Asociación de Amigos de la Música de Yecla

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Quiero dedicar este pequeño artículo a todas aquellas personas que nos marcaron el camino a seguir dentro de cada una de nuestras sociedades musicales.

A esos hombres y mujeres que, prácticamente sin medios pero cargados de muchos sueños e ilusión, hicieron posible que hoy seamos lo que somos.

A nuestros veteranos, a los que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por el trabajo que desarrollaron.

https://blogs.laverdad.es/febandasrmurcia/ – Martes, 8 junio 2021

Ahora estamos viviendo una época convulsa para todos, donde las dificultades crecen e incluso a veces también crece la desilusión. Pero no debemos caer en el desánimo y, como ellos hicieron en otros tiempos, tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas para sobrepasar todos los obstáculos e inconvenientes que vayan surgiendo.

Hace algunos días finalizó la Semana Santa, festividad religiosa con un ingente trabajo y protagonismo para los músicos que formamos parte de las bandas de música de España, y sobre todo de zonas como la Región de Murcia por su gran tradición procesional. Pero este año, ante la consabida situación sanitaria, no ha habido procesiones, aunque sí muchos actos y conciertos dedicados a la música escrita específicamente para estas fechas en prácticamente todas las localidades de nuestra Comunidad Autónoma.

La palabra procesión, dentro de sus acepciones, tiene una con la que, coloquialmente, creo que el mundo bandístico está muy identificado: “acto de ir ordenadamente de un lugar a otro muchas personas con algún fin público y solemne, frecuentemente religioso”. Esto es lo que todos hacemos; seguir nuestro CAMINO, unidos y ordenadamente, para conseguir un fin público que, en este caso, no es religioso, sino educativo, social y cultural: el fomento y conocimiento de la Música. Y ese camino, como ya dije al principio, se lo debemos a todos nuestros mayores por inculcarnos el amor por lo que hacemos, por demostrarnos con su ejemplo cómo debemos comportarnos, por hacernos sentir miembros de pleno en nuestros colectivos, por motivarnos para luchar sin descanso por nuestros proyectos, por educarnos en el respeto y la tolerancia, por darnos el ejemplo que nos dan de compromiso y responsabilidad, y, sobre todo, por habernos transmitido quizás lo más importante, que es el AMOR por la MÚSICA.

Ellos, nuestros mayores, nos enseñaron que en una sociedad musical cabemos todos: los que piensan de una forma o de otra, hombres y mujeres, jóvenes y veteranos, creyentes o no, del Madrid o del Barcelona…, pero siempre unidos por el respeto a este bello arte. Gracias a ellos hemos aprendido que el trabajo que realizamos para el resto de la sociedad es fundamental, puesto que en muchas poblaciones somos la única posibilidad que existe para que sus habitantes, sobre todo la parte infantil y juvenil, puedan acceder a la educación musical con todas las ventajas que conlleva; no solo las artísticas, sino también aquellas que son todavía más importantes que las anteriores, las que contribuyen a la formación integral de las personas, que son los valores que se transmiten: educación, respeto, tolerancia, trabajo en equipo, organización, compromiso, responsabilidad, superación… Además, y en esto puede ser en lo que más estemos fallando, con su ejemplo nos han demostrado que todos somos útiles, que cualquier persona, aunque en un momento determinado no piense exactamente igual que los dirigentes del momento, es totalmente válida para conseguir el objetivo final, ya que la suma de todos los pensamientos e ideas, sean o no convergentes, nos harán con el transcurrir del tiempo mucho más fuertes. Nadie sobra, todos hacemos falta.

Ahora la obligación de todos los que formamos parte de las sociedades musicales de la Región de Murcia (dirigentes, socios, músicos, padres, alumnos, simpatizantes…) es continuar con ese CAMINO que ellos nos marcaron. Debemos seguir transmitiendo a los que vayan llegando todos esos valores que nos inculcaron, y, sobre todo, CREER firmemente y sin fisuras en lo que hacemos.

Son tiempos difíciles, pero los suyos también los fueron, y ellos los afrontaron con una actitud y decisión inquebrantable, superando todas las adversidades con las que se fueron encontrando. Las sociedades musicales nunca lo hemos tenido fácil, siempre nos han faltado recursos, apoyos, ayudas…, lo que nos ha forzado en muchas ocasiones a trabajar bajo mínimos, situación que hemos superado con trabajo, ideas, esfuerzo, ilusión, optimismo…. Y volveremos a hacerlo porque lo llevamos en nuestra identidad como colectivo.

Por todo esto, muchas gracias a todos ellos, a los mayores, a los veteranos. Supongo que en cada lugar tendréis los vuestros, pero yo, en esta ocasión, quiero dedicar estas palabras a los de mi banda, a los que están y a los que ya nos dejaron: a Luis, el maestro Ortuño, Perico el flauta, Martín, Pepe, Ángel, Andrés, Galiano, Noño, Perete, Cayetano, Pepe el Pintor… (Perdón por los que seguro me dejo en el olvido). Y también a los que formamos mi generación que ya estamos casi llegando a ser los semiveteranos: Bartolo, Ernesto, Carpena, Manolo, Vicente…, porque ahora nos toca a nosotros ser los trasmisores de todos estos valores a los que nos siguen, ni más ni menos que EL CAMINO A SEGUIR.

José Miguel Ibáñez Lax

Por motivos de agenda de los músicos que debían de participar en los siguientes conciertos de la XIX edición del Ciclo “Aula de Conciertos”, hay una modificación en la programación.

Yecla, 08/06/2021

Los conciertos se realizarán, en la Sala de Audiciones de la Escuela de Música, con aforo limitado, y ofrecido en directo vía streaming a través del canal Youtube de la Asociación, en las siguientes fechas:

 

 JUEVES 8 DE Julio, 20:30 Horas.

CONCIERTO SAXOFÓN Y PIANO

Paula Soriano Ibáñez  saxofón y

Francisco Martí Hernández  piano.

 

 SÁBADO 10 DE Julio, 19:30 Horas.

FOUR HANDS’ HORIZON

Syntagma Piano Duo

Carolina Santiago & Francisco Martí

 

SÁBADO 17 DE Junio, 19:30 Horas.

YakkaBrass
(Ensemble de Metales)

Alejandro Pacheco Juan, trompeta; David Pérez Giménez, trompeta; José Antonio Rodríguez Vergara, trompeta; Liborio Ruiz García, trompa; Francisco José Zárate Lorente, trombón: Vicente Ibáñez Martínez, trombón y Sergio Muñoz Palao, tuba.

El XIX Ciclo “Aula de Conciertos” está organizado por la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de nuestra ciudad, y cuenta con la colaboración de Dúo-Graph, Familia Castaño, Digicol, Iberpiano, Juan Palao Peña, Autobuses Pelotón, Daemon 4, YeclaGrafic, Davó, Visual Rotulación y Frutas y verduras Hermanos Juan Ortuño. Y como en otras ediciones anteriores también cuenta con la colaboración de los medios de comunicación locales: Onda Regional de Murcia, elperiodicodeyecla.com, Teleyecla, Onda Cero Yecla, Cope Yecla, Siete Días Yecla y Ser Arco Norte.

El próximo sábado 5 de junio de 2021, se realizará, el octavo de los conciertos, programado dentro del XIX Ciclo “Aula de Conciertos” y organizado por la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de nuestra ciudad.

Esta decimonovena edición cuenta con la colaboración de Dúo-Graph, Familia Castaño, Digicol, Iberpiano, Juan Palao Peña, Autobuses Pelotón, Daemon 4, YeclaGrafic, Davó, Visual Rotulación y Frutas y Verduras Hermanos Juan Ortuño, y como en otras ediciones anteriores también cuenta con el apoyo de los medios de comunicación locales: Onda Regional de Murcia, elperiodicodeyecla.com, TeleYecla, Onda Cero Yecla, Cope Yecla, Siete Días Yecla y Ser Arco Norte.

