José R. Pascual-Vilaplana

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El curso se llevará a cabo entre el 14 y el 18 de junio, con la dirección de José Rafael Pascual-Vilaplana, titular de la Banda Municipal de Barcelona.

El Auditorio de Barcelona y la Banda Municipal de Barcelona retoman la convocatoria del Primer Curso de Dirección para Banda del Auditori de Barcelona, con la colaboración de la Federación Catalana de Sociedades Musicales , que se tuvo que cancelar por la pandemia. Dirigido por José Rafael Pascual-Vilaplana, director titular de la Banda Municipal de Barcelona , el curso se desarrollará entre el 14 y el 18 de junio.

Con esta formación el Auditori de Barcelona y la Banda quieren contribuir al enriquecimiento de talentos dentro del mundo de la dirección bandística a través de una formación teórica y práctica . Los alumnos trabajarán el repertorio con la Banda Municipal de Barcelona y verán aspectos como el estudio de la gestualidad, el análisis y técnica de estudio de partituras, la planificación de ensayos, el reto de los directores de conseguir la afinación, así como aspectos tan necesarios teniendo en cuenta la realidad de las bandas de música tales como la programación en una banda amateur, la motivación y evolución de las formaciones.

La experiencia en cursos similares que ha tenido José Rafael Pascual-Vilaplana han llevado al director titular de la Banda a imaginar un curso que permitirá que los directores de banda profundicen en los aspectos técnicos de su figura y obtengan una visión de contexto de las bandas de música , tanto desde el punto de vista del repertorio original para esta formación como desde la óptica de la su singularidad como grupo orquestal.

El último día del curso , el viernes 18 de junio, se dedicará a la preparación del concierto de clausura, donde los alumnos de la modalidad activos dirigirán la Banda Municipal de Barcelona con las piezas que han trabajado durante la semana. El concierto se realizará en la Sala 2 Oriol Martorell de L’Auditori de Barcelona y será de acceso gratuito con invitación.

Dos modalidades de inscripción

Para hacer el Primer Curso de Dirección de Banda en el Auditori lo más abierto posible, aceptarán un máximo de 10 alumnos activos y también se permitirá que asistan alumnos oyentes , que formarán parte de las clases teóricas y como espectadores a las clases prácticas. Las clases se desarrollarán durante la mañana y la tarde.

La reanudación del 1º Curso de Dirección de bandas mantiene la matriculación de los alumnos que se inscribieron el año pasado y que decidieron mantener su plaza hasta la siguiente convocatoria.

Los interesados en conocer más sobre el Primer Curso de Dirección de banda en el Auditori pueden escribir a cursdirecciobandes@gmail.com .

Cartel del Curso

José Rafael Pascual-Vilaplana, un director consolidado

El director José Rafael Pascual-Vilaplana.

José R. Pascual-Vilaplana, director titular de la Banda Municipal de Barcelona y director del Curso de Dirección, cuenta con una trayectoria que avala su excelencia en la dirección, así como en la composición. Nacido en Muro (Alicante), ha estudiado Dirección de Banda en Holanda con maestros como Jan Cober y Eugene Corporon; Dirección de Orquesta en Viena, con figuras como Karl Österreicher, Yuji Yuhasa y Hans Graf.

Ha dirigido la Banda Municipal de Buenos Aires, la Banda Nacional Juvenil de Holanda, La banda Nacional de Cuba, las bandas municipales de Alicante, Castellón, Madrid, Pontevedra, Santa Cruz de Tenerife, entre otros. Desde el 2018 es director titular de la Banda Municipal de Barcelona. Además es director de la Orquesta de Vientos “Filarmonía” y principal director invitado de la banda Sinfónica Portuguesa de Oporto.

Es profesor de dirección de banda en el ECM Vall de Albaida, y del ISEB en Trento (Italia). Ha recibido varios premios de composición, entre los que destaca el Primer Premio Baton of Honour del 1er Concurso Europeo de Jóvenes Directores de la EBBA en Birmingham (Inglaterra) o el Premio Euterpe de Composición de Música para la Fiesta y el Premio Euterpe de Dirección de Banda, otorgados por la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana.

La Banda Municipal de Barcelona, una institución con más de 130 años de historia
La Banda Municipal de Barcelona es una de las agrupaciones musicales más antiguas de Barcelona. Creada en 1886 por el Ayuntamiento de Barcelona, desde 2007 es residente en el Auditori, donde ofrece una temporada estable de conciertos. Desarrolla proyectos con la colaboración de artistas y formaciones de ámbito nacional e internacional. A partir de septiembre de 2018, comienza una nueva etapa con José R. Pascual-Vilaplana como director titular.

En el año 2016 la Banda hizo 130 años durante los cuales se ha mantenido fiel a los objetivos que motivaron su creación, acercando la música de los grandes compositores a la ciudadanía, ofreciendo actuaciones de gran calidad. Además, ha sabido adaptarse a nuevos retos apostando por la difusión del repertorio actual para banda, encargándose estrenos a compositores catalanes o colaborando con artistas heterogéneos.

A día de hoy, nuestra Banda Municipal de Barcelona es una agrupación comprometida con la sociedad que le rodea, partícipe de su tiempo y protagonista activa de la escena instrumental barcelonesa.

La Federación Catalana de Sociedades Musicales

La Federación Catalana de Sociedades Musicales, con 40 años de servicio a las sociedades musicales, es una federación que reúne unas 50 entidades musicales dentro del marco de la cultura popular catalana y tiene el objetivo principal de promover, vehicular, potenciar y dar cohesión al movimiento asociativo cultural de las Bandas de Música. Para cumplir estos objetivos llevamos a cabo los proyectos que detallamos, los que pivotan en diferentes temas o formatos, algunos puramente musicales y de proyección, y otros de formación e información, sin perder de vista proyectos arriesgados de nuevas músicas, de investigación , así como la entrada definitiva de las nuevas tecnologías.

Los interesados en conocer más sobre el Primer Curso de Dirección de banda en el Auditori pueden escribir a cursdirecciobandes@gmail.com .

I Centenario de Alfred Reed, Mas Quiles y Karel Husa.

El año 1921 vio nacer tres figuras internacionales que han trabajado por la dignificación de la cultura bandística. Tal día como hoy, un 25 de enero de aquel año vieron la luz por primera vez Alfred Reed (Nueva York, 25 de enero de 1921 – Miami, 17 de septiembre de 2005) y Juan Vte. Mas Quiles (Llíria, 25 de enero de 1921). Y unos meses más tarde vendría al mundo Karel Husa (Praga, 7 de agosto de 1921 – Apex, USA, 14 de diciembre de 2016). Tres nombres fundamentales para entender la evolución de las bandas en el siglo XX.

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/Artículo original – 2021-01-25

La música para banda de Alfred Reed ha sido una de las más interpretadas en todo el mundo. Trabajando como arreglista para la 529th. Army Force Band durante la Segunda Guerra Mundial, recibió un encargo muy especial que marcaría su carrera como compositor. Estábamos en 1944, y tras la exitosa invasión de Francia y Bélgica por las fuerzas aliadas, la ciudad de Denver planificó un concierto de Navidad para promover las buenas relaciones soviético-estadounidenses con estrenos de obras de ambos países. El maestro Roy Harris (1898-1979) fue el encargado de organizar tal evento y pensó en estrenar, por parte de los EEU, el segundo movimiento de su Sexta Sinfonía (Abraham Lincoln Symphony). La obra soviética escogida fue la Marcha op.99 que Sergei Prokofiev había escrito para la Banda del Ejército Soviético. Sin embargo, esta obra había sido estrenada en América unos meses antes, por lo cual cambiaron de idea. Harris, llamó a su asistente y arreglista, el joven de veintitrés años Alfred Reed, para que en dieciséis días escribiese una obra con temática rusa. En la biblioteca del acuartelamiento, Reed encontró la partitura de una canción navideña del siglo XVI; la combinó con sus investigaciones previas sobre la música litúrgica ortodoxa, configurando una bellísima obra para banda: Russian Christmas Music, escrita en once días. Finalmente, su estreno tuvo lugar el 12 de diciembre de 1944 en una transmisión en directo por la NBC. Este inicio con la música para banda, le llevó a estudiar a la prestigiosa Juilliard School of Music de Nueva York bajo las órdenes del prestigioso compositor (y figura fundamental de la música bandística americana) Vittorio Giannini (1903-1966). En su etapa posterior como profesor de la Universidad de Miami, trabajó conjuntamente con otro gran personaje de la música para banda, el maestro Clifton Williams (1923-1976), quien fuera alumno de Howard Hanson. Todo ello condicionó que el catálogo de composiciones de Alfred Reed, incluyera un gran número de creaciones para banda. Sus seis sinfonías, sus siete suites para banda, su música escénica, sus más de 100 obras para banda… hacen de su música una evidente muestra de oficio creativo. Dirigir sus partituras te hace reconocer un idioma peculiar e idiosincrático, lleno de recursos tímbricos y sonoros, en donde la banda de música se convierte en un inmenso muestrario de potencialidades creativas. No hay banda en este planeta que no haya interpretado una obra o arreglo de Alfred Reed. El maestro, además, siempre sintió un gran interés por la revolución tecnológica en el ámbito de las comunicaciones y fue conocida su fascinación por la grabación y difusión de la música. No en vano, sus CD’s dirigiendo a la prestigiosa Tokyo Kosei marcaron toda una época para los estudiantes y amantes de la música de banda. En una entrevista de 1988 concedida a Bruce Duffie declaraba algunas consideraciones del todo interesantes sobre la dirección orquestal:

