El pasado 10 de junio tuve la ocasión de participar en el Foro de economía comarcal Ciudades creativas para el desarrollo social organizado por Levante-EMV, patrocina do por Power Electronics y que contó con la colaboración activa de Lliria City of Music y Denia City of Gastronomy y en el que participaron los alcaldes de Llíria, Manuel Civera, y Dénia, Vicent Grimalt, la diputada en el Congreso por el PSPV-PSOE y especialista en turismo, Ana Botella, Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo, la secretaria autonómica de Economía Sostenible, Rebeca Torró, el CEO de Power Electronics, David Salvo, el presidente de la fundación Balearia, Jose Manuel Orengo, el diseñador Francis Montesinos y yo mismo como representante de la Confederación Española de Sociedades Musicales (CESM).
Este artículo resume las ideas que expuse en este Foro en el que participe por invitación expresa del entonces alcalde de Llíria Manuel Civera, a quien aprovecho para agradecer a través de estas líneas su firme apuesta por apoyar todas las acciones de la CESM.
Es una evidencia que sin creatividad no hay progreso, pero dado mi perfil (músico aficionado, directivo de la CESM y economista) centraré mi exposición en los aspectos de la creatividad ligada a la gestión. Lo que podríamos llamar “la gestión creativa”.
En demasiadas ocasiones he tenido que expresar mi opinión en el sentido de que la administración pública suele ofrecer respuestas a nuestras demandas que he calificado de Insuficientes, Incorrectas, Injustas, y la peor: Inexistentes. Las 4 íes como yo las llamo. Y que frente a ello nuestro sector tenía que combatir con las 4 ces: Cumplimiento de la norma, Comunicación, Creatividad y Cohesión.
Toca hoy pues hablar de la C de creatividad en la gestión entendida como la identificación y el aprovechamiento de las oportunidades que en cada momento se pueden presentar en las entidades que dirigimos.
Y si hablamos de oportunidades, todos tenemos ante nosotros un ineludible reto que es también una enorme oportunidad: La agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Tal y como denuncia Alfons Martinell, profesor emérito de la Universidad de Girona y director de la Cátedra Unesco Políticas culturales y cooperación lamentablemente, a pesar de los aportes del sector cultural al proceso de elaboración de la Agenda, ésta no incorporó un ODS específico que situara a la cultura como elemento imprescindible para el desarrollo sostenible, pese a su importancia en los contextos contemporáneos. Sin embargo, tras la indignación inicial del sector cultural, han surgido estrategias de incorporación de la cultura a este plan de acción universal. Desde hace un tiempo, son numerosas las voces que reclaman que la cultura sea considerada una esfera más al abarcar todos los ámbitos de la actividad humana y constituir una de las principales fuentes de valores, cohesión social, bienestar, riqueza y participación de una sociedad.
Cultura sostenible
El capítulo 1 Hacia una cultura sostenible ofrece información básica sobre la Agenda 2030 y demuestra cómo este marco de acción puede ser una oportunidad para el sector cultural.
En el capítulo 2 Integrando el enfoque sostenible en el sector cultural se plantean una serie de principios comunes que sirven de referencia y punto de partida, y se ofrece un mapa de todos los actores de la cultura implicados en lograr un desarrollo sostenible. Ese marco teórico compartido y la identificación del ecosistema sobre el que tenemos influencia es el paso previo a la acción. Además, se dedica un apartado al papel funda-mental de la administración pública para hacer posible esta transición hacia la sostenibilidad.
En el capítulo 3 Pasar a la acción se propone, a modo de checklist, un listado de medidas que pueden llevar-se a cabo en distintas áreas, desde la programación o la gestión hasta los espacios físicos donde se desarrolla la actividad cultural.
Y por último, en el capítulo 4 se ofrece una selección de casos de estudio que ilustran proyectos culturales que ya están alineados con la Agenda 2030.
La lectura de este documento puede servir por tanto para que cualquier lector interesado pueda iniciar una aproximación a este tema y le será de gran ayuda si comparte el objetivo de integrar la Agenda 2030 en el sector cultural.
Pero si hablamos de la Agenda 2030 y por tanto de desarrollo sostenible, es necesario que conozcamos el verdadero significado de esta expresión:
El Informe Bruntland define al des-arrollo sostenible como “el proceso capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas”.
Y esta sostenibilidad se estructura en cuatro dimensiones que a su vez son básicamente las que le dan sentido a los 17 objetivos de desarrollo sostenible que contiene la Agenda 2030. Estas dimensiones son:
La dimensión medioambiental
El medio ambiente y el desarrollo no son retos separados: el desarrollo no puede subsistir con una base de re-cursos ambientales que se deteriora; el medio ambiente no puede ser protegido cuando el crecimiento ignora el precio de la destrucción ambiental.
La dimensión social
Busca proteger y fomentar el bienestar de las personas y una vida digna y de calidad sin exclusiones.