Yecla, 2 de junio de 2021

Este nuevo concierto del Ciclo se celebrará en la Sala de Audiciones de la Escuela de Música a las 19:30 horas, con aforo limitado y reserva de sillas; y en esta ocasión consistirá en un concierto de percusión, ofrecido por los músicos yeclanos y miembros de la Banda Sinfónica AAMY, Juan Manuel Palao Pérez y Arturo Palao Rubio.

Será emitido en directo, como el resto de los conciertos de la programación de este año 2021, vía streaming a través del Canal YouTube de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.

https://www.youtube.com/channel/UCKtttm7ckVnlm2vkHMl4-aw

Actualmente, ambos se encuentra preparando las pruebas de acceso al Conservatorio Superior en las especialidades de Percusión y Composición; y el programa que interpretarán será el siguiente:

“Estudio nº3” Nick WOUD

“Michi” Keiko ABE

“Impromptu Zeta” Andrés VALERO-CASTELLS

“Festival Songs” Eckhard KOPETZKI

“Somewhere over the Rainbow” David FRIEDMAN

“Wind Sketch” Keiko ABE

“Canned Heat” Eckhard KOPETZKI

“Blues for Gilbert” Mark GLENTWORTH

“My Dear Friend” Ney ROSAURO

Cartel del concierto

Para poder realizar estos conciertos vamos a seguir todas las pautas que nos indican desde las autoridades sanitarias:

1º. Aforo reducido.

2º. Reserva de localidad con cita previa.

3º. Itinerario diferente de entrada y de salida.

4ª. Toma de temperatura al entrar al edificio.

5ª. Se dispondrá de material de higiene y protección tanto a la entrada del edificio como en la propia Sala de Audiciones.

6º. Uso obligatorio de mascarilla durante toda la estancia en las instalaciones de la Escuela de Música, incluido en dicha Sala durante  desarrollo del concierto.

7º. Distancia de seguridad entre las sillas.

Debido a la limitación de la ocupación de la sala de audiciones, que estará sujeta a las indicaciones de las autoridades sanitarias, se deberá de reservar (hasta completar el aforo),  en la Conserjería de la Escuela de Música en horario de 16:30 a 20:30 horas.

Un poco más sobre ellos:

Juan Manuel Palao Pérez. Nace en Yecla en 2001. A la edad de 8 años comenzó sus estudios de Percusión en la Escuela de Música de la AAMY con el profesor Antonio Lajara y de Lenguaje Musical con Conchi Chinchilla y, posteriormente, con Isabel Rico.

Más tarde, en 2016 ingresó en el Conservatorio Profesional de Música «Julián Santos» de Jumilla, donde continuó especializándose en Percusión con Jesús González. Ese mismo año, pasó a formar parte de la Banda de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, con la que ha tenido la oportunidad de tocar en distintos lugares como en Coslada (Madrid), la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, el Auditorio «Víctor Villegas» de Murcia y en el WMC Contest de Kerkrade (Holanda). En el mes de julio de 2016, ganó el Tercer Premio en el Concurso Internacional de Percusión «Percufest». Dos años después, participó en el Concurso «Jóvenes Intérpretes» de Molina de Segura, quedando Finalista.

Ha realizado cursos de perfeccionamiento musical con artistas de renombre internacional como Eric Sammut (Francia), Nicolas Martynciow (Francia), Roland Dénes (Hungría), Marinus Komst (Holanda) y Bence Major (Holanda); y nacionales como Carolina Alcaraz, Antonio Sola, Rafa Mayans, Adrián García, Rafa Navarro, Josep Furió, Paco Díaz, Verónica Cagigao, entre otros.

En su faceta compositiva, recibe clases de Composición con Juan García y de Orquestación e Instrumentación con Diego Corraliza. Ha compuesto obras para distintas formaciones como solista, grupo de cámara o banda sinfónica. En el año 2020, es galardonado con el Segundo Premio en la tercera edición del Concurso «Jóvenes Compositores de la Región de Murcia», con su obra para saxofón y piano «Impresiones sobre una vida pasada».

Actualmente, se encuentra preparando las pruebas de acceso al Conservatorio Superior para continuar con sus estudios de Composición.

Arturo Palao Rubio. Nace en Yecla  en 1999. A la edad de 10 comienza sus estudios de percusión en la Escuela de Música de la AAMY con Antonio Lajara Marco y de lenguaje Musical Antonia M. López.

En 2015 ingresa en el Conservatorio Profesional de Música de Música de «Julián Santos» de Jumilla, donde recibe clases de Jesús González Pastor. Ese mismo año pasa a formar parte de la Banda Sinfónica de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, teniendo la oportunidad de tocar en lugares como Coslada, Málaga o en el WMC Contest de Kerkrade, entre otros.

En cuanto a música moderna, ha tocado por gran parte del territorio nacional con la banda Metallica Tributo. Además, tiene la oportunidad de participar en musicales como «Jesucristo Superstar» y «El Fantasma de la Ópera» en el teatro Calderón de Alcoy.

“Summertime and the livin’ is easy, fish are jumpin’ and the cotton is high…”

Tenía unos catorce años la primera vez que escuché la versión que Janis Joplin hizo del Summertime de George Gershwin.

Recuerdo que me invadió una sensación extraña, me suele pasar cuando descubro algo que me emociona, una especie de taquicardia que hace que mi cerebro bulla dentro de mi cráneo y mi corazón palpite.

La voz rasgada y doliente de Janis Joplin cambió mi vida para siempre.

3 junio, 2021 Escrito por diapason

Parece un tópico, pero en mi caso es completamente cierto, la música cambió mi manera de percibir la realidad y se transformó en el hilo conductor que ha guiado mis pasos de una u otra manera a través de los años.

Mi adolescencia estuvo marcada por artistas de los 60s y 70s, que me hicieron conocer la buena música, las letras salvajes y despertaron en mí un amor exacerbado por las guitarras eléctricas del que Jimi Hendrix es el único y exclusivo culpable.

La pasión y el fuego que surgían de la guitarra de Hendrix me transformaron en ferviente devota del rock &roll y comprendí que debía ampliar mis horizontes musicales más allá de los artistas y grupos de mi generación.

Led Zeppelin, Pink Floyd, The Rolling Stones… fueron la banda sonora de mi primera juventud, pero The Beatles se transformaron, desde el primer momento, en mi grupo de cabecera, y de entre ellos, sin duda, yo siempre estuve en el equipo de John.

Sus letras, su espíritu luchador, su amor por Yoko Ono…inclinaron la balanza de mi beatlemanía hacía Lennon, aunque George Harrison tenía casi la mitad de mi corazoncito de fan.

Con el transcurso de los años fui creciendo y transformándome, y allí fue donde me encontré con él, con mi amado poeta James Douglas Morrison, descubrí un lugar donde sus versos se abrieron paso a través de mí y me volaron la tapa de los sesos.

Janis, Jimi, Jim y John, cuatro iconos de la música moderna, cuatro artistas que para mí han sido cuatro pilares indiscutibles en la formación de mi personalidad artística, y que representan la esencia del arte, en la gran amplitud de la palabra. Seres sensibles (tal vez demasiado) que desnudaban su alma y que hacían participe de sus sentimientos a todo aquel que se acercase a su obra.

A lo largo de los años han caído en mis manos algunas biografías de estos artistas cuya lectura me ha demostrado que tenían mucho más en común que su amor por el Johnny Walker.

Todos pertenecían a familias que no se correspondían con el estándar de la época, o habían sufrido problemas de aceptación durante su infancia y adolescencia, vivencias que les marcaron desde el principio y se verían reflejadas en sus letras, en su forma de cantar y de desgranar su dolor sobre un escenario.