“…He aprendido algo que otros directores que fueron compositores tuvieron que aprender primero. Algo parecido se puede encontrar en las cartas de Stravinsky y en pasajes de sus comentarios autobiográficos que recopiló Robert Craft. Stravinsky, Brahms y otros compositores tuvieron que aprender a cómo dirigir sus trabajos (….) En ocasiones, los directores verán cosas en la obra de un compositor, o al menos darán una interpretación de la obra, que en realidad es mejor que lo que el propio compositor puede ver o interpretar (…)”. (http://www.kcstudio.com/reed3.html)

El mismo día que nacía en Nueva York Alfred Reed, en Llíria abría los ojos el maestro Juan Vte. Mas Quiles, una de las figuras musicales que más ha trabajado en el ámbito de la difusión de nuestras bandas a nivel internacional, siendo el primer español en formar parte de la WASBE (World Association for Symphonic Bands and Ensembles). En su estimada Banda Primitiva de Llíria empezó sus estudios musicales con la flauta, para después estudiar dirección y composición en el Conservatorio de Valencia con profesores de la talla de Pedro Sosa o Manuel Palau. En los años cuarenta, opositó al cuerpo de directores militares del ejército, empezando una carrera como director militar que le llevó por distintas comunidades españolas sin dejar su actividad como compositor y arreglista. Trabajó como director invitado de diferentes bandas y orquestas en Argentina, EEUU, Francia, Bélgica y Países Bajos. También ha sido destacada su faceta de divulgación del mundo de las bandas mediante artículos y publicaciones en revistas especializadas. Su reciente libro Apuntes de instrumentación para banda de música (2008: Ed. Piles, Valencia) es todo un legado de compromiso con el uso de la banda de música y su adecuación a la globalización de este instrumento artístico. Siguiendo la tradición de las transcripciones para banda, su labor en este sentido marcó un punto de inflexión al publicar algunos de sus trabajos en la holandesa Editorial Molenaar. El nombre de Mas Quiles empezó a ser habitual en los atriles europeos y americanos gracias a sus trabajos de orquestación de obras como Suite Española de Albéniz, Goyescas de Granados, Dolly Suite de Gabriel Fauré, Las Hébridas de Mendelssohn, Scherezade de Rimsky Korsakov… o a sus propias composiciones como Clarinera Mayor, Música para banda, Vicente Gerardo, Marcha de los Gladiadores, Y las sonrisas fueron seis…. La personalidad del maestro es una de sus características más destacadas por todos quienes le conocemos. Como curiosidad, podemos leer en la biografía del maestro incluida dentro del libro Notes for Band escrito por Norman E. Smith, una descripción de Mas Quiles en la cual se indica que: “(…) es una persona genial y nada pretenciosa, que siempre se sorprende por ser considerado una celebridad (…)”. (Gia Publications, Chicago. 2000)

En 1994, Mas Quiles publicó con la editorial Schott la única verisión oficial para banda de los Carmina Burana (1937) de Carl Orff. Este monumental trabajo de re-orquestación es considerado como una las obras más importantes de la transcripción bandística de los últimos cuarenta años. No en vano ha sido objeto de estudio y análisis por diferentes instituciones académicas norteamericanas e incluso ha dado origen a la publicación de un libro, por parte del Dr. Philip Simon, profesor de la Wilkes Universty de Pensilvania. Se trata de: Philip Simon (2009) Mas Quiles Arrangement of Carmina Burana: A Suitable Alternative? A Comparisson of the Orff Original with the Juan Vicente Mas Quiles Arrangement for Wind Band and Choruses. (Editorial VDM Verlag).

Este libro sirve como guía para el estudio y ejecución del arreglo de Mas Quiles. Simon defiende que la orquestación de Mas Quiles es magistral ya que mantiene de forma cercana la integridad textural, musical y estética de la obra de Orff. Además, ofrece un uso depurado de los vientos al sustituir las cuerdas orquestales. Al comparar y analizar las técnicas de instrumentación de Mas Quiles con el original de Orff, Philip Simon concluye que el arreglo de Mas Quiles es una alternativa viable y única para el original de Orff, además de ser un material muy digno de estudio e interpretación.

Una de las versiones más destacadas de este trabajo de Mas Quiles, fue publicada en CD en 2003, con interpretación de la North Texas Wind Symphony bajo la dirección del prestigioso maestro norteamericano Eugene M. Corporon. El maestro Corporon visitó España por primera vez en octubre de 2006, invitado por la Banda Unión Musical de Muro, dentro de los cursos de dirección de banda que esta formación y el que suscribe organizamos durante muchos años. Recuerdo que al cerrar el calendario del maestro Corporon en nuestra localidad, me dijo: “Hay que buscar un momento para saludar a Mas Quiles, quiero conocerlo personalmente pues tras trabajar su versión de Carmina Burana, siento una profunda admiración por este músico tan magistral”.

Así ocurrió, y el maestro Mas Quiles visitó la UM de Muro uno de los días del curso con el maestro Corporon quien se sintió profundamente alagado al conocer a uno de sus ídolos de la música bandística internacional. Unos años más tarde, en 2014, la Universidad de Alicante y la Banda Municipal de Villena celebraban la X Edición del Curso de Dirección de Banda que ambas instituciones convocaban dentro de los Cursos de Verano de la UA. En las diferentes ediciones de estos cursos, que tuve el honor de coordinar, pudimos contar con la presencia de compositores y directores de ámbito nacional e internacional. Para su décima edición consideré oportuno invitar a dos de los maestros que más han influenciado en mi desarrollo como director. De tal modo, tuve el honor de contar con la colaboración de Jan Cober (Maastricht Conservatorium) y de Eugene M. Corporon (University of Noth Texas). Cerrando la planificación, pensé en invitar también a un músico fundamental de la música bandística en Italia y Europa, el maestro Carlo Pirola, profesor de Instrumentazione Bandistica durante muchos años en el Conservatorio G. Verdi de Milán. Cuando salió la publicidad del curso, recibí una llamada telefónica del maestro Mas Quiles: “He visto la publicidad de Villena. Estoy muy mayor y me cuesta caminar, pero he de ir allí sea como sea y saludar a estos maestros”. Aquella llamada me alegró enormemente. El último día de curso, un viernes de un caluroso mes de julio villenero, celebramos en un magnífico salón del Teatro Chapí una mesa redonda con los profesores del curso y los más de sesenta alumnos (de diferentes países) que habían participado en el evento. De repente se abrió la puerta de la sala, y un señor mayor sujeto del brazo de un familiar y apoyado en un bastón, entró pidiendo disculpas. “Señoras y señores, acaba de entrar el maestro Mas Quiles” dije yo desde la mesa. De repente el maestro Corporon se levantó y empezó a aplaudirle. El resto de componentes de la mesa, Cober, Pirola y un servidor, hicimos lo propio y se nos unió toda la sala en pie. Cuando el maestro Mas Quiles llegó a la mesa, la emoción de su rostro se había contagiado en toda la sala. Un momento inolvidable para un servidor y para todos los que lo vivimos. En ese momento, cogió la palabra el maestro y nos hizo una disertación emocionante de lo para él había sido el mundo de las bandas en su vida y que resumió diciendo: “cuando te gusta una cosa, no puedes hacer otra…”.

El maestro cumple hoy 100 años y sigue trabajando, a pesar del peso físico de su edad. Sin embargo, su mente sigue activa con la ilusión y el entusiasmo de siempre. Recientemente ha publicado su transcripción de la Novena Sinfonía de Beethoven, también en la editorial Schott. Estudiándola, al igual que me ocurrió con su versión de Carmina Burana, descubres un perfecto equilibrio entre el respeto por el original y la adecuación idiomática propia de las buenas traducciones. La transparencia del oficio de Mas Quiles da a entender la magnitud de su maestría.

Y también en 1921 empezaba su vida otro gran nombre para la música de banda, el maestro checo-norteamericano Karel Husa. Un hombre que tras formase en su Praga natal, viajo a París en 1947 para continuar estudios de composición con Nadia Boulanger y Arthur Honegger, así como estudios de dirección con Eugène Bigot y André Cluytens. En 1951 recibía el Premio Lili Boulanger de Composición. Fue en 1954 cuando emigró a los Estados Unidos y trabajó como profesor de la Cornell University de Ithaca. En 1969 recibía el Premio Pulitzer de composición por su Cuarteto de Cuerdas Nr.3. Su música orquestal ha sido encargada y estrenada por maestros como Sir George Solti, Kurt Masur o Zubin Mehta. En su catálgogo para banda, encontramos toda una propuesta estética renovadora para el lenguaje de las orquestas de viento y percusión con títulos como: Al Fresco, Aphoteosis of this Earth, Les couleurs fauves, entre otras. Además, el maestro Husa ha dirigido varias de las más prestigiosas orquestas de Londres, Hamburgo, Bruselas, Zurich, París, Oslo, Tokyo, Boston, Nueva York, …

Pero tal vez, entre toda su producción, resalta una obra en especial. El extraordinario trabajo creativo de su Music for Prague 1968 es, sin duda, una de las partituras que marcan un punto de inflexión para la historia de la música de banda. Desde la distancia, y estimulado por la ira y la frustración, escribe una obra poderosa que describe la Primavera de Praga de 1968 desde su exilio. El propio Husa escribe las notas al programa: “Tres ideas principales unen la composición. La primera y más importante es una antigua canción de guerra husita del siglo XV, ‘Ye Warriors of God and His Law’ (Guerreros de Dios y su Ley), un símbolo de resistencia y esperanza durante cientos de años, siempre que el destino pesaba sobre la nación checa.

