Fuente: Diapason, 30/12/2019

Ya van varios días que el silencio de este cementerio de St. Peter se rompe cada atardecer  con el redoble de un tambor. Hoy aprovechando que la mujer que lo tocaba pasaba por delante de mi lápida,  me dirigí hacia ella y… lo que son las cosas, jamás lo hubiese imaginado; se trataba de Katherine Kennicott Davis. Supongo que así, a simple vista seguramente su nombre no te dice nada, pero en las fechas navideñas en las que nos encontramos, te diré que fue un encuentro de lo más apropiado, pues hablamos de la persona  a la que se le atribuye la composición de uno de los villancicos más populares de la historia de la música, y evidentemente, no podía dejar pasar el momento para que me relatara cómo dio con él. Katherine me reveló, que ella únicamente fue quien adaptó a una partitura para piano y transcribió de un modo libre al inglés,  un viejo manuscrito de origen checo. Lo tituló  «Carol of the drum» (El villancico del tambor), y lo registró bajo el pseudónimo de C.R.W. Robertson, para grabarlo después allá por 1941 en Missouri (USA), su ciudad natal. La letra de «El tamborilero», o «El niño del tambor», que es también como me comentó que se conoce la canción, cuenta la historia de un niño que se gana la vida tocando el tambor, que acude al Portal de Belén, en donde había nacido el Mesías, y que una vez allí, al no tener ningún regalo que ofrecerle, decide darle como presente el toque de su tambor.

Y la verdad es, que ahí quedó el fugaz encuentro con ella y su tambor,  ya que ésta, que no dejó de golpearlo ni un instante mientras hablaba conmigo, me hizo un gesto de «adiós» con su cabeza y continuó caminando.

Yo que soy algo curiosa, y me gusta llegar más allá en estas cosas, descubrí más tarde que la letra y la música del tema  se extendían en autoría a Henry Onorati y Harry Simeone, y que existían  ciertas dudas en todo aquello que me había contado la pianista americana, dado que había quien sostenía que aquel villancico era una adaptación de una ópera de Jules Massenet; supuestamente para otros,  el autor de su letra en 1902. Y ahí no acababa mi incertidumbre, pues di con argumentos que se remontan hasta el siglo XII, que mantienen que el origen de ‘El tamborilero’ está en un cuento de Anatole France  titulado ‘Le Jongleur de Notre Dame’ (‘El juglar de Nuestra Señora’), basado en una leyenda francesa. A pesar de todo, y sea cual sea su verdadero  compositor, eso no quita el reconocer que se trata de un villancico que ha pasado a ser todo un clásico, en especial desde que en 1955 la familia Trapp lo grabara, y elaborara  hojas impresas  con su letra y partitura, para ser cantada en coros navideños.

En fin, llegados hasta aquí espero que la historia de ese niño y su tambor os haya resultado interesante. Ya sé que habitualmente me visitan otro tipo de músicos, pero en las fechas que estamos no pude tener un mejor e idóneo encuentro.

Eleanor Rigby.

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