Janis Joplin creció en medio de un fervor religioso que no compartía en absoluto, su familia pertenecía a una especie de secta religiosa denominada Iglesia de Cristo, un movimiento religioso que tiene por objeto restaurar la Iglesia tal como se muestra en el Nuevo Testamento de la Biblia.

Su adolescencia fue dura, nació en Port Arthur, Texas, una comunidad en la que la segregación racial tenía profundas raíces. Sufrió las burlas de sus compañeros por no seguir la norma, le gustaba leer, pintaba, tocaba el autoharp y sobre todo no odiaba a los negros.

Fue a la Universidad de Texas, donde las bromas de otros estudiantes sobre su aspecto físico eran continuas (incluso la llegaron a inscribir en el concurso “El hombre más feo de todos los campus”) Viajó a Los Ángeles, comenzó a cantar en bares, y, aunque volvió brevemente a su hogar en busca de una estabilidad que no encontró terminó regresando a California.

Su imagen como cantante comenzó a crecer y a partir de ahí todo es historia de la música

El maltrato psicológico al que se enfrentó, incluso fuera de su comunidad, marcaría la vorágine autodestructiva y adictiva en la que la cantante desarrolló su carrera y su inmensa voz.

Siempre que veo la grabación de alguna de sus actuaciones entreveo la tristeza en sus ojos, como el vaho que empaña una ventana y se me nubla un poco el corazón.

Jimi Hendrix, un negro en mitad de una época convulsa, racista, ultraconservadora y llena de cambios, que nunca conoció un hogar convencional.

Nació en Seattle, hijo de un matrimonio que pasaba más tiempo separado que junto y en el que ambos tenían problemas con el alcohol, fue el primero de cinco hermanos, los tres más pequeños fueron dados en adopción por sus padres.

La familia se mudaba con frecuencia y a veces se quedaban en hoteles baratos o apartamentos de la zona de Seattle. Solían llevar a Hendrix a Vancouver para quedarse con su abuela.

Jimi era un niño sensible y tímido y se vio muy afectado por sus experiencias familiares que marcarían su adolescencia y juventud.

Cuando le arrestaron por segunda vez en un coche robado, le ofrecieron el trato habitual: cárcel o alistarse en el Ejército. Jimi no tenía madera de militar y consiguió salir del Ejército.

Se mudó a Nueva York y allí fusionó el mundo de la cultura negra, del blues Little Richard y Solomon Burke, con sus influencias provenientes de su admiración por Dylan o Eric Clapton, y ahí el mundo de la música cambió tal y como era conocido hasta el momento.

Su adicción a los barbitúricos, y puede que la tristeza infinita, lo llevaron a la muerte.

Jim Morrison también se vio afectado por la vida militar, pero en su caso debido a que su padre George Stephen Morrison fue almirante del primer navío nuclear del ejército de EEUU.

Los continuos cambios de residencia y este tipo de vida sin apego a lugares o personas, caló profundamente en su forma de ser y provocó que gestase un carácter rebelde y desafiante hacia la autoridad, y también un espíritu crítico con el cual se cuestionaba absolutamente todo.

En una ocasión llegó a decir que su familia había muerto en un accidente de tráfico, cosa que no era en absoluto cierta y que puede que fuese una muestra de lo “huérfano” y solo que se sentía

Jim era persona tremendamente culta y un empedernido lector de poesía, un amante de los Poetas Malditos y un excelente escritor, que deseaba ser Rimbaud, y que tuvo que conformarse con ser una rockstar, cosa que detestaba, y que lo empujó hacía los límites en incontable número de ocasiones.

Cambió de aspecto, engordó deliberadamente e intentó acabar con ese “sex simbol” en que los medios lo habían transformado, para que la gente se centrase en sus letras, en sus poemas, pero sus propios fantasmas lo atraparon y se lo llevaron consigo al otro lado en un antro de París.

Lennon, John Winston Lennon, el más fabuloso de los Fab Four, tampoco se queda atrás…

Se crio con su tía Mimi y su marido George Smith, su madre Julia (John llamaría a su primer hijo Julian en honor a ella) lo dejó al cargo de su hermana puesto que su situación tanto personal como económica era bastante precaria.

El padre de Lennon, Alfred, era un marino mercante que tuvo que ejercer como soldado en la II Guerra Mundial. Fue bastante díscolo y estuvo siempre ausente, dejó de enviar dinero a su hijo y a Julia, y esta se vio abocada a dejar a su hijo en manos de Mimi.

Así pues, John Lennon nunca tuvo la sensación de tener una “verdadera” familia y eso hizo de él un joven contestatario e irreverente, en sus propias palabras: “Yo era un alborotador. Sabían que no iba a ser un conformista y que influenciaría a sus hijos, que es lo que luego sucedió realmente. Hice todo lo posible por causar problemas en la casa de los amigos que tuve, en parte por envidia, porque yo no tenía eso que llaman hogar. Aunque en realidad lo tenía…”.

Sus años en el Liverpool College of Art estuvieron llenos de afrentas a los profesores que acabaron con su expulsión antes del último año.

Más tarde, en 1960, comenzó a tocar en Hamburgo con la primera formación de The Beatles (Pete Best en lugar de Ringo y Stuart Sutcliff al bajo) y a partir de ahí dio rienda suelta a su creatividad, contando a través de sus canciones sus traumas, sus anhelos y su compromiso con la paz y la justicia, hasta que en 1980 un loco llamado M.D. Chapman decidió acabar con su vida disparándole cinco tiros, de los cuales cuatro le dieron de lleno.

He tratado de exponer como estos cuatro artistas no lo tuvieron precisamente fácil en la primera etapa de sus vidas, como fueron víctimas de sus circunstancias y más tarde de sí mismos.

He reflexionado muchas veces sobre esto y me he planteado sí tal vez, es el sufrimiento y el dolor lo que hace al artista y de esos sentimientos nace el genio creativo que trata de liberar al monstruo a través de sus letras, de sus versos, de su música o de sus cuadros, y busca una catarsis, o más bien, un fuego expiatorio donde aliviar aunque sea de una forma fugaz, todo aquello lo que atormenta.

Como diría mi admirado Jeff Buckley “Nacemos para vivir, nacemos para comprender, nacemos para llevar un patrón maldito y ser transformados por el dolor».

Así pues, descubrir como la música, el arte en general, tiene ese poder curativo que ayuda tanto al que lo crea como al que lo siente, es algo maravilloso.

Somos animales dotados con la capacidad de hacer perceptibles nuestros sentimientos y de trasladarlos a los demás y, ese don es algo que debemos cuidar y fomentar cada día.

Proteger la cultura, la música, que contiene legados tan maravillosos como los de estos cuatro artistas, es una obligación con la que todas las sociedades que se consideren desarrolladas deberían cumplir.

Para despedirme me gustaría compartir unas palabras del pintor Marcel Proust “Sólo a través del arte podemos emerger de nosotros mismos y saber lo que otros ven”.

Hasta pronto.

Conchi Silvestre

Profesora de Canto de la Escuela de Música de Yecla.

Una Cosa Rara – La música curiosa

Por Nacho Cotobal

Esos señores relegados a la última fila de la orquesta y hasta separados a veces con metacrilatos desde antes de la pandemia, que atraviesan largos y yermos pasajes de tacet armados con mazas y palos como para ir a Mordor, dispuestos a intervenir con contundencia cuando se les requiere… Si usted tiene algún problema y se los encuentra, quizá pueda contratarlos.

27 mayo, 2021 publicado en diapason

Sí, hablamos de los percusionistas, todo un arsenal de parches, láminas y cacharros varios al servicio de la emoción y el clímax musical. Ya pueden los violinistas hacer virguerías en la cuerda de sol, los clarinetistas vertiginosos arpegios o coloraturas endiabladas las sopranos que, cuando nuestros héroes deciden intervenir, puede arder Troya.