(…). La segunda idea es el sonido de las campanas por todas partes; Praga, llamada también la Ciudad de las Cien Torres, ha usado sus campanas de iglesia que suenan magníficamente como llamadas de angustia, así como de victoria. La última idea es un motivo de tres acordes que aparecen primero muy suavemente (…). Más tarde aparece a niveles dinámicos extremadamente fuertes (…)También aparece mucho simbolismo: además de las llamadas de socorro en el primer movimiento (Fanfares), la esperanza ininterrumpida del canto husita, el sonido de las campanas, o la tragedia (Aria), también hay una llamada de pájaro al principio (solo de flautín), símbolo de la libertad que la ciudad de Praga ha visto sólo por momentos durante sus mil años de existencia”. Como director, estudiar partituras como ésta, siempre produce una especie de desasosiego por temer no estar a la altura de su creación. Cada pasaje, cada sonoridad, envuelve mente y alma de una pequeñez estrepitosa. Pero al mismo tiempo, cuando la diriges y suena toda aquella amalgama de artesanía, la sensación que impregna a intérpretes y escuchantes es la de asistir a una experiencia sonora única. La versión para orquesta de esta magnífica obra se realizó un año más tarde, y fue estrenada en enero de 1970 por la Orquesta Filarmónica de Munich dirigida por el propio compositor. En una de las entrevistas que Mark Camphouse realiza para su serie Composers on Composing for Band (2002, Gia Publications, Chicago), Karel Husa da su opinión sobre el futuro de las bandas: “La banda es un conjunto que estará aquí mientras aprendamos a tocar instrumentos de viento, metales y percusión, y mientras amemos compartir nuestro trabajo con los demás. Este es el aspecto más importante, es decir, hacer música juntos, especialmente en estos tiempos en los que se arroja tanta basura, y no solo basura musical, sobre nosotros y nuestros jóvenes (…)”.

En el año 2005, en una de mis visitas al Festival Mid West Clinic de Chicago, asistí a un concierto monográfico sobre Karel Husa interpretado por la Illinois State University Wind Symphony bajo la dirección de Stephen K. Steele. Acudía acompañado de mi maestro Eugene Corporon, y tras el concierto, fuimos invitados a una recepción en la cual Corporon me presentó a Karel Husa. Cuando de forma muy afable me estrechó la mano, y tras comentarle mi maestro que yo venía de Valencia, Husa me preguntó: “¿De Valencia?… ¿Y cómo está mi amigo Mas Quiles? Qué gran músico y qué buena gente…”. A veces, la dimensión de alguien se evidencia cuando, donde menos lo esperas, reconocen su trabajo y su valía.

En 2018 y 2019 he podido dirigir Music for Prague 1968 con la Banda Municipal de Bilbao y la Banda Municipal de Barcelona, coincidiendo con el L Aniversario de aquella Primavera de Praga. En ambas ocasiones tanto músicos como público hemos experimentado el poder de la belleza fugaz que te atrapa, te mueve y te conmueve. Sus veintidós minutos de música envuelven el ambiente de una experiencia sensorial única e indescriptible. También hace apenas poco más de un año, dirigía la versión de Mas Quiles del Carmina Burana de Orff, con la Banda Municipal de Barcelona. Los coros participantes y el trío solista, expertos en esta monumental obra, me comentaban como les había sorprendido la versión bandística, pues se sentían absolutamente arropados con un idioma sonoro al que no estaban acostumbrados, pero con el cual se fusionaron sin problema. Ayer mismo, un día antes del ciento cumpleaños de Alfred Reed, interpretamos en la Banda Municipal de Bilbao, su maravillosa música incidental Othello escrita en los años setenta para una producción del drama shakesperiano. La ambientación sonora que consigue Reed con la paleta colorista de la banda, es del todo ejemplarizante para mostrar el equilibrio entre la música narrativa y la música pura. Con el trabajo de Husa, Mas Quiles y Reed podemos vivir la experiencia de la buena música, como diría Bernstein, en la cual “…al escuchar una nota tras la precedente, te das cuenta que era esa nota la que tenía que llegar y no otra…”.

La música para banda necesita de figuras como Reed, Mas Quiles y Husa. Uno de ellos, el maestro valenciano, sigue entre nosotros levantándose todos los días con el ánimo de seguir trabajando mientras la fuerza de sus cien años le deje. Ojalá sepamos estar a la altura de reconocerle y agradecerle su trabajo como lo han hecho en otros lares. Los estudiantes y amantes de la composición y la dirección tenemos, en la vida y obra de estos maestros, un ejemplo de compromiso con la vida y con el arte. No podemos ni debemos olvidar su legado así que pasen otros cien años. Gracias a los tres por tanto…

José R. Pascual-Vilaplana

Cocentaina, 25 de enero de 2021

“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. El inicio de El amor en los tiempos del cólera (1985) de Gabriel García Márquez es, sin duda, una transparente alegoría de cómo la sencillez de una situación nos puede evocar todo aquello que amamos. Siempre hay una almendra amarga en mitad del deleite, y no sabemos cuando nos puede tocar. Hace sólo un año, no hubiéramos imaginado que llegaríamos a anhelar poder hacer nuestro trabajo con la normalidad que creíamos establecida. Ahora es el simple calor de nuestro hogar quien nos acerca a los anhelos perdidos, a aquellos que tal vez nunca consideramos como necesarios, aquellos por los que nunca luchamos y que, a pesar de ello, ahora se convierten en nuestras más grandes victorias. De repente, un terrible virus ha sido el elemento generador para el reseteo de nuestra vida.

Sin embargo, dentro y fuera del período especial que nos ha tocado vivir, seguimos sin encontrar un reconocimiento y valoración de la cultura como actividad esencial para la vida. La heurística aplicada a disminuir riesgos de contagio ha llevado a situaciones límite a diferentes sectores de la cultura: músicos sin conciertos, actores sin funciones ni proyectos, artistas plásticos sin posibilidad de exponer sus obras, disminución o cancelación de encargos, reducción de aforos en teatros y cines, técnicos de espetáculos sin trabajo … En contraposición viajamos en aviones, trenes y metros repletos de gente, compartiendo espacios más pequeños que un auditorio o un teatro, y sin ninguna distancia de seguridad. Esta controversia que puede entenderse dentro del método empírico del ensayo y error aplicado en situaciones desconocidas, nos hace reflexionar, desde el más puro sentido común, sobre la situación que nos ha tocado vivir. Tal vez, el hecho de que la cultura sea ninguneada en muchos casos, sin aplicársele métodos de salvaguarda coherentes y dignos, sea el resultado de una educación general destinada a formar profesionales especialistas con grandes lagunas en el campo de la ética. Tener grados, másteres o doctorados, debería proporcionar valores más allá de las capacitaciones profesionales adquiridas. El conocimiento que no abre visión y que no contextualiza su uso en el mundo que nos rodea, es sólo materia de erudición sin contacto con la realidad.

Cuando se utilizan campañas publicitarias en las cuales se utilizan frases del tipo: “Papá, mamá, dejo los estudios para centrarme en la música”, se evidencia que una estrategia de marketing puede dejar aflorar la más cruel y desnuda ignorancia. Se supone que quienes hayan diseñado semejante spot tendrán una formación específica en al ámbito publicitario, sin embargo, parece que adolecen de la más mínima sensibilidad para pensar que pueden ofender a los que hemos estudiado música. O, simplemente, ignoran que dedicarse a la música supone un estudio comprometido, entregado, constante y que exige un gran esfuerzo vital. Más allá de lo anecdotario del tema, no deja de ser una prueba más de tan desconocido como es nuestro oficio y de la vigencia de los estereotipos que perduran sobre él.

Se avecinan o, más bien, ya nos invaden tiempos difíciles en los cuales, los trabajadores del ámbito cultural, habremos de reivindicar nuestra utilidad para que no se nos enmarque en el ostracismo de lo prescindible. La precaución y la prevención no pueden ser el alimento del miedo sino de la concienciación de una realidad nueva a la cual todos debemos enfrentarnos con lógica y con compromiso. Es más, aplicándose normativas de seguridad eficaces y específicas, se podría mantener el tejido cultural dentro de nuestro sistema económico, conservando un sector ya de por sí denostado que siempre ha sido destinatario de recortes en momentos de crisis. En estos meses tras la pandemia hemos asistido y/o participado en actividades culturales adaptadas desde todos los ámbitos, artísticos y protocolarios, a la nueva realidad. Y todo por sobrevivir, por seguir ofreciendo calidad cultural a pesar de la situación tan anómala en la que se desarrolla la vida actual.

