Como todos sabemos, un intérprete realiza una ejecución de una obra aportando su sonido, su fraseo, su intención e incluso su articulación.
Teniendo en cuenta estas cuestiones, podemos afirmar que la interpretación de una partitura es un trabajo subjetivo por parte del artista.
Vamos por tanto a realizar un breve estudio de cuáles son los elementos que un músico utiliza a la hora de interpretar una pieza y cómo esto provoca diferencias enormes entre algunas interpretaciones de una misma obra, dependiendo también de los diferentes análisis que estos realizan.
En esta ocasión utilizaré la sonata de P. Hindemith para trompeta ya que es algo que he estudiado recientemente.
Mi interpretación del primer movimiento comienza con el tema A, con carácter fuerte y decidido. Para conseguir este carácter, utilizo una articulación bastante dura y un sonido potente pero centrado, para no perder la elegancia.
Después de repetirse este mismo tema transportado, comienza una parte que muchos interpretan como tema B, aunque mi opinión es que esta parte se trata de una transición hacia el tema B que aparecerá más adelante. Esta visión particular hace que dote esta parte de un carácter confundido y dudoso, lo cual provoca al oyente una sensación de inquietud ya que no se sabe muy bien hacia dónde va esta parte. Para conseguir este efecto, busco balancear ciertas notas durante el crescendo, desordenando levemente la dirección de la frase.
La transición desemboca en el tema B, muy lirico, lo cual contrasta a la perfección con el tema A. En mi interpretación busco que esta diferencia sea todo lo pronunciada posible. Utilizo un legato muy intenso entre las notas, todo lo contrario que en el tema A.
Después de repetirse el tema B en el piano, el compositor coge el motivo principal del tema B y lo va repitiendo y acortando en la trompeta, lo cual produce sensación de agobio. Este breve puente acaba desembocando otra vez en el tema A, transportado más agudo y con todavía más fuerza. En este caso, bajo mi punto de vista, creo que el intérprete debe manejar y administrar de una manera muy controlada el crescendo progresivo, para conseguir en el público este efecto de agobio que “explota” en el tema A.
Más tarde, aparecerá una cadencia que cerrará toda la Exposición y dará paso al Desarrollo.
¿La partitura en sí es una obra, o para que llegue a serlo necesita de un intérprete?
Bajo mi punto de vista, una obra musical no llega a completarse como tal hasta que un intérprete la ejecuta. No obstante, no creo que no se le pueda llamar obra al manojo de partituras que ha escrito un compositor, ya que esto les desprestigiaría y la música a ejecutar, al fin y al cabo, está plasmada ahí. Mi explicación es la siguiente: una obra musical no llega a ser obra de arte hasta que un músico la interpreta.
Para explicarme mejor pondría un ejemplo comparando con el arte de la poesía.
Un escritor escribe un poema como obra artística, pero donde de verdad se produce el arte es cuando ésta se recita.
David Pérez Giménez
Profesor Superior de Trompeta
Trompeta de la Banda Sinfónica AAMY