La dimensión económica
Se trata de lograr un mayor equilibrio entre nuestros modelos de producción y consumo y la capacidad de reproducción de los ecosistemas.
La dimensión cultural
Constituye una de las principales fuentes de valores, cohesión social, autoestima y participación de una sociedad.
Y ahora que ya podemos al menos intuir que la cultura y la sostenibilidad no son conceptos inconexos, ¿Qué podemos hacer para embarcar a las instituciones, asociaciones y agentes culturales, industrias creativas en la difusión de los ODS y de la Agenda 2030?
Luis Vidal Domínguez es tesorero de la CESM, músico y economista


El año 2019 asistí a la Presentación en la Casa de Cultura del libro “La velocidad de las nubes” de la yeclana Ana Fructuoso Ros, Finalista del III Certamen Literario “MUJER AL VIENTO” que organiza el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, y en el que colabora “Entrelineas Editores” publicando los libros. “La velocidad de las nubes” es una interesante novela que puede evocar sentimientos de cotidianeidad, de cercanía, de similitud, de escuchar la misma música, de leer los mismos libros, de vivir momentos de otras vidas semejantes, de conocer los mismos caminos,… es, pues, una novela que permite interactuar con una escritora que ha habitado y vive nuestras mismas calles. El libro lleva incluido un curioso índice, detrás del epílogo y delante de los agradecimientos, un índice sin la numeración de páginas habitual, un listado titulado “Banda sonora” con dos apartados: “En inglés” y “En castellano” en el que se incluyen cantantes y grupos musicales con las canciones que la autora ha ido nombrando a lo largo de la novela y actúa como si fuera una “playlist” de nuestros nuevos dispositivos tecnológicos, una “Banda sonora” que, según la autora, está preparada por su hermano, Juan Antonio Fructuoso Ros (“Ross” o “Juan Antonio Ros” que es como se le conoce en el panorama musical), un músico con relaciones familiares en Yecla que se desenvuelve desde hace muchos años en la música alternativa como multi-instrumentista, arreglista, productor…, comenzó su andadura como baterista y guitarrista en distintas bandas de su ciudad y ha participado en los primeros festivales nacionales (BAM, Benicasim, Festimad) y al otro lado del charco en la primera edición del IPO (Internacional Pop Overthrow) de Los Ángeles, ha publicado álbumes como “Sugar”, “Ross”, Supersonic Spacewalk”, “Rossland”, “Rumor“ y “Rumor 2“, “A Collection For Enemies And Friends”, “Durante el fin del mundo,… ha formado parte de grupos y ha actuado en solitario.
Y en ese engarce entre música y literatura no podemos olvidar a Haruki Murakami con sus exclusivas “Playlist”, en Spotify y otras aplicaciones digitales, que pueden tener más de tres mil canciones favoritas y que pueden perfectamente acompañar la lectura de sus obras, incluso en algunas la música da pistas de la trama y se imbrica entre las palabras como parte del mismo espacio textual. Haruki Murakamies un autor, que a muchas de sus obras les ha puesto el título relacionado con la música, a la que le da un papel destacado como uno más de sus personajes en las novelas; que habla de sus inicios trabajando en una tienda de discos o, después, sirviendo copas y poniendo música en “Peter Cat, algo parecido a un club de jazz” que regentaba junto a su mujer Yoko en Kokubunji, Tokio, donde también, alguna noche, había actuaciones en directo; que tiene una colección de más de 6000 discos de vinilo y que, últimamente, ha publicado el libro “Música, solo música” junto al, también japonés, director de orquesta Seiji Ozawa. “Música, solo música” no es una novela, es más bien una reflexión personal basándose en sus propias experiencias vitales, en la línea que también ha utilizado en “De qué hablo cuando hablo de escribir” sobre el oficio de escritor, o en “De qué hablo cuando hablo de correr” con los conocimientos del tema como corredor que ha participado en más de veinte maratones y su correspondiente tiempo de preparación, en este caso, “Música, solo música” no es un monólogo como los anteriores, es un diálogo con un director de orquesta japonés, famoso en todo el mundo, como es Seiji Ozawa y los dos maestros, en sus diferentes oficios, muestran sus conocimientos, hablan y reflexionan de todo tipo de música, sobre todo la etiquetada como clásica, desde los grandes compositores como Beethoven o Mahler al jazz o la ópera, dejando traslucir preferencias, afinidades, debates y discusiones sobre la gestión y el trabajo de la Música en mayúsculas, con múltiples referencias al diferente trabajo de cada uno. Una lectura interesante que, por supuesto, se puede acompañar de su correspondiente “playlist” en las plataformas digitales con las composiciones, canciones y títulos que nombran los dos autores a lo largo del libro y que es un repaso a partituras e interpretaciones míticas de la Historia de la Música, una obra que te mantiene entretenido y que puede incentivar para buscar y conocer otros horizontes, una buena reflexión sobre música y lectura.