En el ámbito musical, muchas bandas y orquestas han estado trabajando desde el primer momento, adecuando su actividad a la normativa de seguridad recomendada para reducir el riesgo de contagio. El esfuerzo de los profesionales de estas formaciones y de sus equipos organizativos y administrativos es una clara evidencia de que sí se puede mantener una actividad cultural segura. No es tiempo de grandes fastos culturales (aquellos que muchas veces hubieran sobrado), sino que es momento de poner de manifiesto la necesidad de la presencia cultural en nuestras vidas con sencillez, pero con total normalidad.

Tras el confinamiento, el pasado mes de junio volví a dirigir. El sonido de los aplausos era diferente, como más cálido, de más duración e intensidad y con una clara y evidente empatía. Desde el escenario vi ojos de felicidad que intuían muecas de complicidad tras las mascarillas. Después de los conciertos, mucha gente se acercaba para darnos las gracias. Y con ello, los momentos de tensión vividos en los ensayos con la preocupación por cumplir la distancia de seguridad o por si estábamos haciendo las cosas bien, parecían disiparse. Sí, hemos tenido y tenemos miedo, pero un miedo que no ha sido capaz de acabar con el entusiasmo por hacer el trabajo que tanto nos gusta. Y es que aquello que amas se convierte en elemento resiliente contra la adversidad. No es momento de heroicidades, pero he de reconocer que la profesionalidad con la que me he encontrado en mi trabajo, tanto por parte de los músicos como de los equipos técnicos y organizativos, es del todo esperanzadora y reconfortante. Así lo ha manifestado el público que ha venido a escucharnos, un público entregado que, con sus aplausos y comentarios, nos ha agradecido el poder ofrecerles nuestro trabajo. Hace unos días, tomando un café con unos compañeros en el descanso de un ensayo, se nos acercó una señora a la mesa y me dijo: “Disculpen…, son de la Banda Municipal, les he reconocido… Muchas gracias por su trabajo. No saben cuanto bien nos hace…”. A veces, momentos como éste, compensan todo esfuerzo y preocupación por reivindicar nuestro trabajo. La sensibilidad de muchas personas como esta señora existe y, en ocasiones, es ignorada por quienes se levantan en adalides de “lo necesario”. Confiamos en que no se ignore la necesidad que la sociedad tiene de un alimento cultural, básico y fundamental para una vida en equilibrio.

Y ahora, a estudiar, precisamente porque soy músico y no puedo dejar de hacerlo. No hay otro camino para aprender y para ser. Y aunque pueda encontrarme con alguna almendra amarga, insistiré en encontrar aquellas que no lo son, pues su sabor eclipsa el resabio de las otras. Y si alguien no lo entiende, que no deje de estudiar …

José R. Pascual-Vilaplana

Bilbao, 31 de octubre de 2020

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/

Artículo original: La Música en los tiempos de la Pandemia

Desde el departamento de Dirección de Banda Emusvall abre el período de inscripción para el Ciclo de conferencias online que ofrecerá el profesor y director José Rafael Pascual Vilaplana.
 
Este ciclo constará de tres conferencias que empezarán a partir del 18 de noviembre donde se trataran diferentes temas de la dirección de banda.
 
Primera conferencia:
“Aproximación a la historia del repertorio original para banda”
Miércoles 18 de noviembre de 2020 a las 20.00 h.
 
Segunda conferencia:
“Análisis de una partitura: recursos de interpretación y didáctica”
Miércoles 10 de febrero de 2021 a las 20.00 h.
 
Tercera conferencia:
“Didáctica de programación y de ensayo”
Miércoles 5 de mayo de 2021 a las 20.00 h.
 
Pueden consultar toda la información e inscribirse en www.emusvall.es
 

Como novedad, la temporada se desarrollará principalmente en 4 escenarios: Azkuna Zentroa, Teatro Arriaga, Palacio Euskalduna y Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao.

La Banda de música celebra su 125º aniversario con una temporada que comenzará este viernes, 11 de septiembre, se prolongará hasta el 29 de abril de 2021 y estará formada por un total de 14 conciertos.

José R. Pascual-Vilaplana ejercerá por sexto año consecutivo de director titular, aunque cederá su batuta en varias ocasiones a directores invitados de excepción: Fernando Velázquez, Alberto García Espina, J. Vicent Egea, Iker Sánchez, Hilario Extremiana, Norbert Nozy y el ganador de los IV Encuentros de dirección orquestal de Bilbao Musika, Joxe Migel Etxebarria Urzain.

En los IV Encuentros de Dirección Orquestal, a celebrar del 12 al 15 de enero, se contará con la presencia como profesor invitado del reconocido maestro belga Bert Appermont.

Entre el repertorio que incluye la temporada destacan más de setenta títulos diferentes incluyendo varios estrenos estatales y tres estrenos absolutos con partituras escritas por Ruper Leuke, José R. Pascual-Vilaplana y el Departamento de Composición de MUSIKENE.