Aunque están ahí desde la época de las cavernas, durante mucho tiempo su presencia en la orquesta se limita a un par de calderos mágicos llamados timbales de los que el druida extrae su pócima sonora de dos ingredientes: agua tónica y elixir dominante. Paulatinamente se incorporarán otros artefactos como la percusión turca. A finales del siglo XVIII los compositores pusieron su mirada en Estambul, no para hacerse un injerto capilar que nadie necesitaba, ya que todo el mundo llevaba peluca, sino para adoptar bombos, platillos y triángulos como exóticos timbres que nos transportaban al palacio del Pachá Selim en El rapto en el serrallo de Mozart (1782) o daban un aire marcial a los versos de Schilller en una de las secciones de la Oda a la alegría de la Novena de Beethoven (1824).

El siglo XIX seguirá cociendo y enriqueciendo la sección con instrumentos de láminas que, gracias a su afinación determinada, alcanzarán papeles solistas: las campanas tubulares de Berlioz en la Sinfonía fantástica (1830), el xilófono de Saint-Saëns en su Danza macabra (1875), la celesta de Tchaikovsky en Harry Potter -no, perdón, en El cascanueces (1892)- …y ya, en el siglo XX, ni te cuento. La percusión es esa fiesta del ático a la que cualquiera puede entrar sin invitación, venga de China, África o el Caribe, mientras los vecinos de abajo protestan por el ruido y golpean el techo con la escoba o con el talón del arco. Se componen las primeras obras para grupos de percusión sola, como Ionisation (1929-1931) de Edgard Varèse, que utiliza nada menos que treinta y siete instrumentos para trece percusionistas, que a ver en qué ático metemos todo eso, ni en el de Rouco. Incluso los instrumentos de afinación indeterminada pueden tener prolongadas y lucidas intervenciones protagonistas dentro de la orquesta, como la del ¿cajero?, ¿cajista? …el que toca la caja en el Bolero de Ravel (1928) durante un cuarto de hora:

 

Vale, no era el Bolero, lo han descubierto. Se trata de Four organs, una obra de 1970 de Steve Reich para los cuatro órganos electrónicos que se nombran y un pobre percusionista castigado a agitar con pulso constante unas maracas que ni siquiera salen en el título. Lo llaman Minimalismo, pero es bullying musical, ¡no me fastidies, Steve! Este es un buen ejemplo de que, en esto de los papeles para percusión, es mejor calidad que cantidad y que, más allá de Varèse, Boulez y la música contemporánea, lo más habitual históricamente es que el compositor reserve ese bombo, ese gong o esos platos combinados para momentos puntuales. Y, mientras, ¡venga a contar compases! Algunas obras deben buena parte de su fama a un solo porrazo dado a tiempo, o a unos pocos. Y de esas obras va nuestro tema de hoy, comenzando con un hit que no puede faltar:

SORPRESA, SORPRESA

Acompáñame, déjate llevar, hasta el Hanover Square Rooms de Londres un 23 de marzo de 1792, porque un austriaco llamado Franz Joseph Haydn está a punto de dirigir desde el pianoforte su sinfonía número 94 para la flemática concurrencia British. Tras el primer movimiento en forma sonata -como Dios manda- suena ahora un tema simplísimo en tempo andante… la clásica frasecita de ocho compases. Y, encima, la repite pianissimo… perfecto para un ratillo de siesta, hasta que…

(Nota: como ha sido imposible encontrar ningún inglés de 1792 disponible, habrán observado que en el vídeo anterior se ha sustituido el público original por niños de primaria, no vayan diciendo luego que les engaño).

Con la llegada del inesperado acorde fortissimo de toda la orquesta, subrayado por el porrazo de timbal, más de una peluca debió de saltar por los aires dejando a la vista alguna cabeza monda y lironda, que ya hemos dicho que aún no iba nadie a lo de los injertos capilares turcos. Como buen humorista -y Haydn lo era- el compositor no repite la misma gracia y, una vez captada la atención del auditorio, el inocente tema se transforma en deliciosas variaciones. Aquí va el movimiento completo en la misma versión que ha sobresaltado a los tiernos infantes del otro vídeo (menos al del polo verde en la primera fila):

 

Como Franz Joseph Haydn era un poco el Julio Iglesias del Clasicismo, porque le llamaban “el padre de la sinfonía” y no se sabe cuántas tenía exactamente, pero más de cien, buena parte de estas composiciones fueron bautizadas con nombres como El reloj, La gallina, Los adioses, Chábeli… Así que la n.º 94 no iba a ser menos y lleva por subtítulo La sorpresa, si bien en alemán hacen spoiler y la llaman directamente “la del golpe de timbal” (Mit dem Paukenschlag). Alguien bastante cursi dijo que la sorpresa del Andante podría compararse con la que sentiría “…una hermosa pastora a quien el murmullo lejano de una cascada hubiera adormecido y se despierta sobresaltada por el disparo de un cazador” Al parecer, si la pastora no hubiera sido hermosa, habría reaccionado como el niño del polo verde.

EL DESPERTAR DE LOS MUERTOS

BERLIOZ DIRIGIENDO. Caricatura de Anton Elfinger “Cajetan”, hacia 1850.

A finales del siglo XVIII era fácil sorprender con un golpe de timbal, pero en el XIX, el siglo del Romanticismo, las pasiones desatadas y las orquestas hipertrofiadas, el público estaba ya maleao y las sorpresas sonoras tenían que ser a lo bestia. A Hector Berlioz se le llegó a caricaturizar al frente de una orquesta que disparaba con cañones, cosa que Tchaikovsky hizo de verdad en 1880, en el final de su famosa Obertura 1812:

Volvamos a Berlioz, ese malote que soñaba con ver arder un teatro repleto de rossinianos y, si dentro estaba el propio Rossini, mejor. De que el francés era un pelín exagerado no queda ninguna duda: su Réquiem (Grande messe des morts) fue estrenado el 5 de diciembre de 1837 en la iglesia de los Inválidos de París por un “discreto” grupo de 450 intérpretes entre cantantes e instrumentistas, si bien el músico había sugerido un coro ideal de 700 a 800 voces. Y ahora pensemos un momento: si Haydn con su orquesta clásica y su golpe de timbal despierta a la hermosa pastora dormida junto a la cascada, ¿qué no hará el bestia de Berlioz para resucitar a todos los muertos de la tierra y levantarlos de sus tumbas a lo George A. Romero? Porque eso es lo que se cuenta en la apocalíptica secuencia Dies Irae del Réquiem: el fin del mundo con su Juicio Universal a vivos y difuntos. Para empezar, están los ángeles trompeteros que convocan al Juicio en el Tuba Mirum. En el Réquiem de Mozart se apañan con un trombón de lo más resultón, pero Berlioz coloca cuatro grupos de metales separados en las tribunas del templo. Bien, hasta aquí no está mal pero tampoco es nuevo; ya lo hicieron siglos atrás los Gabrielli y Monteverdi en San Marcos de Venecia. Pero, ahora que tenemos a todo el público mirando para arriba, a los trompeteros, y no se entera de lo que pasa en la orquesta, llega el rock and roll: el terremoto del día de la ira en el que el mundo quedará reducido a cenizas. Y en ese cataclismo, que provocó la espantada de algunos asistentes al estreno pensando que la basílica se les caía encima (una misa de muertos en los inválidos no da mucha confianza para salir ileso, la verdad), Berlioz utiliza nada menos que 16 timbales tocados por un total de 10 timbaleros, amén de otra decena de platos, un par de bombos y cuatro tamtams.

