además, se instalaron pantallas de seguridad y se impuso la mascarilla como prenda obligatoria. Todas estas medidas fueron explicadas al detalle a través de un vídeo en nuestro canal de YouTube de la mano de algunos de nuestros profesores.

Nuestras ganas de retomar las clases eran inmensas, pero también éramos conscientes de que la situación podría impedirnos volver. Para nuestra sorpresa, la aceptación y la participación fueron increíbles y queremos, una vez más, dar las gracias a las familias por el apoyo y la confianza en nosotros, ya que la reacción más normal habría sido no llevar a los niños y niñas por el miedo al contagio. Al fin, el ansiado día llegó, y la ilusión y la emoción nos inundaban. Fue complicado adaptar las actividades, juegos y metodología que usábamos antes a la nueva normalidad, sin poder tocarnos, movernos libremente ni compartir materiales. Pero una vez más la actitud de los niños fue increíble: las clases pasaban volando y la alegría en los rostros de todos se dejaba ver a pesar de la mascarilla.

La Escuela fue retomando las clases presenciales a mitad de junio aproximadamente. Fuimos los primeros en realizar una apuesta tan arriesgada en plena pandemia, no sólo en nuestro municipio, sino a nivel nacional también. Tanto la escuela como institución, como los alumnos y alumnas, fuimos un ejemplo de cómo poder hacer clases presenciales sin riesgo. Todo ello no habría sido posible sin el descomunal esfuerzo del claustro de profesores, la junta directiva y de su director Ángel Hernández Azorín, que como se dice vulgarmente, se dejó los cuernos para que pudiéramos volver a nuestras queridas aulas.

A día de hoy, las clases no han dejado de ser presenciales durante este curso. La reducción de casos y nuestro mayor conocimiento del virus nos permitieron reestructurar algunos grupos en los que se pudo llegar a un máximo de ocho alumnos por aula. El gran cambio vino en la creación de tres niveles en los que agrupar a los alumnos: nivel A, para los más pequeños; nivel B, los medianos; y nivel C, los mayores.

Para finalizar, queríamos volver a agradecer a las familias el tremendo esfuerzo que hicieron durante la pandemia, no solo por la gran participación y aceptación, sino por los continuos mensajes de ánimo que recibíamos, ya que esto a nosotros nos daba la fuerza necesaria para no dejar de trabajar, pues como dijimos al principio, nuestro mayor objetivo es que sus hijos e hijas amen la música tanto como la amamos nosotros. Muchas gracias por todo.

Daniel García Lara e Inmaculada Rubio Ibáñez

Profesores de Música y Movimiento de la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.

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