BILBAOMUSIKA · JUEVES, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2020

(Bilbao, 10 de septiembre de 2020).- El Concejal de Cultura del Ayuntamiento, Gonzalo Olabarria; la Directora Gerente de Bilbao Musika, Ana Madariaga y el Director titular de la Banda municipal de música de Bilbao, José R. Pascual-Vilaplana y el subtitular Iñaki Urkizu han presentado esta misma mañana el programa de conciertos de la nueva temporada 2020-2021 de la Banda Municipal de Música de Bilbao. Se trata de “El sonido de la memoria”, una nueva cita que dará comienzo este viernes, 11 de septiembre y se prolongará hasta el 29 de abril de 2021.
Para celebrar su 125 aniversario, la Banda Municipal de Música de Bilbao y su director titular José R. Pascual-Vilaplana han organizado una temporada repleta de conciertos y grandes sorpresas donde pondrán en valor el papel que las bandas de música han ejercido en el desarrollo cultural de la sociedad actual.
Se trata de la sexta temporada diseñada por el director titular y artístico, José R. Pascual-Vilaplana y como novedad se desarrollará principalmente en cuatro escenarios: Azkuna Zentroa, Teatro Arriaga, Palacio Euskalduna y Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao, aunque tampoco faltarán actos, si la situación lo permite, en la Plaza Nueva (concierto de Carnaval) y procesiones.
ESTRENO DE “EL SONIDO DE LA MEMORIA” EN AZKUNA ZENTROA
Como ya es habitual, la Banda estrenará el nuevo ciclo en el Atrio de las Culturas de Azkuna Zentroa. Los dos primeros conciertos de “El sonido de la memoria” se celebrarán los días 11 y 25 de septiembre, a las 19:00 horas. En el primer concierto, Memoria sonora de raíz, el solista Abraham Cupeiro ofrecerá un viaje que permitirá a los y las espectadoras ver las similitudes y diferencias de distintas culturas y territorios que, en su día, estuvieron unidos en un solo continente bajo el lema “Pangea, el paisaje sonoro de nuestro planeta”. Será el propio director titular José R. Pascual-Vilaplana quien dirigirá a los más de 45 músicos y músicas.
El segundo concierto, Memoria de la danza, por su parte estará dirigido por el Director Invitado Joxe Migel Etxebarria Urzain, ganador de los IV Encuentros de dirección orquestal y sonarán los mejores temas de Hesketh, Mcallister, Guridi, Penders y Sheldon.
REGRESO AL TEATRO ARRIAGA
Como novedad, tras estas dos actuaciones, y con motivo del 125 aniversario de la Banda, esta regresa al primer escenario donde comenzó: el Teatro Arriaga. De esta manera, los actos programados de octubre a diciembre se desarrollarán en dicho enclave.
Las entradas tendrán un precio popular de 5 euros (entradas a la venta en taquilla, página web y cajeros multiservicio KUTXABANK). Se trata de entradas numeradas, pensando en aquellas personas a las que les gusta elegir desde dónde quieren compartir su pasión por la música con la Banda. Tanto las personas mayores de 65 años, jubiladas y pensionistas como las titulares de la Gazte-txartela (de 14 a 29 años) podrán beneficiarse de descuentos al adquirir sus entradas. Cada persona de estos colectivos podrá adquirir dos entradas a 4 euros cada una.
El primero de los conciertos será el miércoles, 7 de octubre a las 19:30 horas. Bajo el lema “Eskerrik asko” el director titular José R. Pascual-Vilaplana, junto al trompeta Rubén Simeó, dirigirá a los más de 45 intérpretes que ofrecerán un concierto compuesto por obras de Arban, Sandoval, Buxtehude, Camphouse y Jager.
El programa en noviembre comenzará con un concierto el día 2, lunes, con temas de Broughton, Mandonico y Alcalde bajo el lema “Memoria del séptimo arte”.
Para continuar, el domingo, 22 de noviembre, con un gran espectáculo a triple batuta. Los directores invitados Fernando Velázquez, Alberto García Espina, J. Vicent Egea sorprenderán, a partir de las 12:00h, a los y las espectadoras con Batutas de Euskal Herria I, un concierto en el que sonarán “Arabesque” de Hazo, “Passacaglia i Finale Frontal de Sinfonia Concisa” de Brotons, “Candide Overture” Bernstein y los propios “Suite Céltica” de Egea y “Burnia” de Velázquez.
Para terminar este 2020, durante el mes de diciembre los y las espectadoras podrán disfrutar de dos grandes conciertos. El primero de ellos será el martes 1 a las 19:30 horas. Se trata de la segunda parte de Batutas de Euskal Herria. Una vez más la batuta será compartida entre tres grandes directores de Euskadi: el subdirector de la Banda, Iñaki Urkizu y los invitados Iker Sánchez e Hilario Extremiana. Será, sin duda, un concierto muy especial en el que se estrenará, de manera absoluta, el tema “Zaraitzu” del compositor de Bizkaia Ruper Lekue. Asimismo, sonarán grandes sinfonías y oberturas de Barnes, Horowitz, Kay, Tichelli y Persichetti. Finalmente, para despedir el año, como broche final, el escenario estará a rebosar. Y es que la ocasión lo merece. El domingo, 20 de diciembre, tendrá lugar uno de los conciertos más esperados del año. Bajo el lema Memoria del alma los y las espectadoras disfrutarán a partir de las 19:00 horas con los artistas Asier Polo (violonchelo), Barcelona Gospel Messengers, Goizargi Gospel Choir y el director coral Ramon Escalé. José R. Pascual-Vilaplana será el director.
EN 2021 LA BANDA VUELVE AL AUDITORIO DEL PALACIO EUSKALDUNA
Tras su andadura por el Azkuna Zentroa y el Teatro Arriaga, la Banda de música regresa al Palacio Euskalduna. Como viene siendo habitual, los conciertos serán los domingos, y comenzarán a las 12:00 horas.
El primer concierto del 2021, Máscaras se celebrará el 24 de enero y contará con la presencia del fagot solista de la propia Banda, Jordi Ripoll. Sonarán, entre otros, “The Circus Band” de Ives, “A Circus Polka” de Stravinsky, “A Bassoon Circus” de Goulet, “Masquerade” de Persichetti, “Karneval, koncertní ouvertura op.92” de Dvorak y “Masque” de Hesketh.
Tras esta gran actuación, la Banda regresa a escena el 7 de febrero con “Memoria de las Belgian Guides”. Esta vez Pascual Vilaplana cederá su batuta al Director belga Norbert H. J. Nozy quien se encargará de dirigir a la Banda en la interpretación de obras de De Boeck, Legley, Absil, Gilson, Van der Roost y Strens. La Banda de música continuará su ciclo de conciertos el 21 de febrero con Sinfonías. En esta ocasión tendrá el honor de contar con la colaboración de dos solistas de nuestra propia Banda, el flautista Juanje Silguero y el clarinete Rafael Climent. Se escucharán las sinfonías “Norma (Sinfonia dall’opera”) de Bellini, “Sinfonia Concertante” de Danzi y “Symphony nr.2” de Barnes.
El ciclo de conciertos del Palacio Euskalduna continuará el 21 de marzo con Memorias bandísticas”. Con la colaboración del alumnado del Conservatorio Superior del País Vasco – Musikene, se interpretarán “Dionysiaques” de Schmitt, “Rites” de Absil y “Sinfonie der Freiheit” de Doss. Asimismo, el propio departamento de Composición de MUSIKENE sorprenderá a los y las asistentes con un estreno absoluto.
Finalmente, el 18 de abril se celebrará el último concierto de la temporada en el Palacio Euskalduna. Se trata de “Memorias de la vida”. Como no podía ser de otra manera, el broche final será especial, y es que la Banda y el director José R. Pascual-Vilaplana estarán acompañados del trompa Juanma Gómez y de la Sociedad Coral de Bilbao (E. Azurza, director). Además, los y las espectadoras podrán disfrutar del estreno absoluto de una obra compuesta por el propio director titular, el Concierto para trompa “Oihartzunak”. Sonarán también “Maurischer Marsch” de Moszkowski y “Gloria” de John Rutter.
EN ENERO Y ABRIL, OTROS DOS CONCIERTOS EN EL CONSERVATORIO JUAN CRISÓSTOMO DE ARRIAGA
Gracias al éxito de los años anteriores, Bilbao Musika ha organizado la quinta edición de los Encuentros de Dirección Orquestal que buscan por una parte, fomentar el estudio de la dirección orquestal en formaciones contemporáneas y por otra, ofrecer recursos técnicos y artísticos para el desarrollo de la conducción de grupos instrumentales. Dirigidos por José R. Pascual-Vilaplana y con el maestro Bert Appermont como profesor invitado, esta edición se celebrará entre el 12 y 15 de enero de 2021. Enmarcado en dichos encuentros, se realizará un concierto final que tendrá lugar el viernes 15 de enero en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga a las 20:00 horas. En su clausura, bajo la dirección de 5 personas seleccionadas de entre el alumnado activo participante en los Encuentros de Dirección, sonarán tres obras del propio director y compositor belga “The Big Bang”, “Crystal Magic” y “In the Shadow of Napoleon”, así como “Symphonic songs for band” de Russell Bennett y “La procesión del Rocío” de Turina (arr. A. Reed).
Finalmente, el jueves 29 de abril a las 18:30 horas, con el título Memorias de la danza las y los espectadores disfrutarán de grandes temas bandísticos. Una vez más el escenario estará a rebosar y es que junto a los y las intérpretes de la Banda y José R. Pascual-Vilaplana actuará una selección del alumnado del Conservatorio J.C. Arriaga de Bilbao. Se podrán escuchar danzas de los afamados Aldridge, Arnold, Nelson, Margolis y Barnes. En esta ocasión la entrada será libre hasta completar el aforo.
UN 125 ANIVERSARIO POR TODO LO ALTO: COLABORACIONES Y ESTRENOS ABSOLUTOS
La Banda de música celebra su 125º aniversario por todo lo alto. Entre las figuras internacionales que visitarán a los y las espectadoras esta temporada, destacan el compositor belga Bert Appermont, quien participará como profesor invitado de los V Encuentros sobre Dirección Orquestal, o el prestigioso director también de Bélgica, Norbert Nozy, quien fuera durante muchos años titular de la prestigiosa banda Belgian Guides de Bruselas con la cual realizó distintas grabaciones de música bandística que son toda una referencia a nivel mundial.
En un año pensado en reconocer el trabajo de estos 125 años de Banda, es oportuno contar en la programación con directores vascos que han trabajado en el mundo bandístico. De tal forma, además del subdirector Iñaki Urkizu y del titular Pascual-Vilaplana, la Banda contará con la presencia como directores invitados de Fernando Velázquez, Iker Sánchez, Hilario Extremiana, J. Vicent Egea (Director Titular de La Pamplonesa) y Alberto García Espina (Director Titular de la Banda municipal de Barakaldo).
Entre los solistas invitados destacan el prestigioso violonchelista vasco Asier Polo, quien actuará por primera vez con la Banda de Bilbao, así como el trompetista Rubén Simeó que estrenará la versión bandística del Concierto para Trompeta del mítico músico cubano, Arturo Sandoval. La temporada concluirá con un trompista de excepción, Juan Manuel Gómez, bilbaíno de nacimiento y actual solista de la OBC (Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya). Además y como viene siendo costumbre, durante la temporada se contará como solistas con diferentes profesores de la Banda municipal. En esta ocasión serán el fagotista Jordi Ripoll, el flautista Juanje Silguero y el clarinetista J. Rafael Climent.
Una vez más la Banda compartirá escenario con la Sociedad Coral de Bilbao en el concierto de clausura de temporada y con dos formaciones corales como son los Barcelona Gospel Messengers y los Goizargi Gospel Choir, quienes acercarán a los y las asistentes a la espiritualidad de la música Gospel en el concierto de Navidad.
Entre el repertorio que incluye la temporada destacan más de setenta títulos diferentes incluyendo varios estrenos estatales y tres estrenos absolutos con partituras escritas por Ruper Leuke, José R. Pascual-Vilaplana y el Departamento de Composición de MUSIKENE. Un año más, los convenios de colaboración con el Conservatorio Profesional J.C. de Arriaga de Bilbao y con MUSIKENE, se verán reflejados con sendos conciertos en los cuales la Banda municipal de Bilbao estará acompaña de alumnos y alumnas de ambos centros educativos.

Cartel Banda Municipal de Bilbao 2020-2021

Estimat mestre:

Avui fa quinze anys que ens va dir adéu. Era un dijous 7 de juliol de 2005. Havia matinat buscant la frescor del matí per estudiar, i a les vuit sonava el meu telèfon. Era la nostra amiga i excel·lent pianista Marisa Blanes. “José, Amando ens ha deixat…”. En un principi no ho vaig entendre, o més be, el subconscient cercava trobar una realitat forana davant les paraules que em traslladaven un missatge tan inesperat com gens desitjat. El dilluns anterior, havíem parlat per telèfon per acordar la cita que teníem enmig el Certamen de València, amb els amics de la Banda Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Em digué que volia quedar be amb aquella gent que tant ens cuidaren uns mesos abans en un concert memorable al Teatre Guimerà de la capital de l’illa. Encara recorde com si fos ahir, quan agafà del braç a l’Alcalde de la ciutat i tots dos feren esquadra a un racó de l’escenari, mentre jo dirigia El Somni.