EL PODER DE THOR

Pero si hay una obra en la que un buen porrazo acapara toda la atención y se convierte en efímero y heroico protagonista de la orquesta, esa es la sexta sinfonía, Trágica (1904), de Gustav Mahler. El austriaco usa una instrumentación bastante variada en la sección de percusión, incluyendo unos cencerros que harían las delicias de nuestra hermosa pastora amodorrada, pero la estrella es el llamado martillo de Mahler, un gran mazo de madera que debe golpear una mesa del mismo material tres veces. Como Gustav era mazo supersticioso, suprimió el tercer mazazo en la versión final de 1906, ya que, según cuenta Alma Mahler, los leñazos vienen a representar los golpes del trágico destino sobre el héroe y, al tercero, se lo carga (“lo hace caer como si fuera un árbol”), ¿Recuerdan esa película de terror en la que si decías cinco veces “Candyman” delante del espejo se aparecía Tony Todd y te enganchaba con su garfio?, pues Mahler no pasaría de la cuarta. Como el martillo no es un instrumento convencional, cada orquesta se las ingenia para crear el efecto solicitado por el sinfonista: “los golpes han de sonar breves y potentes, con una resonancia sorda, no metálica, como un golpe de hacha”. Así que cada martillo es de su padre y de su madre, como este “modelo guillotina” …

…aunque lo propio es un monumental mazo y, si se quiere dar más espectáculo, unos polvos de talco sobre la superficie a golpear para crear una nube que un amigo mío llama, no sé por qué, “efecto Guindaleta”:

En esta comparativa de seis orquestas diferentes se solapan imagen y sonido (con los lógicos desfases) hasta converger en el emocionante martillazo:

EL HOMBRE QUE NO TOCABA DEMASIADO

Para ir terminando con esta colección de golpes de efecto sinfónicos, vámonos al cine a ver una película cuyo cartel está encabezado por James Stewart y Doris Day (que aquí canta su célebre “¿Qué será, será?”), pero donde el verdadero protagonista es un señor calvo que toca los platillos. Se trata de El hombre que sabía demasiado (The man who knew too much), película estadounidense de 1956 dirigida por el gran Alfred Hitchcock, que es un remake de su propio filme rodado un par de décadas antes en su etapa británica. Gracias a François Truffaut, que entrevistó al inglés montones de veces y publicó las conversaciones en forma de libro (El cine según Hitchcock, 1974), es muy conocida esta explicación que nos viene al pelo:

«La diferencia entre el suspense y la sorpresa es muy simple (…) Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: ¡bum!, explosión. El público queda sorprendido, pero antes de estarlo se le ha mostrado una escena completamente anodina, desprovista de interés. Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de pronto muy interesante porque el público participa en la escena. (…) En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.»

Pues bien, esta diferencia entre sorpresa y suspense es, precisamente, la que hay entre la sinfonía-despierta-pastoras de Haydn, con explosión precedida de una conversación anodina (el tema simple del Andante) y la obra de la que vamos a hablar a continuación, compuesta específicamente para crear tensión. Se trata de una obra sinfónico-coral titulada Storm Clouds Cantata -algo así como Cantata de las nubes de tormenta– que el australiano Arthur Benjamin escribió para la primera versión de la película (1934) y que Hitchcock recicló para su remake de 1956, arreglada por su compositor de cabecera, Bernard Herrmann (el autor de los ¡Ñi, ñi, ñi, ñi…! de la ducha en Psicosis). Hermann, que sale en la película interpretándose a sí mismo como director del concierto, alargó la cantata con más repeticiones y progresiones para aumentar la tensión. Para quien no conozca el argumento, digamos solo que esta escena que transcurre en el Royal Albert Hall de Londres es un ejemplo perfecto de suspense, ya que los espectadores conocemos que unos terroristas van a atentar contra un importante diplomático. También lo sabe la rubia (Doris Day), que llora porque han secuestrado a su hijo. Los malos están en un palco siguiendo la partitura, ya que van a matar al pez gordo de un disparo aprovechando el ¡único! platillazo de la obra. Sí, han oído bien; la cantata de las nubes tormentosas esas solo tiene un golpe de platillo. Aquí está la partitura, si no se lo creen:

En la vida real, excepto el timbalero, que tiene que estar ahí removiendo los calderos para que no se pegue la pócima, los demás percusionistas están un poco a todo, de acá para allá, con su furgoneta de construcciones y reformas en general: ahora hago un ¡plin! con el triángulo, después un ¡booom! con el bombo, luego la caja (-Ve tú, que yo ya ando malamente) ¡tra-tra!… lo que se dice un sin vivir. Pero, amigos, esto es cine, y eso de que un señor calvo tenga 176 compases de espera y se pase todo el concierto de brazos cruzados, mirando de vez en cuando los dorados címbalos, es una genialidad de Hitchcock, que crea una tensión pocas veces superada, ¡puro suspense!

CODA

El grito de Doris Day me parecía el mejor punto final para este artículo, pero luego me ha dado por pensar que lo mismo algún percusionista se molesta por poner algunos ejemplos en los que parece que no trabajan mucho. Como no quiero que eso suceda -porque no es verdad, porque tengo amigos percusionistas y porque no es conveniente hacer enfadar a gente que va por ahí con mazas y palos- pongo un último vídeo para mostrar mi admiración por el gremio y me quedo más tranquilo que el niño del polo verde. Se trata de una grabación subjetiva del percusionista estadounidense Joe Martone, que se ha puesto una cámara en la cabeza para que veamos su estresante desempeño en el foso de la orquesta durante una representación del musical West Side Story de Leonard Bernstein. Que lo disfruten y ¡hasta la próxima!

El próximo sábado 29 de mayo de 2021, se realizará, el séptimo de los conciertos, de la programación del XIX Ciclo “Aula de Conciertos” organizado por la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de nuestra ciudad.

Esta decimonovena edición cuenta con la colaboración de Dúo-Graph, Familia Castaño, Digicol, Iberpiano, Juan Palao Peña, Autobuses Pelotón, Daemon 4, YeclaGrafic, Davó, Visual Rotulación y Frutas y Verduras Hermanos Juan Ortuño, y como en otras ediciones anteriores también cuenta con el apoyo de los medios de comunicación locales: Onda Regional de Murcia, elperiodicodeyecla.com, TeleYecla, Onda Cero Yecla, Cope Yecla, Siete Días Yecla y Ser Arco Norte

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Este nuevo recital del Ciclo se celebrará en la Sala de Audiciones de la Escuela de Música a las 19:30 horas, con aforo limitado y reserva de sillas, y consistirá en un concierto de Piano interpretado por el profesor Luis Cantó Cuadrado.

Será emitido en directovía streaming a través del Canal YouTube de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.

https://www.youtube.com/channel/UCKtttm7ckVnlm2vkHMl4-aw

Cartel del Concierto

El programa que nos ofrecerá será el siguiente:

CONCIERTO LA ARTESANÍA DEL PIANO

BOURRÉ I – II (Suite Inglesa II, BWV 807)   J.S. Bach (1685-1750)

SUITE INGLESA III (BWV 808)   J.S. Bach (1685-1750)

SONATA EN RE   Mateo Albéniz (1755-1831)

SONATA HOBXVI: 52   J. Haydn (1732-1809)

RONDEÑA Suite Iberia   Isaac Albéniz (1860-1909)

VALSEDE MÉPHISTOF   Liszt (1811-1886)

Para poder realizar estos conciertos vamos a seguir todas las pautas que nos indican desde las autoridades sanitarias:

1º. Aforo reducido.

2º. Reserva de localidad con cita previa.

3º. Itinerario diferente de entrada y de salida.

4ª. Toma de temperatura al entrar al edificio.

5ª. Se dispondrá de material de higiene y protección tanto a la entrada del edificio como en la propia Sala de Audiciones.

6º. Uso obligatorio de mascarilla durante toda la estancia en las instalaciones de la Escuela de Música, incluido en dicha Sala durante  desarrollo del concierto.

7º. Distancia de seguridad entre las sillas.