Cada dia que passa hi ha sempre un moment per recordar-lo. Aquest matí, a l’assaig amb la Banda Municipal de Barcelona, no he pogut evitar recordar la seua música mentre hi trobava paral·lelismes amb dues obres del programa que estem preparant. D’una banda, el Chorale and Alleluia (1954) de Howard Hanson, ens apropa a una relectura dels corals clàssics amb les vestimentes estètiques de la dècada dels cinquanta del segle XX. Comentava als companys, com de properes poden estar tant aquesta partitura i la seua Aleluya (1958), de la qual en diem que és la primera marxa cristiana. En totes dues hi ha una clara intenció estètica de barrejar elements arcaics amb els ulls de la contemporaneïtat. La litúrgia i la destresa de totes dues ens fan evolucionar i ens poden servir d’aliment pedagògic per al futur. Amb partitures com aquestes, te n’adones que la bona música la porta i la transporta la pròpia evolució de l’ésser humà. Després, el llenguatge litúrgic del Poème du Feu (1978) de la mestra francesa Ida Gotkovsky, ens evocava records dels acords i textures del seu Concert per a banda que gaudirem el passat gener tot barrejant els músics de Barcelona amb els de la Banda Municipal de Bilbao a dos concerts inoblidables. Les escalístiques de Messiaen, la disciplina de Nadia Boulanger, han marcat el treball de vostè i el de la mestra Gotkovsky, tot fent que, quan ens apropem a les seues partitures, esdevenim infants meravellats davant un immens paisatge d’art que ens envolta d’amor; aquell amb el qual han creat tots dos els seus pentagrames. En dues setmanes, també amb la Banda Municipal de Barcelona, tindrem la sort de rodar entre els miralls de colors del seu preciosista Caleidoscopio (1995), una obra de la qual mai n’havíem parlat i que vaig descobrir, sobtadament, a Suïssa, país que li l’encarregà per al Internationale Festliche Musiktage de la ciutat d’Uster. Quan tingué la partitura entre mans, vaig respirar ambients que ja coneixia amb obres com Abracadabra (1980) i vaig gaudir de la pulcritud, el detall i la puresa de llenguatge que aprofita la gama bandística des d’una perspectiva molt acurada i artesanal. Recorde quan l’estrenàrem amb l’Orquestra de Vents “Filharmonia” allà pel 2014 i un músic em digué: “No sembla Blanquer…”. I és que, mestre, necessitem més d’una vida per entendre la grandiositat del seu art, la immensitat del seu legat artístic i humà. Som dèbils i febles, però la seua música ens ajuda a créixer i evolucionar. És quasi com una teràpia, aquella que sempre m’explicava de l’espiral, que torna enrere per pillar força i seguir sempre cap al davant, tot generant un moll que amorteix el dolor de la vida.

I si, mestre, ens fa buit. Hi ha una mena d’esvoranc a l’ànima sempre que una persona estimada deixa de compartir moments amb nosaltres. I tot i que tenim la seua música, els seus llibres, les fotografies o els vídeos que compartírem, egoistament voldríem tenir-lo ací, per que ens digués alguna cosa, amb paraules, amb música… Tots els anys, la nit de Cap d’Any, quan entra l’1 de gener, a casa ens mirem i diem: “Ara estaria telefonant-nos Amando,…”. I és que tenia molta gràcia per endolcir-nos la vida amb moments senzills plens d’absoluta tendresa. No sap quant ho trobem a faltar.

Ja se que no llegirà aquesta epístola. Sempre em deia que li escrigués en valencià, tot i que vostè ho faria en castellà (igual m’ho deia l’enyorat Carlos Palacio). No se si és el pas del temps o la pròpia natura vital la que et fa tenir la necessitat d’evocar a qui estimes tot i ja no estar-hi present. Potser és un tractament curatiu per al dolor de l’ànima, una mena de medicina casolana que serveix de bàlsam davant l’absència. L’oblit és l’autèntica mort. Ni l’oblidem, ni podem fer-ho.

La terra li ha estat lleu, doncs no hi ha terra que eclipse la seua figura ni la seua música. Gràcies per seguir estant i per continuar donant-nos força.

Per sempre, mestre….

José R. Pascual-Vilaplana

Barcelona, 7 de juliol de 2020

Fuente https://www.pascualvilaplana.com

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Responsabilidades en una desescalada

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-21

Siempre he pensado que hay que medir las palabras, no por eclipsar contenidos, sino, más bien, por ser honesto y claro con lo que se dice. Los diferentes idiomas, cuyo conocimiento es siempre una fuente inagotable de sabiduría, nos aportan las herramientas necesarias para poder analizar el mundo que nos rodea, en cada lugar, en cada circunstancia, en cada peculiaridad. Cada lengua, como decía un viejo sabio, representa una manera de analizar el mundo. Sin embargo, asistimos con demasiada frecuencia, a un uso de la palabra con finalidades que nada tienen que ver con ella misma, queriendo coartar con el idioma el más preciado de todos los bienes del ser humano, la libertad. Las diferentes lenguas del mundo no sirven ni para dividir ni para estratificar a la sociedad; su principal utilidad es tener a nuestro alcance las diversas posibilidades de pensamiento que nos harán ser libres en nuestras decisiones vitales.

En este período especial que estamos viviendo a causa de la crisis sanitaria global, hemos tenido tiempo de reflexionar sobre la realidad que nos rodea y sobre lo que nos parecía enmarcado en una normalidad sólida. El confinamiento en el cual hemos estado inmersos, nos ha separado físicamente de familiares, amigos y compañeros de trabajo. Sin embargo, no he visto el distanciamiento social que tantas veces hemos oído y leído en los medios de comunicación. Ha existido un distanciamiento físico que, gracias a los recursos tecnológicos, se ha suavizado y se ha llevado con mayor resignación. Pero la sociedad ha estado más unida que nunca hablando de balcón a balcón, de rellano a rellano, por teléfono, por video llamada, por mensajes escritos…. Nos hemos relacionado con gente que aun no conocíamos, hemos llamado a amigos lejanos con los que hacía tiempo no contactábamos, nos hemos preocupado por la salud de los demás… Las fórmulas de saludo han asimilado perífrasis como: “¿estáis todos bien?” que ha completado la sequedad del simple “hola”. Otra señal de esta unión social, está en la solidaridad mostrada por nuestros mayores y en el ejemplo de nuestros niños. La gente de más edad y, por tanto, de más experiencia, ha sabido guardar la distancia física aun llorando en soledad la ausencia de besos y abrazos que, en su etapa vital, son su mayor fuente de energía. Por otro lado, los más pequeños, han sabido reinventar sus juegos, han vivido con entusiasmo la presencia de sus padres en casa, realizando con ellos actividades normales, pero que antes del confinamiento, no lo eran.

Mientras escribo estas palabras, estamos en mitad de una desescalada con peldaños dispares, en una escalera que no siempre tiene barras de protección y que algunos la bajan sin ninguna prudencia. Dicen que nos adentramos en una nueva normalidad. Y, una vez más, no entiendo bien las palabras, pues esta tremenda tristeza a la que nos hemos visto abocados nos ha enseñado las fauces de la fragilidad humana. ¿Acaso era normal la vida que llevábamos? Veníamos viviendo en un mundo poco solidario, con grandes diferencias sociales, donde el lugar de nacimiento sigue marcando la evolución vital, donde la pobreza sigue evidenciando una injusta división entre la raza humana. La naturaleza también nos ha hablado, mostrándonos cual puede ser la belleza de su estado sin la contaminación que nosotros generamos. El Covid19 no ha hecho distinciones entre sus víctimas ni por su lengua, su religión, su pensamiento o su cuenta bancaria. En esta nueva normalidad que se anuncia, ¿asistiremos al renacimiento de una sociedad más justa y más solidaria?. ¿Encontraremos líderes capaces de solucionar los problemas que nos dividen? Cada uno de nosotros, ¿seremos capaces de actuar en consecuencia a lo aprendido de la experiencia?

El tiempo que nos ha regalado el confinamiento a aquellos que afortunadamente no hemos sufrido el contagio del virus, se ha convertido en aliado para la reflexión, aquella que en la “normalidad anterior” carecía de espacio. Cuando parece que vemos esa luz al final del túnel (alguien diría:”¡no vayas!”) nos visita el temor de cómo será el deslumbre. Y la cultura, una vez más, se convierte en un resorte de vida. La literatura, la música, el cine, la gastronomía o el ejercicio físico han resultado imprescindibles para la supervivencia en tiempos de aislamiento. Sin embargo, el futuro de la cultura sigue siendo una incógnita en este período de desescalada. A pesar de haber demostrado con creces su valor innato como acompañante vital, seguimos sin tener estrategias claras para su preservación. En los planes de reincorporación que hemos leído, siempre se habla de aforos de salas y teatros, pero no se tiene en cuenta a los artistas que en directo elaboran el espectáculo, bien sea de danza, teatro, música… Es lógico pensar que, ante la peculiar y desconocida situación, se puedan generar olvidos y se obvien detalles. Pero no es menos cierto que, casi siempre, los perjudicados son los mismos. Esperemos que la nueva normalidad corrija los errores del pasado. En los tiempos nuevos que se avecinan tenemos esperanza en encontrar un diálogo con las instituciones que hayan aprendido la consideración de la cultura como un bien de primera necesidad. Después de toda la situación vivida, seguro que el aprendizaje nos lleva a una realidad en donde no se recortan recursos para la investigación médica, para la educación ni para la cultura. Esperamos que, además de las opiniones de jugadores de fútbol y toreros, las autoridades se interesen por las de los enfermeros, celadores, empleados de supermercados, panaderos, farmacéuticos, actores, músicos, pintores, bailarines, escritores, agricultores, … Tal vez la nueva normalidad nos aporte la lucidez necesaria para entender por qué no se puede llenar el aforo de un teatro y sin embargo los trenes, aviones o el metro van llenos de gente sin ningún distanciamiento físico.