Debido a la limitación de la ocupación de la sala de audiciones, que estará sujeta a las indicaciones de las autoridades sanitarias, se deberá de reservar (hasta completar el aforo),  en la Conserjería de la Escuela de Música a partir del martes 25 de mayo en horario de 16:30 a 20:30 horas.

Un poco más sobre Luis Cantó Cuadrado:

Luis Cantó Cuadrado. Nacido el 20 de Marzo de 1995 en Caravaca de la Cruz (Murcia), comienza sus estudios musicales a la edad de 6 años de mano de su padre y profesor D. Luis V. Cantó Sánchez.

Realiza sus estudios correspondientes de Enseñanzas profesionales de piano, en el conservatorio de Caravaca de la Cruz “Leandro Martínez Romero” con el profesor D. Enrique Castiñeiras Torres.

En el periodo comprendido entre 2004 y 2021 recibe clases de la prestigiosa profesora Dña. Tamara Harutyunyán Ter-Petrossián, fiel promotora de la escuela pianística rusa.

En el año 2007 recibe “Mención interregional de piano Ruperto Chapí” de Villena (Alicante).

En el año 2007 queda finalista en el concurso “Regional Entre Cuerdas y Metales” de Cartagena (Murcia).

En el año 2013 consigue el segundo premio del concurso “Regional Entre Cuerdas y Metales” de Cartagena (Murcia). Participa en el XXXVII, XXXVIII, XXXIX, XL y XLI Curso Internacional de Música Antigua de Daroca (Zaragoza), en la especialidad de Órgano, recibiendo clases de D. José Luis González Uriol, Catedrático Emérito de Órgano y Clavicémbalo del Conservatorio Superior de Zaragoza y de Javier Artigas Pina, de Órgano y Clave del Conservatorio Superior de Música de Murcia.

En el año 2017 finaliza sus estudios de piano en el Conservatorio Superior de Música de Murcia “Manuel Massotti Littel” con el prestigioso pianista, compositor e investigador, D. Antonio Narejos.

En 2018 realiza el Máster de Investigación Musical de la Universidad de Murcia “Alfonso X El Sabio”. Así mismo ha realizado varios conciertos de órgano como solista y como organista colaborador en grupos de música antigua, participando junto al Ensemble ECOS en el Festival Internacional Murcia Tres Culturas y el Festival Internacional de Música Antigua de Sierra Espuña.

Organista de los Ministriles de San Miguel, ha participado junto a ellos en II y III Ciclo Tersiano de Caravaca de la Cruz (Murcia), así como en las I Jornadas Teresianas de Beas de Segura (Jaén).

Durante el curso 2017-2018 trabaja como profesor de piano y pianista acompañante en los conservatorios profesionales de Jumilla “Julián Santos” y de Cieza “Maestro Gómez Villa”.

Su labor de profesor de piano y pianista acompañante la sigue ejerciendo durante los cursos 2019-2020 y 2020-2021 en el Conservatorio Profesional de Caravaca “Leandro Martínez Romero”.

Actualmente compagina sus estudios de órgano en el Conservatorio Profesional de Música de Murcia bajo la tutela de D. Alfonso Sáez Docón, con su labor de profesor de piano y pianista acompañante en el Conservatorio Profesional de Cieza “Maestro Gómez Villa”.

7:00 A. M. Tic-tac, tic-tac, tic-tac… Entonces explota, como si ya no pudiese aguantar más. El sonido del despertador impregna todo el cuarto y se va mezclando con el son de la propia vida. Primero el viento contra la ventana, luego pasos, el café saliendo y, cómo no, esa musiquita que avisa de que los grupos del chat también se han despertado.

20 mayo, 2021 Escrito en diapason

«Buenos días». El muchacho sigue moviendo la cabeza al son del hip-hop, como si así luchase contra las injusticias que sus auriculares le cantan. Los dedos contra la mesa y la cucharilla contra la taza son la percusión. La voz triste de un cantautor advierte de que alguien al otro lado del teléfono reclama mi atención. Es hora de salir a correr. Zapatillas. Móvil. Auriculares. Todo listo. Más ritmo, más volumen. 1, 2, 1, 2… Otro kilómetro y mi canción favorita como compañía.

El agua comienza a golpear mi cuerpo. Es entonces cuando un saxo improvisa desde el altavoz. Empiezo a tararear. En principio solo es un susurro para mí, pero una multitud ficticia se agolpa bajo el escenario. La alcachofa pasa a ser mi micrófono, la agarro con fuerza, me nace una seguridad que desconocía en mí misma. Me piden otra y llegan los aplausos. Es agradable. El tiempo se para. Los acordes me guían hasta que se hace el silencio. En ese momento vuelvo a ser un muñeco de trapo temblando detrás del escenario.

Hora de ir a la escuela. El ambiente es cálido. Los niños gritan sus avances. La percusión se mezcla con el viento. Si agudizas el oído, unos dedos bailan por el piano a lo lejos y ponen paz al caos. La guitarra melancólica me devuelve a la infancia. Casi puedo oler el jazmín del patio de mi abuela. En cada nota sus ojos me miran enternecida. Va a llegar, va a llegar…Y llega ese pentagrama. Siempre llega. Y vuelvo a equivocarme. Y me enfado. Y lo vuelvo a intentar. Y vuelvo a enfadarme. Y lo repito.

El niño me mira al otro lado de la puerta. «Lo harás bien». Sé que lo dice en serio. Yo también confío en él. «Algún día la tocaremos juntos. ¿vale, campeón?», miro el dibujo colgado en la pared. Hace dos años que me lo regaló, pero todavía mantiene la ilusión y las ganas de aprender intactas.

Todo vuelve a tener sentido. Tocamos juntos, le corrijo los errores y señalo sus avances. Ha aprendido mucho. Ambos hemos aprendido, en realidad. Aunque sea la hora de marcharse, nos vamos siendo mejores. «Sigue practicando, eh». Me devuelve la sonrisa y los dos sabemos que recurrirá a su «en casa me salía» otra vez, pero para mí es suficiente.

De vuelta suenan los últimos éxitos. Sin embargo, mi cabeza está estancada. Compás treinta y dos. No puede ser tan complicado. Y la mirada del niño. Lo voy a conseguir, es lo único que tengo claro.

Me encuentro la televisión a todo trapo. Dos jóvenes se pelean a cámara lenta con una música que, a pesar de no ser apreciada, es imprescindible. Entonces me tumbo de nuevo, al igual que al inicio del día. Apago la película. Disfruto el silencio. Me siento en paz.

Los pensamientos revolotean a una velocidad que marea. Es entonces cuando lo comprendo. Recapitulo. Ella ha sido la protagonista en la sombra durante todo el día. Si lo analizo, ella quiere serlo también de toda mi vida. Me ha dado fuerza, retos, reflexiones, paz. Se ha puesto mil caretas —hip, hop, rock, clásica, jazz—, pero ha seguido siendo la misma. Me ha dado silencios y los ha roto en el momento necesario. Ha arrancado mi rabia para luego sacarme a bailar. Me ha transportado a lugares y a personas. Me ha enamorado como nadie jamás lo ha conseguido. Y ahora, gracias a ella, siento que puedo decirlo todo. Es simplemente música.

Mañana será otro día, yo quiero vivirlo con ella.

Mari Nieves García Férriz.

Profesora de Guitarra de la Escuela de Música de la AAMY.

El pasado sábado 15 de mayo, se estreno el pasodoble “Papelicos” compuesto por Ángel Hernández Azorín, en el acto de Homenaje a las Fiestas de San Isidro que se realizo en el antiguo Solar del Cuartel de la Guardia Civil de Yecla, y donde intervino la Banda Sinfónica de la AAMY.

Yecla, 19 de mayo de 2021

Ángel Hernández Azorín actualmente es director de la Banda Sinfónica y la Escuela de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, director de la Banda de la AJAM de Jumilla y Presidente de la Asociación Nacional de Directores de Banda.