Decía una bella canción que: “l’esperança és mentida, si no hi ha cada dia un esforç pel nou demà” (la esperanza es mentira, si no hay cada día un esfuerzo para el mañana). No creo que cualquier tiempo pasado fuera mejor, y si realmente lo fue, no podemos regocijarnos en el recuerdo mientras desaprovechamos la oportunidad de intentar mejorar el futuro. La nueva normalidad podría ser actuar con responsabilidad, sentido común y siendo solidarios con los demás, vengan de donde vengan, hablen la lengua que hablen o le recen a quien quieran. Hagamos que la nueva realidad sea lo que nosotros trabajemos por ella, con responsabilidad y empatía. Tal vez la historia nos juzgará, pero será tarde para cambiar nada. Carpe diem.

José R. Pascual-Vilaplana

Barcelona, 19 de junio de 2020

Artículo original

Fuente: https://www.pascualvilaplana.com/ 2020-06-09

La ciudad de Bilbao presentaba a su Banda Municipal un domingo 9 de junio de 1895 en El Arenal, mediante dos conciertos, uno de mañana y otro de tarde. En ambos, la formación bilbaína comenzaba su audición con el Gernikako Arbola, y después deleitó al público con arreglos de música de ópera, música folklórica, bailables e incluso música descriptiva. Formada por cuarenta y nueve músicos (plantilla más numerosa que la actual), la Banda Municipal había tenido un largo proceso administrativo y vino a corroborar la necesidad que tenía la ciudad de poseer una formación musical profesionalizada que sustituyera las fanfarrias y bandas anteriores (como la Sociedad Musical “La Armonía” o la Banda de Santa Cecilia de La Casilla, entre otras) cuyo rol se dividía entre la celebración de conciertos, los bailables o la participación en actos protocolarios y religiosos. Además, una ciudad boyante como Bilbao no podía quedarse rezagada ante la aparición de otras bandas municipales en ciudades importantes como Sevilla (1838), Santiago de Compostela (1848), Almería (1852), Jaén (1854), Málaga (1859), Albacete (1861), Badajoz (1867), Palencia (1879), Las Palmas de Gran Canaria (1880), Santander (1880), Barcelona (1886) y en 1895 las Bandas Municipales de Cuenca, Vitoria y Bilbao.

El siglo XIX fue, sin duda, uno de los períodos más importantes y fructíferos en el desarrollo y nacimiento de las bandas de música, tal y cómo las conocemos en la actualidad. Su herencia se dividía, fundamentalmente, en dos claras influencias. De una parte, el movimiento conocido como Harmoniemusik hizo diversificar los grupos instrumentales de viento del siglo XVIII tanto en las ceremonias de las casas aristocráticas europeas, como en las manifestaciones festivas más populares. Formaciones como el octeto clásico compuesto por dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y dos trompas atrajo la atención de grandes compositores como Haydn, Mozart Kromer o Beethoven quienes crearon bellísimas páginas pensadas para los grupos de viento, desarrollándolos y diversificándolos. Por otra parte, las bandas militares enarbolaban sentidos patrios y conmovían a las masas, con lo cual su uso entre la población se hizo muy popular en eventos multitudinarios. Hasta el propio Napoleón Bonaparte utilizó las bandas militares a su servicio con el fin de publicitar sus conquistas. En los territorios de su influencia, las bandas napoleónicas marcaron el gusto afrancesado y dieron origen al nacimiento de muchas formaciones.

En el estado español, desde finales del XIX empezaron a surgir bandas populares creadas, en muchos casos, por músicos militares que fueron retirados forzosamente en un momento de crisis económica. Estas bandas conocidas como “bandas de milicianos”, iban vestidas con trajes de reminiscencias militares. En ocasiones, eran los organistas enviados por el obispado a los pueblos, quienes montaban grupos instrumentales de viento que de igual manera participaban en algunas liturgias, como amenizaban protocolos, bailes y festejos. Estas formaciones solían ser denominadas con el nombre del músico que las organizaba. De tal modo, encontramos documentación de creación de bandas populares ya desde la Música de viento de Irún (1784), la de Xàtiva (Valencia, 1800), Muro (Alicante, 1801), Manresa (Barcelona, 1815), Banda Primitiva de Llíria (Valencia, 1819), Banda de Éibar (1831), Banda de Bergara (1832), etc. entre muchas otras.

La evolución de los propios instrumentos de viento, la invención de otros nuevos (como los patentados por Adolph Sax en 1845) y el interés despertado por compositores de gran relevancia, hicieron evolucionar las orquestas de viento y percusión. Sus roles iban desde la música religiosa en templos y/o procesiones, hasta los bailables o los conciertos sinfónicos interpretando arreglos de obras sinfónicas, óperas o zarzuelas. La banda se convertía no solo en una especie de plataforma de difusión musical, sino que además era toda una herramienta pedagógica. En palabras de la musicóloga bilbaína Carmen Rodríguez Suso, en su libro “Banda Municipal de Bilbao, al servicio de la villa del Nervión” (Ayuntamiento de Bilbao, 2006): “La prensa de la época, y los documentos históricos, nos hablan de un entusiasmo generalizado por la difusión de estas agrupaciones musicales (…) Este entusiasmo provocó en las bandas una aspiración a alcanzar dimensiones masivas (…) En las bandas, en concreto, personas de orígenes humildes tendrían acceso por primera vez a la interpretación y escucha de música instrumental con aspiraciones que se pueden calificar como artísticas”.

Durante el transcurso del siglo, encontramos gran cantidad de compositores relevantes que dedicaron alguna de sus composiciones a la banda. Sirvan de ejemplo: Marcha Militar (1820) de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826), Overture für Harmoniemusik (1824) de Felix Mendelssohn (1809-1847), Symphonie funèbre et triomphal (1840) de Héctor Berlioz (1803-1869), Trauersinfonie (1844) de Richard Wagner (1813-1883), Marcia per il Sultano Abdul Medjid (1852) de Gioachino Rossini (1792-1868), Orient et Occident (1869) de Camille Saint-Saëns (1835-1921), Sinfonia per banda (1872) de Amilcare Ponchielli (1834-1886),Fantasia Morisca (1873) de Ruperto Chapí (1851-1909), Concierto para trombón y banda (1877) de Nicolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), Marcha Militar en F de Piotr I. Chaikovsky (1840-1893), o The Circus Band (1899) de Charles Ives (1874-1954) entre muchas otras. Además durante este siglo asistimos al nacimiento de grandes bandas y movimientos bandísticos a nivel internacional: The U.S. Marine Band (1798), Banda de Medellín (Colombia, 1815), Musique Royale des Guides de Bruselas (1832), Garde Républicaine de París (1848), Banda Civica di Milano (1859), Banda Filarmonica dos Artistas Funchalenses (1852) en Madeira (Portugal), la Unidad de Música de la Guardia Real en Madrid (1874), la Sousa Band (1892) o la Banda Nacional de Conciertos de La Habana (Cuba, 1899).

La ciudad de Bilbao cuenta entre sus monumentos culturales más preciados con la Banda Municipal, una institución llena de vida, de historia, pero, sobre todo, de un gran futuro. Es responsabilidad de todos poder mostrar su potencialidad y su adecuación como vehículo de cultura para el siglo XXI, en una ciudad como Bilbao que pasa por ser un referente cultural a nivel mundial. Más allá de la triste pandemia que nos ha tocado vivir, esperemos que este 125 Aniversario sirva de empuje para aprovechar el potencial artístico y humano de una institución fundamental en la cultura de la villa. Ha cambiado mucho el papel a desarrollar por las bandas en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, tanto en el siglo XIX como en la actualidad una banda de música constituye todo un instrumento de difusión social y artística de primer orden con todo un bagaje artístico idiosincrático que se adapta social y estéticamente al tiempo que le rodea. Tan solo hay que abrirse a su personal universo sin estereotipos ni prejuicios, con la libertad que da el estudio y el conocimiento. Son tiempos de banda, tiempos de unir con la música la nueva realidad que nos rodea. Gracias a todos los que lo han hecho posible a través de estos ciento veinticinco años. Que sea por muchos años más.

José R. Pascual-Vilaplana
Director Titular de la Banda Municipal de Bilbao
Bilbao, 9 de junio de 2020

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Se está trabajando para reprogramar el curso la próxima temporada de L’Auditori.

Los alumnos ya inscritos en el curso se les reembolsará el importe de la matrícula o se les podrá mantener la inscripción.

Dada la crisis sanitaria derivada de la pandemia del Covidien-19, El Auditorio se ha visto obligado a cancelar toda su actividad y poner fin a la temporada 2019-2020. Esta suspensión afecta a la celebración del Curso de Dirección impartido por el maestro José Rafael Pascual Vilaplana en las fechas previstas, del 13 al 17 de julio de 2020. Actualmente los equipos artísticos del Auditori están trabajando para poder retomar la iniciativa la próxima temporada.

Así el Curso, que continuará bajo la dirección del maestro y compositor Pascual-Vilaplana, director titular de la Banda Municipal de Barcelona, ​​se celebrará en la próxima temporada de la programación del Auditori.

El Curso desde su inicio ha presentado dos modalidades de seguimiento: un máximo de 10 alumnos activos que, además de las clases teóricas, practicarían con la Banda Municipal de Barcelona; y alumnos oyentes.

El plazo de inscripción al Curso debía terminarse el 1 de mayo de 2020 y la decisión de los diez alumnos escogidos como activos se haría pública el 15 de mayo. Con el aplazamiento del Curso se paraliza el proceso de inscripción, y por tanto, no se llevará a cabo la selección de los alumnos activos.

Los alumnos ya inscritos podrán solicitar el reembolso del importe del concepto de matrícula.

En caso de que prefieran mantener su inscripción, podrán pedir que se mantenga su matrícula. Cuando se disponga de la nueva fecha de Primer Curso de Dirección de Bandas, si no se ajustara a sus agendas, se les devolverá el importe.

Los alumnos a los que ahora se les haya devuelto los derechos de inscripción podrán apuntarse de nuevo, abonando los derechos de inscripción y facilitando la documentación nuevamente.

El Curso mantendrá su modalidad de seguimiento, por lo que al hacerse pública la nueva fecha del Curso, se informará, tanto para los antiguos inscritos como para los nuevos, la fecha en la que se harán públicos los diez alumnos aceptados como activos.

Lamentamos el cambio generado por esta situación. Con todo, desde el Auditori de Barcelona, ​​la Banda Municipal y la Federación Catalana de Sociedades Musicales agradecemos la buena acogida del curso y el interés que ha despertado entre la comunidad de músicos.

El correo cursdirecciobandes2020@gmail.com continuará en funcionamiento para resolver cualquier duda.

José R. Pascual-Vilaplana
Cocentaina, 22 de abril de 2020
www.pascualvilaplana.com

La calle está vacía. El ruido del silencio resulta del todo agobiante. La distancia física (que no social) entre la gente, nos ha proporcionado un ambiente de frialdad para el alma, una especie de soledad emocional de consecuencias imprevisibles y de las cuales aún no somos conscientes. La cotidianeidad ha dejado de ser conocida; lo que creíamos normalizado o habitual se ha convertido en un recuerdo, y en muchos casos, en un anhelo. Más que estar inmersos en un estado de alarma, parece que estamos dentro de un estado de fragilidad en el cual desconocemos todo aquello que pensábamos tener controlado, un tiempo de absoluta incertidumbre en el mañana y en el cual hemos vuelto a evidenciar la debilidad de nuestra existencia.

Siempre está bien volver al ser humano, aunque sea en un momento tan duro y difícil para tanta gente. Al hecho de infectarse y de, en el peor de los casos, morir, se ha añadido la escalofriante soledad que ha envuelto los últimos días de aquellos que nos han dejado. Tal vez en este momento irremediable que a todos nos tocará vivir, se vuelve imprescindible la necesidad de estar con alguien, de sentirte querido y de saber, que, aunque hagas el último viaje solo, tienes siempre una mano cercana que te acaricia hasta el último aliento. Solos se han ido y solos se han quedado aquellos que querían despedirse, con un dolor agrio, con una pena punzante.

El rostro de nuestros mayores ha cambiado. La mayoría de ellos nacieron en mitad de una situación de penuria económica y vital, en donde la supervivencia no era una heroicidad, sino más bien una necesidad. Y ahora que concluían su experiencia vital, vuelven a vivir una situación que les descoloca y les trastorna. Los que nos ayudaban a cuidar a los nietos, ahora no pueden verlos. Y si tienen opción de mirarlos a través de una pantalla, intentan esconder las lágrimas para no afectar a los pequeños de la casa. La responsabilidad que la vida les ha enseñado ahora les hace tragarse la emoción en beneficio de los demás. Eso es lo que llaman generosidad. Cuando miras los ojos a nuestros mayores en medio de esta pandemia, puedes observar el rostro del miedo. Pero si ellos se dan cuenta de tu percepción, tienen la gentileza de actuar y transformar la situación para protegerte. Saben cual es su papel y no dejan de representarlo por muy difícil que sea la escena. La naturaleza de los progenitores es así de limpia.

Estas semanas pasadas solía encontrarme, en las salidas esporádicas, a un conocido que trabaja con ambulancias. Hace días que no le veo. Una amistad común me ha dicho que está confinado en casa, pues ha dado positivo. Cómo cambia el significado de la palabra “positivo” cuando se trata de una enfermedad. En este caso, el virus llega a un chico joven, con una hija pequeña, y que estaba trabajando por la salud de los demás. Los héroes de esta situación son gentes como él, que un día decidieron trabajar por la sanidad y ahora se han convertido en nuestros resortes para la esperanza con una entrega total y devota, con una responsabilidad de la cual podemos aprender todos los demás. La misma responsabilidad que tienen todos aquellos que abren sus tiendas para abastecer de alimentos a las casas confinadas o la que demuestran las fuerzas de seguridad que intentan controlar esta desconocida y terrible situación. En cambio, esta responsabilidad ha desaparecido de todos aquellos que aprovechan la situación para ganar votos o fama inocua e inoperante con el “yo ya lo decía”. Si tuviesen razón, al menos deberían mostrar decencia y no enarbolar el trofeo de la victoria hasta que haya desaparecido el recuento diario de víctimas.

Las actividades del confinamiento van desde las rutinas caseras más cotidianas, hasta las experiencias culinarias más diversas, las organizaciones de antiguos desórdenes, los ejercicios gimnásticos más inverosímiles o los cortes de pelo hechos con más voluntad que con maña. A las ocho salimos a aplaudir con los vecinos para agradecer el trabajo de todos aquellos que están sacrificando su vida para hacer que la de los demás continúe con una mínima dignidad. Se escucha música de compañeros que amenizan el momento, a veces somos nosotros quienes compartimos música desde casa. Después hacemos una tertulia entre los balcones y comentamos películas, libros, conciertos y todo aquello que estamos disfrutando en el confinamiento. La cultura se convierte en bálsamo de la tristeza y en trampa de soledades. Hoy me he levantado como siempre muy temprano, y al ver el calendario me he acordado que, hace cuarenta años, fui a tocar por primera vez a las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoi con la Banda de Muro, mi pueblo. Aquel veintidós de abril, a las seis de la mañana, estábamos en la Plaza de la Bandeja mi padre y yo vestidos de músicos para ver arrancar la primera diana. La corbata nueva, el uniforme grueso de estilo militar, el bombardino colgando y unos zapatos nuevos y relucientes eran el bagaje de un niño de nueve años que cuando acabó la diana estaba reventado de cansancio, pero feliz de haber vivido una experiencia única. Ni el frío viento que nos acariciaba al cruzar los puentes de la ciudad de Alcoi, ni el rigor de llevar el paso en la banda, ni la repetición insistente de aquellos melodiosos pasodobles habían eclipsado la magia del momento. Veía el rostro de los festeros y de aquellos que aplaudían desde las aceras, y con ello empecé a entender eso que llaman la catarsis.

Los músicos, como el resto de artistas, somos el recurso idóneo para combatir la monotonía y para enriquecer la vida con momentos irrepetibles. Todo el mundo habla de la utilidad del arte en tiempo de confinamiento. Esperemos que, al acabar este periodo especial, no se nos olvide. Cuando dentro de unos meses las bandas de música que han dejado de tocar en las fiestas (Fallas, Moros y Cristianos, Semana Santa, romerías varias…) y en sus temporadas de conciertos, así como los coros, grupos de música tradicional, etc. vivan momentos de dificultad económica, esperemos ver balcones llenos de gente que los apoyen, planes estructurales de ayudas específicas para el sector por parte de nuestras instituciones o de las entidades bancarias que entre todos ayudamos a reflotar en su momento. Seguro que los canales mediáticos que utilizan miles de actuaciones musicales grabadas gratuitamente a infinidad de variados grupos musicales, tendrán la generosidad de compartir con éstos los ingresos de publicidad que generan las emisiones repetidas de tales eventos. Quiero confiar en el sentido común de aquellos que hacen la cultura grande empezando por respetar la cultura pequeña, la que es más cercana a la gente, la que se produce con entrega y dedicación de miles de personas en nuestros pueblos y la que hace sentirnos orgullosos del lugar donde un día abrimos los ojos. Decía García Márquez: “…me niego a admitir el fin del hombre…”. Debemos confiar en la humanidad, conviene pensar que nada pasa sin dejar huella y que hay que aprender de lo que vivimos y vivir con lo que aprendemos.

Y ahora a seguir estudiando. No podemos dejar de hacerlo, pues en cuanto podamos compartir de nuevo nuestro trabajo, los artistas deberemos estar listos para continuar con la función: “The Show must go on”. Somos afortunados de disfrutar de lo que hacemos y de sentirnos felices cuando lo mostramos a los demás. Ahora estamos confinados y privados de libertad para movernos, pero nunca nada ni nadie podrá interrumpir la libertad de imaginar y de crear, pues vivimos y creemos en la utopía sostenible de nuestra tarea artística, la que nos compromete y nos alimenta las ganas de vivir. No confinemos a la razón y dejemos que nos muestre la vía más adecuada para seguir caminando en mitad de esta triste realidad que nos envuelve. La solidaridad auténtica nace de la sencillez y del sentido común: no se trata de repartir sólo lo que nos sobra, sino de compartir lo que tenemos.

Muchos ánimos a todos y a seguir bien.

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