Según sus propias palabras, el no es compositor sino interprete pero se ha atrevido a escribir este pasodoble, puesto que se siente un yeclano de pura cepa, y al amor y cariño que profesa a estas fiestas populares de nuestra ciudad, que además este año han obtenido la declaración de Interés Turístico Nacional.

Además con esta obra, solicitada al autor por la Federación de Peñas de San Isidro de Yecla, se va incrementando poco a poco el patrimonio musical de dicha festividad.

Ángel nos describe así su pasodoble “Papelicos”:

“Composición inspirada en el folclore y cantos populares de la Ciudad de Yecla. Con una estructura muy sencilla donde podemos escuchar a modo de primer tema el ritmo típico y cadencia del fandango pasando después a escuchar la melodía de nuestro “Fandanguillo Yeclano” como tema enérgico de esta primera parte. Posteriormente volveremos a recordar la cadencia en ritmo ternario como repetición antes de pasar por una pequeña y suave transición que nos llevará al trio; el cual guarda la típica estructura de presentación y repetición con contra-canto. En este fragmento podremos percibir esa añoranza por estas fiestas a la vez que finalmente escucharemos una pequeña melodía evocadora de esperanza por la vuelta a la felicidad que nos provoca el mes de mayo. Después de un puente basado en un tema popular infantil volveremos a la re-exposición de la melodía del trio en dinámica fuerte y enérgica, finalizando así este pasodoble pensado para ser interpretado de forma sencilla y sin grandes pretensiones técnicas facilitando así su interpretación a las pequeñas bandas que acompañan a Reinas, Damas, Peñeros y Peñeras durante los días grandes de nuestras Fiestas de San Isidro”

En un interesante artículo publicado el pasado mes de febrero en la revista digital Diapasón, editada por la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, escrito al alimón por Justo Soriano Aliaga y nuestro popular cantante Enrique Ortuño Soto, con el título de “La Salsa y La Fania”, dedicado a Juan Antonio Pacheco Kniping, conocido popularmente como Johnny Pacheco, músico, flautista, compositor, arreglista, director y productor dominicano de música cubana y salsa,  fallecido en el mes febrero, se hacía mención a la empresa discográfica DISCOPHON, fundada a principios de los años 60, ofreciendo música española y moderna.

Emilio Baldoví Menéndez “Bruno Lomas”

La casa discográfica DISCOPHON, fue promotora del grupo musical “Los Milos” de origen valenciano, llevando como cantante a Emilio Baldoví Menéndez, conocido artísticamente  por “Bruno Lomas”, al que tuve la suerte de conocer durante mi etapa profesional en Valencia, en una de sus actuaciones en la antigua sala de fiestas “Mogambo”, sita en la calle de la Sangre nº 9, (cercana a la antigua Plaza del Caudillo), actual Plaza del País Valenciano. Corrían los años 1970-1971.

Sobre dicho grupo musical y su cantante, mencionados en el referido artículo, me sugirió la idea de traerlos a la memoria de los lectores de la revista Diapasón, por ser uno de los grupos pioneros del rock an roll en nuestro país, junto con su cantante Emilio Baldoví, nacido en Játiva, el 14-06-1940 y fallecido en Valencia, el 17-08-1990.  Aunque comenzó los estudios superiores de derecho y perito Agrónomo, no los completó y decidió dedicarse por entero a la música, a pesar de que tampoco adquirió una formación muy amplia en este sentido.

Fue junto con Miguel Ríos, un pionero de la interpretación del rock and roll en España. Obtuvo gran popularidad durante la década de los años sesenta, aunque con el paso de los años su repertorio incluyó cada vez más baladas y canciones melódicas, siendo muchas de ellas versiones en castellano de autores franceses e italianos. Su temática era, casi invariablemente, historias de amor, derivando muchas veces hacia un lado juvenil no exento de cierta ingenuidad.

Comenzó formando parte de “Los Milos”, conjunto dedicado principalmente a la interpretación de rock and roll y también de un amplio repertorio de canción ligera.

El grupo “Los Milos” fue fundado en Valencia en 1959, aunque debutó en los escenarios en 1960 y desarrolló su actividad hasta 1963. Emilio Baldoví era su cantante y le acompañaban los guitarristas y también cantantes Vicente Castelló y Salvador Blesa, secundado tanto en las actuaciones como en las grabaciones fonográficas con la productora DISCOPHON, por diversos músicos contratados para la ocasión.

El mismo año 1960 actuaron en varias ocasiones en Italia y, en 1962, poco antes de la separación del conjunto, Blesa fue sustituido por el guitarrista, Pascual Oliva. Por ser uno de los primeros conjuntos que cantó y grabó rock and roll en castellano, obtuvo una gran popularidad entre el público joven interpretando un amplio repertorio de canciones, entre las que destacan Bailando el rock con migo, Ciao, baby, ciao, Tedy girl  y, especialmente, Pitágoras.

En 1963, cuando “Los Milos” habían realizado una serie de grabaciones que estaban pendientes de ser publicadas, el grupo recibió una oferta para actuar en Francia que solo acepto Emilio Baldoví. Sus compañeros quisieron continuar y seguir actuando en España, y decidieron cambiar de casa discográfica, pero dado que la anterior empresa (DISCOPHON) era la que tenía registrado el nombre del conjunto, tuvieron que adoptar el de “Los Top-Son”, con el que publicaron un disco EP, con las canciones: Chariot, Twist a María Amparo y otras dos, que aún interpretaba Baldoví; este, incluso aparecía fotografiado en la portada del disco a pesar de que no formó parte en ningún momento de esta agrupación.

Ese mismo año de 1963, el cantante reunió otro grupo de músicos para que le acompañaran en sus actuaciones en Francia. El conjunto, inicialmente denominado como “Las Estrellas de Fuego”, estaba integrado por Baldoví como cantante, Vicente Buj Figueras “Sento” y Pascual Cortés Torres “Pipo” (guitarras), junto con Joaquín María Villanueva Herrero “Cuco” (bajo) y Galileo Marco González “Gali” (batería). Algunas veces actuaron en Valencia, pero no realizaron ninguna grabación. Cuando se trasladaron al país vecino cambiaron su denominación por la de “Bruno et ses Rockeros” y ofrecieron numerosos conciertos en Francia y en otros países centroeuropeos durante dos años, actuaron asiduamente en la sala de conciertos parisina Olympia y editaron un disco sencillo con dos canciones –una era un ejemplo clásico de rock and roll–, Se, se nena y la otra su particular versión del bolero Perfidia.

En 1965  regresaron a Valencia, el grupo pasó a ser  “Bruno Lomas con Los Rockeros” y editaron una serie de grabaciones durante algo más de un año. En 1966 Lomas comenzó su carrera en solitario, acompañado por otros músicos, y el conjunto “Los Rockeros” continuó su trabajo hasta su desaparición en 1968. Mientras que Bruno Lomas formó parte del grupo editaron grabaciones de rock and roll y baladas —La casa del sol naciente–, al tiempo que el conjunto publicó algunas  ediciones discográficas que contenían interpretaciones únicamente instrumentales, En forma.

Bruno Lomas, establecido en Valencia desde 1965, afianzó su labor como cantante solista, logrando un éxito cada vez mayor hasta que, a mediados de la década siguiente, comenzó un lento declinar con la consiguiente pérdida progresiva de prestigio entre el público que le había admirado hasta entonces; ello le condujo a cesar en su actividad musical en 1979 y, aunque volvió a actuar esporádicamente durante los siguientes diez años, hasta poco antes de su fallecimiento, nunca recuperó la fama de sus primeros años como cantante.

Su repertorio era amplísimo, abarcando una gran variedad  de estilos: las composiciones más  representativas del rock and roll –Be –bop- a-lula y Carol--del rhythm and blues –Comprensión  y La Casa del Sol Naciente–, de las canciones brasileñas e italianas –La Chica de Ipanema y Melancolía–, o las que compuso él mismo –Anoche la vi, Ayer cumpliste los dieciséis y Eres mi chica soñada–. Fue el primer cantante español que editó un álbum grabado durante una de sus actuaciones, Bruno Lomas canta en directo, en 1967; actuó en algunas películas  –Chico, chica boom y Codo con codo–, y participó en numerosos festivales de canción ligera: obtuvo el premio de la crítica en el VII Festival de la Canción Mediterránea (Barcelona, 1965), interpretando El mensaje y el primer premio un año después, en la VIII edición del mismo certamen, interpretando Como ayer. Ese mismo año participó en el Festival Internacional de la Canción de Benidorm, en el que cantó Amor amargo, compuesta por el Dúo Dinámico, Incluso cantó en catalán Per Sant Joan, en el I Festival de la Canción de Barcelona celebrado en 1968. Las grabaciones fonográficas que realizó son muy numerosas y –muy buscadas por los coleccionistas–, habiendo sido editadas muchas veces en forma de las más diversas recopilaciones.

Alfonso Hernández Cutillas

13 mayo, 2021 Escrito por diapason

El próximo sábado 15 de mayo de 2021, se llevará a cabo, el sexto de los conciertos, de la programación del XIX Ciclo “Aula de Conciertos” organizado por la Escuela de Música de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de nuestra ciudad.

Esta decimonovena edición cuenta con la colaboración de Dúo-Graph, Familia Castaño, Digicol, Iberpiano, Juan Palao Peña, Autobuses Pelotón, Daemon 4, YeclaGrafic, Davó, Visual Rotulación y Frutas y Verduras Hermanos Juan Ortuño, y como en otras ediciones anteriores también cuenta con el apoyo de los medios de comunicación locales: Onda Regional de Murcia, elperiodicodeyecla.com, TeleYecla, Onda Cero Yecla, Cope Yecla, Siete Días Yecla y Ser Arco Norte

/ Yecla,

Este nuevo recital del Ciclo se celebrará en la Sala de Audiciones de la Escuela de Música a las 19:30 horas, con aforo limitado y reserva de sillas, y consistirá en un concierto del Aula de Violín Barroco de la Escuela de Música interpretado por los alumnos Álvaro Puche Ortiz y Andrés Daniel Ortiz Bermeo junto al profesor Francisco José Díaz Martínez.

El concierto será grabado y emitido posteriormente a través del Canal YouTube de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla.

https://www.youtube.com/channel/UCKtttm7ckVnlm2vkHMl4-aw

El programa que nos ofrecerán será el siguiente:

Arcangelo Corelli (1653 – 1713)

  • Sonata nº 1 en Re Mayor, Op. 5: Allegro (3er movimiento). Roma, 1700.
  • Sonata nº 3 en Do Mayor, Op. 5: Allegro (4º movimiento). Roma, 1700.

Dario Castello  (1590 – 1630)

  • Sonate Seconda Concertate en Still Moderno, Libro II, Venecia, 1629.

Giovanni Paolo Cima (1570 – 1630)

  • Sonata para violín y bajo continuo. Milán, 1610.

Johan Sebastian Bach (1685 – 1750)

  • Partita Nº 2 en Re menor, BWV 1004: Allemanda y Corrente (1703 – 1720).

Biagio Marini (1587 – 1663)

  • Sonata “La Mónica” 8. 1629.

Giovanni Battista Buonamente (1595 – 1642)

  • Sonata Quarta a 2 voces con bajo continuo. Venecia 1636.

Marco Ucellini (1603 – 1680)

  • Aria sopra “La Bergamasca”. 1642

Para poder realizar estos conciertos vamos a seguir todas las pautas que nos indican desde las autoridades sanitarias:

1º. Aforo reducido.

2º. Reserva de localidad con cita previa.

3º. Itinerario diferente de entrada y de salida.

4ª. Toma de temperatura al entrar al edificio.

5ª. Se dispondrá de material de higiene y protección tanto a la entrada del edificio como en la propia Sala de Audiciones.

6º. Uso obligatorio de mascarilla durante toda la estancia en las instalaciones de la Escuela de Música, incluido en dicha Sala durante  desarrollo del concierto.

7º. Distancia de seguridad entre las sillas.

Debido a la limitación de la ocupación de la sala de audiciones, que estará sujeta a las indicaciones de las autoridades sanitarias, se deberá de reservar hasta completar el aforo de la Sala, en la Conserjería de la Escuela de Música en horario de 16:30 a 20:30 horas.

Un poco más sobre ellos:

El Aula de Violín Barroco de la Asociación de amigos de la música de Yecla pretende, junto con su profesor Francisco José Díaz Martínez, que sus alumnos tengan la oportunidad de aprender la técnica antigua “Without a chinrest” de este noble instrumento, para que se beneficien y adquieran las peculiaridades técnicas que se pueden desarrollar tocando de este modo. Este tipo de técnica es muy respetada a nivel musical en toda Europa, puesto que cambia el concepto interpretativo del “violín moderno”, implementando una serie de recursos técnicos, interpretativos y musicales que otorgan al instrumento otra categoría, y al músico una manera orgánica y mas natural de hacer sonar el violín.

Álvaro Puche Ortiz. Nació en Yecla, inicia sus estudios de violín a la edad de 8 años con la profesora Laura Ortega, en la Escuela de Música de la AAMY. Posteriormente prosigue sus estudios con el profesor Francisco José Díaz en el año 2017 en el mismo centro, compaginando desde el 2019 su aprendizaje de la técnica del violín moderno, con la técnica antigua del violín barroco. Al mismo tiempo sigue formándose en el Conservatorio Profesional «Julián Santos» de Jumilla.

Andrés Daniel Ortiz Bermeo. Nació en Ecuador, a los 21 años de edad viajo a España, donde empezó sus estudios con el violín moderno en la Escuela de Música de la AAMY, su profesor es Francisco José Díaz Martínez quien le motiva y le enseña técnicas y maneras prácticas para mejorar día a día en ese bello arte del violín. Actualmente lleva 5 años tocando el violín moderno, pero el año pasado su maestro y a petición del alumno decidieron implementar sus clases de violín moderno con el violín barroco. Dicho alumno aspira y tiene un sueño que es mejorar su técnica violinistica y compartir la música con la gente y amigos.

Francisco José Díaz Martínez. Natural de Yecla (Murcia) comienza sus estudios de violín a la edad de once años, en la asociación de amigos de la música de Yecla, con la profesora Araceli Pacheco.

Realizó los estudios profesionales de violín en dos conservatorios municipales: “Maestro Jaime López” de Molina de Segura, y “Julián Santos” de Jumilla, con los profesores Luis Ángel Cánovas, y Ester Soriano Gutiérrez, respectivamente.

Finalizó sus estudios de enseñanzas superiores de música con las más elevadas calificaciones, en el conservatorio superior “Salvador Seguí” de Castellón,  con el profesor José Luis del caño.

Finalizó sus estudios de máster en interpretación de violín en el conservatorio superior de música “Joaquín Rodrigo” de Valencia, con el profesor Vicente Balaguer.

Ha realizado diversos cursos, y master class  con destacados violinistas: Vasko Vassilev, Vicente Huerta, Marguerita Marseglia, Mary Tampere, Vincenzo de Felice, Emilio Fenoy, Olga Aleshinski, Renata Tanollari, entre otros.

Se ha especializado en la interpretación de la música antigua con el violinista Ángel Sampedro, realizando los estudios superiores en la especialidad de violín barroco, y actualmente amplia su formación como intérprete estudiando viola barroca con la profesora catedrática Teresa Casanova con la técnica interpretativa “Without a chinrest” (sin apoyar el mentón). Todos estos estudios realizados en el departamento de música antigua del conservatorio superior “Salvador Seguí” de Castellón.